En Italia se realizó ayer un referéndum acerca de la extracción de gas y petróleo en los yacimientos marítimos dentro de las 12 millas (22,2 kilómetros) que corresponden a las aguas territoriales italianas. La consulta fue propuesta por nueve regiones (Basilicata, Marche, Puglia, Veneto, Calabria, Sardegna, Liguria, Campania, Molise) que tienen costas en las que se realizan extracciones, y recibió el apoyo de numerosos movimientos y asociaciones ecologistas. En la votación ganó el Sí con 86% de los votos; sin embargo, para que el resultado fuera vinculante era necesario que participara 50% más uno de los más de 50 millones de italianos habilitados para votar, pero lo hizo solamente 32%.

La pregunta que los italianos tenían que contestar se refería a la derogación de un artículo de la Ley de Medio Ambiente. Esta norma prohibió las perforaciones en las aguas territoriales italianas, pero en un artículo permitió a las plataformas que ya estuvieran funcionando seguir haciéndolo hasta que los yacimientos se agoten.

Quienes estaban en contra de la derogación, que respaldaban la abstención o el No, señalaban que en las costas del Mediterráneo cercanas a Italia la explotación petrolera ya existe, por lo cual vetarla no protegería al país de los riesgos de contaminación y de accidentes. En este sentido, indicaban también que en el Mediterráneo hay poco petróleo y mucho gas, por lo cual un accidente no ocasionaría un mayor derrame de petróleo en agua.

Quienes promovían la consulta se centraron en argumentos dirigidos a evidenciar que los daños para el medioambiente ya son evidentes y que, en mares cerrados como el Mediterráneo, hasta los pequeños derrames podrían generar un perjuicio para siempre. Un numeroso grupo de científicos promovió el Sí para que el gobierno recorra “el camino de la transición energética para favorecer la investigación y la difusión de tecnologías y fuentes renovables” de energía. También se argumentó que las plataformas dejan pocas ganancias al Estado italiano porque tienen unos royalties muy bajos, sobre todo en relación a la escasa cantidad de petróleo que posee Italia. La victoria del Sí, que establecía una fecha para finalizar las explotaciones, hubiera inducido a las compañías a extraer más y pagar más royalties. Además, habría quedado implantada la obligación de desmantelar las plataformas con todos los gastos a cargo de las corporaciones.

En las últimas semanas el referéndum se convirtió en una prueba política, en particular para el primer ministro, Matteo Renzi, entre otras cosas porque el Partido Democrático (PD), que él integra, se dividió ante esta consulta. Corrientes minoritarias hicieron campaña para que se fuera a votar, apoyando tanto el Sí como el No. Renzi, en cambio, entre grandes polémicas, dio la indicación de abstenerse, posición en la cual lo acompañó el ex presidente Giorgio Napolitano, quien también pertenece al PD. El hecho de que el primer ministro llamara a la abstención generó un debate muy intenso en un país que, en los últimos años, sufre una desa- fección al voto muy fuerte.

El partido Forza Italia, del ex primer ministro Silvio Berlusconi, y el Nuevo Centro Derecha, que se constituyó con ex integrantes de Forza Italia, no expresaron una posición oficial.

Entre quienes apoyaron el Sí había de todo: desde los partidos y movimientos políticos de izquierda, tradicionalmente más atentos a los temas medioambientales, hasta partidos de derecha como la Liga Norte o el neofascista Casapound, pasando por el movimiento Cinco Estrellas, del comediante Beppe Grillo. Cabe resaltar que la información, en prensa y canales televisivos nacionales, fue muy deficitaria, relegada a tribunas electorales nocturnas y programas en los que no se profundizó en el tema de las fuentes energéticas y en cambio se privilegió el litigio entre las posiciones políticas de los partidos. Las redes sociales, por otro lado, trabajaron mucho para generar una información completa y llamar a la participación. El resultado, aunque habla de una mayoría del país que vive anestesiada por la televisión y la crisis, y está desamorada de la participación política, muestra también que hay casi una tercera parte del país, cerca de 15 millones de personas, que todavía expresa formas de resistencia.