Chaibani Abbas ha ocupado cargos de dirección en el Frente Polisario y es el actual embajador del la República Árabe Saharaui y Democrática (RASD) en Uruguay. En esta conversación con la diaria, Abbas opina sobre las últimas tensiones en el Sahara Occidental, el papel de Uruguay en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y los riesgos que implicaría prolongar el statu quo del conflicto.

-Han pasado más de 40 años de la invasión de Marruecos. ¿Cómo definiría la situación actual del pueblo saharaui?

-En estas cuatro décadas, el Polisario tuvo que atender dos frentes: la construcción del Estado, es decir, inversión social y en otros ámbitos, y el combate a la ocupación marroquí. Los logros son palpables: la RASD hoy cuenta con un tejido institucional sólido y capacitado para defender los derechos del pueblo saharaui. A pesar de las dificultades, logramos revolucionar nuestra sociedad mediante la educación y los servicios públicos estatales. Una prueba de estos avances es el lugar que ocupan la mujeres, por ejemplo, en puestos ministeriales, parlamentarios y en comités de base. También es cierto que gran parte de nuestro territorio todavía permanece ocupado y que mucha gente esta cansada de la intransigencia de Marruecos; una parte importante del pueblo saharaui sigue viviendo en campamentos de refugiados, donde esperan para retornar a su tierra. Mientras no cambie esta situación, seguiremos la lucha.

-¿Cuál es la situación en materia de derechos humanos en las zonas ocupadas por Marruecos?

-Desde 1975, año de la ocupación marroquí del Sahara, el pueblo saharaui no ha dejado de sufrir las consecuencias de la ocupación: miles de desaparecidos, fosas comunes y presos políticos. En estas zonas, reivindicar el derecho a decidir del pueblo saharaui o llevar una bandera de la RASD implica la cárcel, la tortura y la muerte. Todo eso sucede sin que sea reportado y denunciado, debido al bloqueo mediático que impone Marruecos. El mejor ejemplo de ello es la reciente expulsión de una delegación internacional de juristas que querían conocer la situación de los presos políticos saharauis en las cárceles marroquíes. La lista de expulsados del Sahara abarca periodistas, eurodiputados, observadores internacionales, organizaciones no gubernamentales, etcétera. Es importante tener en cuenta que quienes lideran la resistencia en la zonas ocupadas son las generaciones que crecieron y se formaron en el sistema marroquí; eso significa que Marruecos, con su aparato propagandístico y de represión, no ha hecho más que consolidar las convicciones de nuestro pueblo.

-¿Cuál ha sido el resultado de los intentos de frenar la explotación de recursos naturales que hace Marruecos en las zonas ocupadas?

-Hoy, efectivamente, sucede eso; Marruecos explota y comercializa recursos que no son suyos. Pero la situación ha ido cambiando por las campañas de boicot y denuncia, que han obligado a muchas empresas a replantear su relación comercial con Marruecos. Los tribunales internacionales también están avanzando en esa dirección. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea, por ejemplo, emitió una sentencia para impedir que la Comisión Europea pueda firmar acuerdos que involucren la comercialización de recursos provenientes de estos territorios, sobre todo en pesca y productos agrícolas. Nosotros estamos denunciando este robo en los tribunales y en las plataformas de boicot. Pero aun así Marruecos sigue exportando nuestros recursos naturales, en una clara pelea con el tiempo.

-¿Qué opina de las posiciones que ha adoptado Marruecos recientemente en la ONU y en otros ámbitos internacionales?

