Un ciudadano francés de origen marroquí mató el lunes de noche a un policía y a su esposa, también funcionaria policial, en nombre del grupo jihadista Estado Islámico (EI), que reivindicó el ataque unas horas después. Si se confirma la responsabilidad de EI, este sería el primer ataque jihadista en Francia desde que el gobierno impuso el estado de emergencia tras los atentados de noviembre en París. El fiscal de París, François Molins, informó ayer que el atacante fue identificado como Larossi Abballa, de 25 años, quien había estado preso por mantener vínculos con una red que enviaba jihadistas a Pakistán.

Abballa apuñaló al policía Jean-Baptiste Salvint en la puerta de su casa, ubicada en Magnanville -a 60 kilómetros de la capital-, y después retuvo como rehenes a su pareja, Jessica Schneider, funcionaria administrativa de la Policía, y a su hijo de tres años. Unos minutos después de atacar a Salvint, Abballa publicó un video en su cuenta de Facebook en el que aseguró haber jurado lealtad hace tres semanas al jefe de EI, Abu Bakr al Bagdadi, y explicó que su acto respondía al llamado del líder a “matar a los infieles en sus casas con sus familias”. En las primeras horas de ayer, EI confirmó su responsabilidad mediante un breve comunicado publicado por la agencia Ameq, vinculada al grupo jihadista. Las autoridades francesas todavía no lo confirmaron. Abballa murió baleado por las fuerzas de seguridad que irrumpieron en la casa después de cuatro horas de negociaciones fallidas. En el hogar de Salvint encontraron el cuerpo de Schneider, que falleció por “heridas de arma blanca” y al niño “sano y salvo”, dijo Molins.

En la casa de Abballa se encontraron cuchillos, un Corán y una lista con nombres de personalidades, periodistas, policías y raperos.

El presidente francés, François Hollande, dijo ayer que el ataque fue “un acto indudablemente terrorista” y reclamó “una acción internacional resuelta” contra el terrorismo, que incluya “un intercambio de información” y “un seguimiento de los individuos”. El mandatario reconoció que “Francia se enfrenta a una amenaza terrorista de gran importancia” e insistió en la necesidad de “actuar juntos”.