El gobierno de Santos y la segunda guerrilla de Colombia iniciaron en marzo conversaciones para poner fin a los más de 50 años de conflicto armado en el país. Aunque desde entonces los avances fueron lentos, ese comienzo, con el establecimiento de una agenda de negociación y de la logística del proceso, fue un logro después de dos años de intentos fallidos de diálogo. Este avance podría estancarse si el ELN continúa con los secuestros. “No activaremos ninguna mesa de negociaciones mientras el ELN no libere a todos los secuestrados y renuncie definitivamente a este crimen de lesa humanidad”, dijo Santos el sábado, después de la liberación de los periodistas Salud Hernández-Mora, Diego D’Pablos y Carlos Melo, secuestrados en la región de Catatumbo, en el noreste de Colombia.

La española Hernández-Mora, corresponsal del diario El Mundo de España y colaboradora de El Tiempo de Colombia, fue entregada el viernes de tarde a una comisión humanitaria de la iglesia y de la Defensoría del Pueblo que trabajan en el departamento de Norte de Santander, donde se encuentra Catatumbo. La periodista contó, en una conferencia de prensa, que el sábado 21, en el municipio de El Tarra, los guerrilleros le requisaron su material de trabajo -estaba haciendo un reportaje sobre cultivos de hoja de coca en la zona- y le advirtieron que se quedaría “unos días” con ellos. “Fui imprudente, pero creo que un periodista debe serlo, si no 70% de las cosas no las conseguiríamos”, agregó. La corresponsal, que vive en Colombia hace casi dos décadas, agradeció a los militares por el trabajo desplegado en su búsqueda, aunque dijo que “no entendía” las “especulaciones” y la “serie de juegos” de las autoridades colombianas, que dudaron públicamente de que se tratara de un secuestro hasta que fue liberada. “En la zona se sabía” que estaba retenida por la guerrilla, insistió.

Unas horas después de la liberación de Hernández-Mora, el ELN dejó ir a D’Pablos y a Melo, los periodistas del canal RCN que estaban retenidos desde el lunes, cuando llegaron a la región para cubrir la desaparición de su colega española. Los dos periodistas dijeron el sábado que su “mayor preocupación” era que sucediera algo durante el rescate, debido a la tensión que generaba entre los guerrilleros el sonido de los helicópteros militares que sobrevolaban la zona.

El ELN, por su parte, dijo en un comunicado, enviado con Hernández-Mora y publicado el sábado en El Tiempo, que la “retención” por seis días de la periodista “sólo obedece a acciones rutinarias” de seguridad para “neutralizar la infiltración enemiga en la zona”. El comunicado no hace referencia al secuestro de D’Pablos y de Melo.

El argumento de la guerrilla no modificó la postura de Santos, que reiteró que no negociará si continúan los secuestros. En este escenario, el mandatario anunció el sábado que pondrá en marcha un plan social y de seguridad en Catatumbo. “Allá vamos a hacer una intervención con mucha más presencia de la Fuerza Pública, de nuestra Policía, y al mismo tiempo sabemos que tenemos que hacer mucho más en la parte social y en los proyectos productivos”, dijo Santos en esa región. Como parte de ese plan, anunció que en los próximos días los ministros colombianos de Agricultura, Aurelio Iragorri, e Interior, Juan Fernando Cristo, se reunirán con los alcaldes de la zona para diseñar las estrategias del programa y su implementación.

Santos dijo que la población de Catatumbo está integrada por “gente trabajadora, de paz”, que “merece vivir libre de la violencia y el atraso social ocasionado por los grupos criminales”. En esta región viven cerca de 12.000 habitantes y 80% de ellos no tiene acceso a las necesidades básicas -luz, agua, saneamiento-, según datos de la Defensoría del Pueblo. Catatumbo es la segunda zona de Colombia en la que se concentra con mayor intensidad el conflicto armado, después de Arauca (en el este), según el Centro de Recursos para Análisis de Conflictos. Además, es una de las regiones que fabrican más cocaína por año, de acuerdo con los datos del Ministerio de Defensa, un elemento que contribuye a la ya instalada tensión entre grupos armados locales.