A Bernie Sanders lo empujaron, en gran medida, los jóvenes: eso estaba claro desde que empezó su campaña electoral -por el tono, la estética y el lema elegidos, y, fundamentalmente, por las propuestas que puso sobre la mesa-. El día en que se inauguraron las elecciones primarias quedó confirmado. El 1º de febrero, en los caucus de Iowa, 84% de las personas que lo votaron tenían entre 17 y 29 años, un fenómeno que en mayor o menor medida se repitió en el resto de las votaciones. Una encuesta nacional, publicada el lunes por el diario estadounidense The Wall Street Journal y la cadena NBC, muestra que Sanders acapara 66% de las preferencias de los votantes demócratas que tienen entre 18 y 49 años -mientras que 62% de los mayores de esa edad respaldan a Clinton-. No es casual que los medios estadounidenses lo hayan apodado “el candidato de los hipsters”. Este grupo de jóvenes lo apoya por su discurso alternativo, en contra del establishment político y las firmas millonarias, y a favor del cuidado del medioambiente y de los derechos de las mujeres y las minorías.
Con el lema “Un futuro en el cual creer”, la campaña de Sanders -el único candidato estadounidense de la historia que se animó a autoproclamarse “socialista”, aunque después suavizó el término agregando “democrático”- atrajo la atención de los medios de comunicación y de gran parte de la izquierda en todo el mundo. Desde que lanzó su precandidatura, el senador realizó actos masivos, reunió a miles de voluntarios en todo el país, levantó una campaña dinámica e integrada mayoritariamente por jóvenes -algo que no logró ningún candidato, ni demócrata ni republicano-, rompió el récord de aportes económicos individuales que había establecido Barack Obama en 2008 y le sacudió el tablero a Hillary, que ya creía que tenía las primarias ganadas. Aunque matemáticamente el camino de Sanders a la nominación parece muy complicado, el entusiasmo en torno a su campaña ya hace tiempo que lo convirtió en un fenómeno político.
Lo primero que atrae de su propuesta es la postura contra el establishment: ese pequeño grupo de personas que acaparan el poder, del que el senador se desmarca y dentro del cual identifica a su oponente. “De lo que se trata esta campaña es de pedir a los estadounidenses que piensen de manera original, que piensen fuera del statu quo”, dijo el senador tras las derrotas del último “supermartes”.
El otro punto atractivo para la nueva generación de votantes, que va de la mano con lo anterior, es el hecho de que Bernie se planta como un candidato antipolítica, algo que se ve reflejado en su apoyo a determinados movimientos sociales que surgieron en los últimos años en Estados Unidos y que sus seguidores integran. Un ejemplo es Occupy Wall Sreet, que si bien surgió en 2011 y como movimiento se desintegró al poco tiempo, dejó instalado en la opinión pública el repudio al 1% que concentra la riqueza del país y es uno de los pilares de la retórica de Sanders.
En cuanto a otros movimientos, como Black Lives Matter, creado para combatir la violencia policial contra los negros, o el que reivindica un aumento del salario mínimo a 15 dólares la hora, Sanders tomó partido públicamente y se comprometió, incluso ajustando su programa de gobierno en torno a estas demandas. Lo demostró claramente cuando incluyó en su plan las reivindicaciones de Black Lives Matter, que estaban ausentes inicialmente.
El impacto positivo del discurso de Sanders en los jóvenes parecería residir en su capacidad de transformar sus demandas en propuestas de campaña, como hizo al promover la educación universitaria gratuita o el acceso público y universal a la salud. Al asumir estas demandas como bandera, el senador pretende demostrar que pelea junto a los votantes y no desde un lugar privilegiado. Esta idea parece haber sido reforzada en las últimas semanas con la publicación en distintos medios internacionales de imágenes de Sanders en su juventud, en las que se lo ve marchando junto a Martin Luther King o liderando reuniones sobre derechos civiles en sus épocas de universitario, por ejemplo.
Adaptarse a los otros
Si bien el avance de Bernie en la carrera a la Casa Blanca se debe al voto de la gran mayoría de los jóvenes demócratas, la realidad demostró que este respaldo no es suficiente. La prueba está en que Clinton le sigue llevando una amplia ventaja. Hillary logró seducir a los negros -que la ven como la continuadora del legado de Obama-, los latinos -con quienes está trabajando desde 2008- y las mujeres, al proyectarse como quien podría ser la primera presidenta en la historia de Estados Unidos, una que puede entender los problemas de sus congéneres mejor que nadie.
Este último punto parece tener un gran peso para el electorado femenino, ya que aunque Sanders también defiende en su programa temáticas como la igualdad salarial o la legalidad del aborto, no logra la misma llegada que su contrincante.
El equipo de Sanders tomó entonces la decisión de empezar a enfocarse en las comunidades negra y latina. El giro se notó especialmente en las redes sociales -un espacio que, según las encuestas, lidera la campaña de Bernie-, con la irrupción de mensajes en español o publicaciones dedicadas a las minorías del país. Sin embargo, se intensificó en la última semana, ante el reto de tener que conquistar al diverso electorado de Nueva York, que votó ayer. Este estado es importante por el gran número de delegados que está en juego, y es un territorio difícil para el senador porque se trata de la cuna política de Clinton, el estado por el que fue electa senadora.
Hace dos semanas, Sanders eligió el Bronx, un distrito de Nueva York en el que los latinos constituyen 52% de la población, y los negros 32%, para desplegar su programa a favor de los derechos de los inmigrantes y los estadounidenses con ingresos más bajos. Acompañado por René Pérez, el vocalista de la banda puertorriqueña Calle 13, el senador habló de la falta de oportunidades, la pobreza, el desempleo, los alquileres altos, la necesidad de contar con viviendas accesibles, los servicios médicos de calidad, las buenas escuelas, la universidad gratuita, y aprovechó para darle un énfasis especial a su plan de inmigración. Sobre esto último, Bernie dijo sentirse “identificado”, ya que es el hijo de un inmigrante polaco que llegó, justamente, a Nueva York “sin un centavo en el bolsillo”. Un día después, el senador participó en la mesa redonda “Mujeres negras por Sanders”, en el barrio de Harlem, donde escuchó las preocupaciones de un sector más propenso a votar por Hillary.
Además de los mensajes en español, sus cuentas de Twitter y Facebook sumaron fotos de famosos latinos mostrando su respaldo por el candidato. Gracias al número de seguidores que tiene la campaña, y a su particular dinamismo, estos mensajes se convirtieron en masivos a los pocos minutos.
Ayer, mientras Nueva York acudía a las urnas, el senador fue más allá de los tuits en español. En un diálogo con el líder de Calle 13, difundido ayer, Sanders se definió como el “único” candidato con una visión “respetuosa” de las relaciones diplomáticas con América Latina. “Tenemos que ser honestos. La historia de Estados Unidos con Latinoamérica ha sido la de una nación poderosa con el Ejército más fuerte del mundo diciendo: ‘No nos gusta este gobierno, vamos a derrocarlo’”, dijo Sanders, haciendo también referencia al “caos” y a las “masacres” que tuvieron lugar en estos golpes de Estado. “Estados Unidos no puede seguir interviniendo en Latinoamérica y derrocando gobiernos o tratando de desestabilizarlos por razones económicas”, agregó. En este contexto, aseguró que si llega a la Casa Blanca impulsará “una nueva relación [con América Latina], basada en el respeto mutuo”, y criticó al gobierno de Obama por no hacerlo.