El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el gobierno de Alemania volvieron a enfrascarse en una disputa dialéctica que tiene como terreno fértil las distintas visiones de la crisis griega. El FMI, de la mano de su directora gerenta, Christine Lagarde, presiona a los alemanes para aliviar la deuda griega, algo a lo que el gobierno de Angela Merkel se ha negado desde siempre. Además, el FMI critica las políticas de Wolfgang Schäuble, el ministro de Finanzas alemán, por su apego a los estímulos al ahorro, que el organismo juzga como determinantes en la crisis del euro, que lleva más de seis años.

El FMI entiende que Alemania debería aumentar su inversión, sobre todo en infraestructuras, y poner en marcha unas reformas estructurales que Berlín pide para los demás pero que se olvida de practicar en casa. Además, el organismo reclama a Alemania que impulse una mayor participación en el mercado laboral de refugiados, mujeres y personas mayores, y que retrase la edad jubilatoria en vista del aumento de la expectativa de vida.

“La aún frágil reactivación económica de la eurozona se beneficiaría de una Alemania más dinámica”, sostiene el informe del FMI, que destaca como positivos los gastos millonarios decididos por las autoridades alemanas para recibir a los más de un millón de inmigrantes que llegaron al país. Asimismo llamó a mejorar el funcionamiento de la administración pública y a fomentar la construcción de viviendas para atenuar la presión sobre el mercado inmobiliario.

Según el FMI, la baja inversión de Alemania contribuyó a su enorme superávit de cuenta corriente, que seguirá en niveles récord este año y que tiene su contracara en los enormes déficits en otros países de la zona euro.

Las conclusiones del FMI son similares a las de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que en un informe reciente reclamaba a Alemania que aumentara sus inversiones y su productividad. “A pesar de su elevada competitividad, el crecimiento en materia de inversiones es inferior al de otros países de la OCDE”, señaló a principios de abril el secretario general del organismo, Ángel Gurría.