La reunión de productores de petróleo que se realizó en Doha el sábado finalizó sin un acuerdo sobre la congelación de los niveles de producción, algo que algunos países productores, como Rusia, proponían como última medida para frenar la caída del precio del energético. Desde 2015, el precio del petróleo baja como consecuencia del débil crecimiento de la demanda -derivado de la lenta recuperación de las economías centrales y el enlentecimiento de las emergentes-, que no logra absorber el aumento de la oferta que llevan adelante la mayoría de los países productores.
El bajo precio del petróleo seguirá en 2016, y si bien para muchos es una buena noticia, para las empresas del sector, sobre todo para las globales, con enormes costos en exploración en distintos lugares del planeta, es una alarma que las lleva a profundizar los ajustes que llevan adelante desde 2015.
Las ganancias de la estadounidense ExxonMobil -que encabeza desde siempre el ranking de empresas petroleras cuando se las mide por el valor de sus ventas- fueron de 16.150 millones de dólares en 2015, la mitad que en 2014, y el primer trimestre de 2016 fue el sexto consecutivo de baja en las ganancias. Esto llevó a la empresa fundada por John D Rockefeller a quedar fuera de la lista de las tres principales empresas, superada por Google, Apple, Microsoft y Facebook.
A mediados de 2015, los principales directivos de Chevron, la otra gran empresa petrolera estadounidense, anunciaron que frente a la posibilidad de cesaciones en los pagos, reducirían gastos. Para esto preveían suprimir empleos, ceder activos y disminuir inversiones. El año pasado suprimió entre 6.000 y 7.000 empleos, cerca de 10% de sus trabajadores, y anunció que reducirá en 25% sus inversiones, en especial las destinadas a la exploración petrolera y gasífera.
Para las empresas multinacionales de este porte, las opciones disponibles para reducir gastos son mucho más intrincadas que para otras, porque dependen en gran medida de sus enormes presupuestos para financiar proyectos de exploración cruciales en el hallazgo de nuevas fuentes de energía.
La británica British Petroleum (BP) recortó empleos en varias partes del mundo para hacer frente a la caída en los precios. En particular lo hizo en Texas, donde se esfuerza por simplificar las actividades en el Golfo de México. La decisión de despedir trabajadores se tomó luego de que la empresa congelara los salarios de sus más de 80.000 empleados en todo el mundo, también en respuesta al desplome en los precios del crudo.
Royal Dutch Shell fue una de las compañías del sector cuyos ingresos cayeron en 2015. Sus directores destacaron que su beneficio bajó nada menos que 87% en 2015 respecto del año anterior debido a la fuerte caída de los precios del crudo, lo que determinó la decisión de despedir a 10.000 trabajadores.
Al igual que las demás empresas petroleras globales, Shell está reorganizando su área de exploración y producción, reduciendo inversiones y postergando las nuevas que estaban anunciadas en Canadá y Nigeria.
También Petrobras, que ocupa el quinto lugar entre las petroleras, anunció hace un mes que despedirá hasta a 12.000 trabajadores, algo que formalizará a mitad de 2016. En este caso, a la crisis general del sector se suman las investigaciones sobre corrupción que han sacudido al sistema político brasileño. Asimismo, Petrobras planea reducir sus gastos de capital en una quinta parte durante ese lapso. Por su parte, la petrolera mexicana Pemex despidió a 1.500 empleados en lo que va de 2016.
La crisis de las empresas privadas petroleras afecta también a las firmas que les brindan servicios. Baker Hughes y Halliburton, dos de las más grandes, anunciaron un recorte de personal que supera los 7.000 trabajadores, y Schlumberger anunció planes de recortar 9.000 empleados, 8% de su fuerza laboral global. También la empresa Suncor Energy manifestó que eliminaría 1.000 puestos de trabajo, y Apache Petroleum dijo que recortaría 250 empleos, que representan 5% de su planta laboral total.
Este tipo de empresas son las más afectadas del sector. Según un informe de la agencia Reuters, que cita un estudio de la consultora Deloitte, la tercera parte de estas empresas suministradoras de servicios petroleros en el mundo se encuentran a un paso del colapso. Al menos 175 compañías de las 500 que fueron investigadas por Deloitte tienen una deuda de más de 150.000 millones de dólares. De todas formas, esta empresas se encargan del suministro de equipamiento y recursos humanos, elementos que requieren menos inversión y que les permitiría tener más flexibilidad desde el punto de vista financiero.