El candidato haitiano llegó a la redacción de la diaria acompañado por una delegación que incluía a Fénol Métellus, rector de la Universidad de Haití, quien después oficiaría de traductor de créole a español y que, de vez en cuando, también transmitiría su opinión. El rector se refería a Moïse como “presidente” y, cuando la diaria le preguntó a qué se debía, respondió: “Lo llamamos ‘presidente’ porque muchos en Haití tenemos la percepción de que él fue el elegido en las últimas elecciones”. Enseguida el candidato hizo referencia al eslogan de su partido, que es “Hasta el final”: “¿Por qué lo elegimos? Porque sabíamos que la extrema derecha no nos iba a dejar pasar”.

-¿Cuál es la situación de Haití desde que Michel Martelly dejó la presidencia del país y asumió en su lugar Jocelerme Privert, que era el titular del Senado?

-La situación en Haití sigue complicada desde que, el 7 de febrero, Martelly terminó su mandato. En las últimas elecciones ganó la plataforma Pitit Dessalines, pero Martelly y su equipo no quisieron que yo llegara al poder. También se quiso imponer un presidente de su partido, [Jovenel Moïse, del Partido Haitiano Tèt Kale], pero el pueblo salió a manifestarse en las calles para impedirlo y lo logró. Consideramos que fue una victoria para nosotros, porque las elecciones fueron canceladas y se va a repetir todo el proceso. El miércoles 22 de junio nuestro partido confirmó la candidatura. Desde ese día, mucha gente dice que el poder será de la plataforma. El presidente que está ahora en el cargo, Privert, es un antiguo colega del Senado y hoy tiene muchas dificultades por la corrupción que hubo en el gobierno de Martelly. Además, los problemas continúan: la inflación sigue alta, al pueblo le cuesta comprar los productos de primera necesidad. A pesar de todo, desde la plataforma apoyamos a Privert porque consideramos que él tiene dos misiones: verificar las elecciones pasadas, algo que ya hizo muy bien y gracias a lo cual decidió que se repitiera la votación; y organizar las próximas elecciones, para lo que estableció un consejo electoral en el que participan la sociedad civil y los partidos políticos. Hoy el proceso electoral está en marcha. El 24 de agosto empieza la campaña y el 9 de octubre serán las elecciones. En síntesis: en el plano económico, político y social, la situación sigue siendo complicada, pero en el ámbito democrático está la posibilidad de elecciones en octubre.

-¿Hay garantías de que no se repetirá el mismo escenario que en las elecciones pasadas?

-Hay cierta duda, pero pensamos que hay mucha voluntad para que haya unas buenas elecciones. El pueblo haitiano tuvo una victoria, porque es la primera vez que la comunidad internacional -y con este término nos referimos a Estados Unidos y a las grandes embajadas de Francia y de Europa- no pudo imponer un gobierno en el país. Tampoco la oligarquía económica, que siempre quiere imponer un gobierno, fue capaz de hacerlo esta vez. Hoy hay tres actores que son muy fuertes en el país: el candidato del ex presidente Martelly y de la comunidad internacional, que simboliza la extrema derecha, Jovenel Moïse; el de la Liga Alternativa por el Progreso y Emancipación Haitiana, Jude Célestin, que representa a la oligarquía tradicional del país; y nosotros, la plataforma Pitit Dessalines, que representamos a la izquierda. Nos sentimos muy seguros compitiendo con estos dos candidatos; conocemos los medios económicos y financieros que tienen, pero nosotros tenemos el apoyo de la población haitiana, que nos respalda por la determinación, por la tenacidad y porque además somos quienes promovemos la integración y la dignidad del pueblo haitiano, la soberanía del país y la producción nacional. Trabajamos para desarrollar una nueva clase económica, mediante instituciones bancarias, para otorgar créditos a las pequeñas y medianas empresas del país. También defendemos la justicia social y los recursos naturales del país y nos oponemos a la presencia de las fuerzas multinacionales de la Minustah [Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití]. Pensamos que gracias a este trabajo el pueblo haitiano nos da su confianza. En general, hay ciertos problemas, pero en el fondo trabajamos duro para poder salir de la situación actual con el objetivo de que las reglas del juego democrático sean respetadas y tengamos una buena elección.

-¿Qué organizaciones conforman la plataforma Pitit Dessalines y qué reivindican?

