“Nuestra economía es tan fuerte como para enfrentar el desafío que nuestro país enfrenta”, dijo el ministro de Finanzas, George Osborne, en una conferencia de prensa. “No vamos a necesitar un presupuesto de emergencia”, agregó.
En esa misma conferencia Osborne intentó alejar los fantasmas del enlentecimiento de la economía, que era previsto por los analistas y por el gobierno si se tomaba esta decisión. Reafirmó que la salida de la UE generará esos impactos, pero recién cuando efectivamente se ponga en marcha la salida, y dijo que para entonces “habrá una acción para lidiar con el impacto de las finanzas públicas”. Esta acción será definida por el primer ministro que sustituya a David Cameron, agregó.
También el jefe del Banco Central de Inglaterra, Mark Carney, dijo palabras tranquilizadoras en una conferencia. A su entender cabe esperar “volatilidad en la economía” a lo largo de esta semana, pero afirmó que la institución que lidera está en condiciones de enfrentar esta situación.
Cuando el viernes se conoció el resultado del referéndum, el valor de la libra esterlina cayó a sus niveles más bajos en 30 años: descendió 8% el viernes y 3% ayer. Varias empresas anunciaron que revisarán sus inversiones en Reino Unido, que al salir de la UE dejará de formar parte de una serie de acuerdos de inversiones y de libre comercio. Tanto el viernes como ayer cayó el precio de las acciones de empresas británicas y de aquellas que tienen fuertes inversiones en ese país.
A esto se suma que tres agencias calificadoras de riesgo redujeron la nota otorgada a Reino Unido. Standard & Poor’s bajó de AAA a AA la calificación a las previsiones económicas para el país. La salida de la UE “es un evento fundamental que llevará a un marco político menos predecible, estable y efectivo en Reino Unido”, manifestó la agencia en un comunicado. Otra agencia, Fitch, también bajó la nota de Reino Unido, en este caso de AA+ a AA. Por su parte, Moody’s emitió un informe el mismo viernes en el que redujo de estables a negativas las perspectivas de la economía británica en el futuro cercano. “Durante los años en los que Reino Unido negociará sus relaciones comerciales con la Unión Europea, Moody’s espera un aumento de la incertidumbre, una disminución de la confianza y menores inversiones que conducirán a un menor crecimiento”, dijo la agencia en un comunicado. “Es posible que Reino Unido sea capaz de reorientar su comercio hacia otras regiones” para compensar “un comercio menor con Europa”, pero construir estas alternativas “llevará tiempo”, consideró la agencia.
Por su parte, la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, instó a las autoridades británicas y europeas a que la transición sea “lo más efectiva y predecible posible” para reducir “el nivel de incertidumbre” y, por tanto, “de riesgo” para ambas economías. “Estamos escuchando, y no me lo estoy inventando, diferentes declaraciones que van en muy diversas direcciones”, advirtió Lagarde.
La directora del FMI se refería a que algunos líderes europeos, como los presidentes de las instituciones del bloque, pidieron acelerar el paso para la salida de Reino Unido, mientras que otros dicen que no es necesario apurarse.
Ayer Cameron puso freno a este debate, que se estaba llevando adelante sin la voz de los británicos, y aseguró que la definición acerca del momento de oficializar el pedido para salir de la UE es una decisión “que va a tomar Reino Unido, y sólo Reino Unido”. Además, el todavía primer ministro anunció que conformó una comisión para que evalúe cuáles son las opciones de Reino Unido para efectuar la salida.
También en un intento por calmar los ánimos dentro de Reino Unido, el ex alcalde de Londres Boris Johnson, uno de los referentes de la campaña por el brexit, manifestó ayer en una columna del diario The Telegraph su apoyo a los líderes del equipo económico británico: Carney y Osborne, a quienes había criticado por haberse involucrado en la campaña.