El presidente francés pierde popularidad y las reformas que propone su Ejecutivo no lo ayudan a ganar apoyo. Según una encuesta del Instituto de Estudios Políticos de París, como candidato a la presidencia, François Hollande no pasará a una segunda vuelta en las presidenciales de 2017, sin importar a cuál de los 11 precandidatos elija el partido de derecha Los Republicanos, de Nicolas Sarkozy. El estudio concluye que sólo 45% de quienes votaron en 2012 a Hollande piensa volver a respaldarlo en 2017, 10% menos que en enero, informó la agencia de noticias Efe. En este escenario, la presidencia de Francia se definiría en un balotaje entre el candidato de Los Republicanos y el del ultraderechista Frente Nacional.

De acuerdo con otra encuesta, de la consultora de opinión pública BVA, sólo 21% de la población de Francia tiene una buena opinión del presidente socialista, y su gobierno es criticado por sus propios aliados, “por su ruptura con las bases de la izquierda”, y también por la oposición, “por la falta de fuerza de las reformas que tiene previstas”, en particular la reforma laboral. Esta última iniciativa, resistida por la izquierda y los trabajadores, llevó ayer a una multitud a las calles.

La Policía estimó que fueron 390.000 las personas que protestaron en unas 200 ciudades de Francia contra la reforma, y los organizadores consideraron que el número superó el millón, informó el diario Libération. Pero los dos cálculos coincidían en que las manifestaciones de ayer reunieron cerca del doble de personas que las del 9 de marzo, también convocadas contra este proyecto, conocido como “ley El Khomri” (toma el nombre de la ministra de Trabajo, Myriam el Khomri). Las marchas, que fueron convocadas por las principales centrales sindicales y dos organizaciones estudiantiles, terminaron en algún caso con enfrentamientos con la Policía, y con unos 30 manifestantes detenidos.

Para los sindicatos, esta reforma debilita a los trabajadores a la hora de negociar con la patronal, porque privilegia los acuerdos dentro de cada empresa sobre los convenios colectivos, y obliga así a los empleados a negociar sin el respaldo de una organización sindical. También denunciaron que otros aspectos de esta ley facilitaban el despido de trabajadores, pero algunas de esas disposiciones fueron modificadas. El gobierno, por su parte, argumenta que algunas de estas medidas son necesarias para frenar el desempleo.

Las marchas de ayer fueron acompañadas por paros en algunos sectores, entre ellos el del transporte. De acuerdo con Efe, se alteraron los vuelos en aeropuertos, fue afectado el servicio de metro y de tren y hubo embotellamientos en las carreteras. Incluso cerraron monumentos como la Torre Eiffel, por falta de personal de seguridad suficiente. Otra protesta similar está prevista para los primeros días de abril si el gobierno no retira este proyecto, que tiene previsto aprobar en mayo.

El miércoles el Ejecutivo socialista tuvo que abandonar otra iniciativa por falta de apoyo en el Parlamento: un proyecto de reforma constitucional anunciado el 16 de noviembre, tres días después de los atentados terroristas que dejaron 130 muertos y más de 300 heridos en París. La reforma, además de establecer las condiciones en las que podía decretarse el estado de emergencia, disponía que se les retirara la nacionalidad francesa a aquellas personas que fueran condenadas por terrorismo, el punto que recibió más críticas.

En las últimas semanas se discutió en el Senado la posibilidad de cambiar esa disposición y quitarles la nacionalidad sólo a aquellos que tuvieran también la de otro país. En cambio, en Diputados una mayoría consideraba que esa diferenciación implicaba discriminar a una parte de los franceses. Finalmente, el miércoles, después de reunirse con líderes de las dos cámaras, Hollande anunció el fin de esta iniciativa y afirmó: “La Asamblea Nacional y el Senado no han conseguido ponerse de acuerdo y un compromiso parece fuera del alcance”.