La campaña en Nueva York empezó temprano. Incluso mientras se disputaban otras primarias los precandidatos a la presidencia de Estados Unidos no dejaron de visitar los barrios neoyorquinos. La votación de hoy es clave porque los demócratas se disputan 291 delegados, y los republicanos 95, el mayor número en un solo estado hasta que se vote en California, el 7 de junio. Parecería que, en los últimos días, los candidatos sacaron a relucir todos los elementos que los relacionan con Nueva York. Para Clinton, es el estado al que representó como senadora y el que eligió para instalar su sede de campaña. Para Sanders, es la ciudad en la que nació y la que guarda en sus recuerdos de la infancia. En el caso de Trump, no sólo nació allí, sino que es en Nueva York donde vive con su familia y donde mantiene muchos de sus negocios.
El domingo, Sanders protagonizó en Brooklyn -su ciudad natal- el acto más concurrido en lo que va de su campaña, según comunicó su equipo. El senador de Vermont reunió a más de 28.000 seguidores en Prospect Park, un lugar al que sus padres lo llevaban cuando era niño, según relató. En su discurso, insistió en la necesidad de una “revolución política” que “funcione para la gente trabajadora, para los enfermos, para los ancianos... para todos” y “no sólo para el 1% [más rico]”. Habló de las profundas reformas económicas y en materia de salud y educación que necesita Estados Unidos, defendió cambios en el sistema de Justicia para acabar con el encarcelamiento masivo, abogó por poner fin a la “guerra contra las drogas” y denunció los obstáculos que sufren distintas minorías. “Hagamos que el estado de Nueva York lleve a este país a la revolución política”, dijo.
Mientras tanto, Clinton bailaba música latina en el barrio de Wa- shington Heights, en Manhattan. La ex secretaria de Estado se concentró en el voto de la población de origen latinoamericano, ya que las últimas encuestas mostraron que en Nueva York Sanders tenía una ventaja en ese sector del electorado. “Imaginen una América en la que estemos unidos de nuevo. Donde nos enfrentemos a la retórica del odio que llega de los republicanos, donde digamos a Donald Trump: ‘basta’”, dijo la candidata, que pronunció la última palabra en español. El viernes, Clinton visitó un edificio público en Harlem, para conocer de cerca las necesidades de sus habitantes. “Quería venir aquí para hacer una firme promesa, para hacer más cuando sea presidenta para ayudar a la gente que vive en edificios públicos como este”, dijo.
Tal vez confiado en que ganará en Nueva York, Trump dio su primer discurso allí el domingo. El favorito entre los republicanos habló en el distrito de Staten Island, un bastión de su partido dentro de una ciudad de mayoría demócrata. El acto fue mucho menor que los otros que ya lideró en ese estado. Consultado ayer acerca de su escasa presencia en Nueva York, Trump dijo que, dada la ventaja con la que cuenta en las encuestas, prefirió concentrarse en puntos del estado donde es “menos conocido”.
Cruz y Kasich también hablaron y, en algunos casos, lo hicieron de más. En uno de sus actos, Kasich comentó la denuncia de una estudiante por el aumento de los abusos sexuales en las universidades: les recomendó a las jóvenes que eviten ir a fiestas “donde hay un montón de alcohol”. Después no se retractó, pero reiteró su condena hacia cualquier tipo de abuso sexual. El error de Cruz fue cometido a principio de año pero repercutió recién ahora: en un intento por desacreditar a Trump, habló con desprecio de “los valores de Nueva York”.
Grandes diferencias
Clinton y Sanders se enfrentaron el viernes en uno de los debates más violentos entre los demócratas, que ni siquiera se tomaron el tiempo de atacar a los candidatos republicanos. Hillary centró su estrategia en presentarse como la mejor opción que tienen los demócratas para mantener el control de la Casa Blanca por su experiencia y utilizó al presidente Barack Obama como escudo cuando Sanders puso en duda su capacidad para gobernar el país. “El presidente Obama confió en mi criterio lo suficiente para pedirme que fuera secretaria de Estado de Estados Unidos”, dijo. El senador le respondió: “Claro que está calificada para ser presidenta [...] Lo que cuestiono es su juicio en cuestiones como la guerra de Irak, los acuerdos comerciales y la financiación de su campaña”. Sanders agregó: “¿Podemos confiar en una candidata cuyo dinero no sabemos de dónde proviene?”. A continuación, le pidió que publique la transcripción de los discursos que dio ante los bancos de Wall Street, por los que, según el senador, cobró 225.000 dólares. Clinton respondió que lo haría cuando Sanders diera a conocer sus declaraciones fiscales, y él dijo que no lo había hecho por falta de tiempo. Al día siguiente, las publicó.
Las diferencias entre los candidatos también quedaron marcadas en asuntos de política exterior. Sanders le reprochó a Clinton su apoyo a la intervención en Libia en 2011, y calificó de “desproporcionados” los ataques de Israel de hace casi dos años contra la franja de Gaza. “Y lo dice alguien que es 100% pro Israel”, insistió. “Deberíamos tratar a los palestinos con respeto y dignidad”, agregó Sanders. La ex secretaria de Estado, en cambio, evitó responder directamente y se limitó a recordar que Israel es un país “que está bajo constante amenaza terrorista”, aunque aclaró que “eso no significa que no se deben tomar precauciones” al dar una respuesta militar.
Sanders dijo a la prensa: “Este debate ha sido diferente porque se está poniendo nervioso el campo de Clinton”. Aunque la dirigente encabeza la carrera con un mayor número de delegados a la convención partidaria que elegirá al candidato demócrata a la presidencia, su rival ganó en siete de las últimas ocho primarias, y las encuestas lo posicionan cada vez más arriba.
Según una encuesta nacional difundida ayer por el diario estadounidense The Wall Street Journal y la cadena NBC, Clinton cuenta con 50% del apoyo entre los votantes demócratas, y Sanders tiene 48%. Hace un mes, la misma encuesta posicionaba a Clinton con 53% y a Bernie con 44%, lo que muestra el ascenso del senador. Cuando ambos lanzaron su campaña, en junio, Clinton reunía 75% de apoyo y Sanders, 15%.
Entre los republicanos, dos encuestas publicadas el jueves dieron a Trump una amplia ventaja, a pesar del impulso que tomó Cruz en las últimas semanas. La encuesta de CBS concluyó que el empresario tiene el apoyo de 42% de los votantes republicanos, Cruz 29% y Kasich, 18%. El sondeo de Fox News, por su parte, dio a Trump 45% de respaldo, a Cruz 27% y a Kasich, 25%.