-Desde que la ONU se involucró en el conflicto para acercar posturas y buscar soluciones, Marruecos nunca ha dejado de poner palos en la rueda: ha dificultado la labor de los enviados especiales del secretario general de ese organismo, se ha retirado de manera unilateral de las mesas de negociaciones y ha incumplido con lo pautado en el plan de arreglo [aprobado por esa organización internacional para el Sahara]. Las últimas medidas que ha tomado Marruecos son consecuencia de las afirmaciones de Ban Ki-moon, que dijo que el Sahara está ocupado. Utilizar el termino ocupación no es nuevo en este caso. Está mencionado en todas las resoluciones de Naciones Unidas y el Sahara está en la lista de los territorios pendientes de descolonización que elabora la propia ONU. La decisión de Marruecos de expulsar al personal civil de la MINURSO [Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental] amenaza la paz y aleja la solución. Esa decisión no tiene precedentes en la historia de las relaciones internacionales. Con ella, Marruecos se coloca en un conflicto directo con la ONU y con la comunidad internacional, debido a su rechazo a la legalidad y al sistema que rige al mundo. El Polisario está mirando muy de cerca la evolución de los sucesos y promete una respuesta firme.

-¿Qué repercusiones tuvo la última visita, en marzo, de Ban Ki-moon a los campamentos y a las zonas liberadas?

-Es parte de los intentos de Naciones Unidas de buscar soluciones. Lo positivo fue que el secretario general pudo comprobar nuestro compromiso con la paz, la voluntad del pueblo saharaui de vivir en un país libre e independiente. También fue una oportunidad de reconocer que, a lo largo de los 25 años, la ONU no logró imponer sus resoluciones, a pesar de que fue el organismo que ha piloteado todos los intentos de arreglo.

-¿El Polisario está dispuesto a retomar la lucha armada si falla la diplomacia?

-Nuestro compromiso con la paz es firme. Llevamos muchos años depositando nuestra confianza en los intentos de solución. Pero hay que decir que nuestra paciencia no es infinita. Si la política no atrae la justicia, el Polisario está dispuesto a volver a otros métodos de lucha, entre ellos las armas. Ya lo hicimos en su momento y logramos imponernos, a pesar de la asimetría en lo militar y en lo logístico. Actualmente contamos con nuestro ejército y con una generación joven, capacitada y con ganas de seguir la lucha.

-Marruecos cuenta con aliados muy fuertes y fieles dentro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, como Francia. ¿Con quién cuenta el Polisario?

-Sí, es verdad que Marruecos sin el apoyo incondicional de ciertos miembros permanentes del Consejo de Seguridad no hubiese podido esquivar lo que dicta la legalidad internacional. Estos países contradicen lo que defienden en otros lugares: democracia y derechos humanos. En el Sahara están impidiendo que la MINURSO vigile las violaciones a los derechos humanos en las zonas ocupadas. Además de su lucha feroz contra el derecho a decidir, que es un principio fundamental del derecho internacional. ¿Por qué estos países que se proclaman democráticos tienen miedo a la democracia? Me refiero a que el pueblo saharaui pueda votar si quiere la independencia o la integración con Marruecos. La RASD cuenta con aliados dentro del propio Consejo de Seguridad, hablo de miembros actuales como Uruguay, Venezuela y Angola, que están haciendo un trabajo imprescindible para que se cumpla la legalidad internacional. También contamos con el apoyo unánime de la Unión Africana, de la que somos fundadores. A eso se suman los países en todo el mundo que reconocen a la RASD y el derecho del pueblo saharaui.

-¿Cómo valoran la postura de Uruguay en el Consejo de Seguridad sobre el conflicto del Sahara Occidental?

-Con Uruguay compartimos la defensa de los valores democráticos y la lucha por un sistema internacional que garantice los derechos de todos. Hay fuertes y sólidas relaciones que unen a la RASD y a Uruguay, que está haciendo un trabajo magnífico en el Consejo de Seguridad para que se cumpla la legalidad internacional. Una muestra de esto es la intervención en la que afirmó que hace falta mas firmeza con Marruecos para que se cumplan las normas del consejo. Yo agradezco el gran apoyo de la sociedad civil y del Estado uruguayo a la causa saharaui.

-¿Qué opina de lo que está pasando en el mundo árabe?

-Es una zona con tremenda riqueza, que goza de una posición geográfica privilegiada y con gran valor histórico. Por eso, la lucha por su control no cesa y para eso se utilizan métodos sucios; la línea que separa a los grupos criminales y los servicios secretos de varios países es muy fina y a veces inexistente. Es muy triste lo que está pasando, países que se han convertido en estados fallidos, en los que impera el caos y la violencia.