-La plataforma Pitit Dessalines es un movimiento nuevo que simboliza a las masas y que busca resucitar el ideal de [Jean-Jacques] Dessalines, que fue el padre de la patria después de la revolución contra la esclavitud en 1804. Dos años después lo asesinaron y sus sueños e ideales no se pudieron cumplir. De 1806 a 2016 hay un mundo de diferencias. Hoy no hay esclavitud, pero el sistema de la esclavitud se mantuvo a cierto nivel, siempre está el problema de la injerencia, sigue habiendo miseria. Dessalines en aquel tiempo pensaba en la redistribución de la principal riqueza, que en ese momento era la tierra, para el servicio del país. Nosotros hoy decimos lo mismo. La batalla que dio la plataforma acerca de las minas es un ejemplo. Hoy se piensa que el país tiene recursos en las minas valuados en 20.000 millones de dólares, solamente en oro, y hace tiempo estamos luchando para que esos recursos estén al servicio de los haitianos. Hoy los principales actores de la plataforma surgen de la base de los partidos políticos haitianos, como Fanmi Lavalas, [el ex presidente] Jean-Bertrand Aristide, el movimiento del gobierno de [René] Préval; y la base de Martelly también, junto con algunos sectores universitarios y las clases medias. También forman Pitit Dessalines organizaciones campesinas, movimientos de los barrios marginales y la diáspora de cuatro millones de haitianos que están fuera del país.

-¿Qué peso tienen estas organizaciones sociales en Haití? ¿Tienen posibilidades de incidir?

-Desde 1986 [año en que terminó la dictadura de 15 años de Jean-Claude Duvalier] son los principales actores de la política del país. Desgraciadamente, no han sido beneficiados por los gobiernos que han elegido. Pero actualmente crean inquietud en la comunidad internacional y en la oligarquía económica, que siempre han estado detrás del que gobierna y hoy no tienen la posibilidad de imponer a un presidente. Por eso en las últimas elecciones no estábamos luchando contra uno o dos candidatos, sino contra todas las fuerzas reaccionarias del país, que estaban en contra de Pitit Dessalines. Estamos en el momento de escribir una nueva página en la historia del país. Dessalines le dio a Haití la independencia política y la física; nuestra lucha, ahora, es por la independencia económica del pueblo haitiano. Los actores que están luchando con nosotros son los artífices de esa historia. Lo que queremos es un cambio que beneficie a todos. Necesitamos extender las oportunidades económicas para erradicar los problemas de crecimiento y limitar el nivel de inflación que tiene el país. En los últimos cinco años hemos combatido un sistema económico que deja que 13.000 personas tengan acceso a créditos bancarios, de las cuales sólo 1.000 concentran 87% del crédito. Eso tiene como efecto una situación económica terrible: tenemos una economía confiscada. Estas 1.000 personas -empresarios que se prestan el dinero entre ellos-, sobre los 11 millones de haitianos, confiscan la economía. Creo que si abrimos la economía, la oligarquía va a ser mucho más rica, porque va a hacer mucho más dinero, la producción aumentará, habrá muchos más puestos de trabajo y el dinero va a circular.

-Recién decía que hay tres fuerzas que tienen posibilidades reales de ganar las elecciones en octubre: la derecha, la oligarquía y su plataforma. ¿Pitit Dessalines reúne hoy a toda la izquierda del país?

-Creemos que sí. Hace tiempo que no hay una formación de izquierda con tanta oportunidad en las elecciones. Un movimiento de masas puede empujar a un candidato. En el pasado, no había una estructura que se identificara con la izquierda. Nuestra plataforma se abre con los grupos de tendencia de izquierda, y con el tiempo se integraron personas con creencias nacionalistas, para enfrentar las próximas elecciones. Hoy la plataforma se impone como la fuerza de izquierda en el país. El 99% de los partidos políticos de Haití no ha afirmado sus ideales; a veces no se sabe si son de izquierda o si son de derecha. Pero nosotros lo tenemos claro desde el principio: somos de izquierda. Somos la única fuerza del país que cuestiona la realidad social en cuanto a los problemas económicos, de injerencia, de soberanía, de integridad, de dignidad, y buscamos la autodeterminación como pueblo. Estamos en ese camino, y ya pagamos muy caro. Es por eso que no nos dejamos robar en las últimas elecciones, luchamos para ganar y ganar bien. Por eso no hacemos compromisos, y hay cosas que no negociamos. Incluso en las últimas elecciones teníamos dificultades financieras y no aceptamos recursos de cualquier persona o de cualquier origen. Peleamos una batalla que es justa y si mantenemos esta línea ganaremos.

-¿Cuál es el mensaje de Pitit Dessalines en esta nueva campaña que empieza en agosto?

-El mensaje, en general, es que ya hemos hecho acciones políticas y podemos volver a hacerlas. El discurso de la campaña antes de las elecciones pasadas era “Hasta el final”. Hoy no hemos llegado al final. Para llegar, hay que seguir luchando para tener un país libre, con autosuficiencia alimentaria, donde se crean empleos y donde se debe entrar en la producción nacional con tres ventajas. La primera es la posibilidad de crear empleo, ya que es un elemento fundamental para el crecimiento económico, la segunda es combatir el hambre y, por último, la circulación monetaria. Creemos que somos la última generación para sacar al país de estos problemas. Estamos listos para defender nuestra integridad, nuestra dignidad, nuestra soberanía y los recursos naturales del país. Además, promoveremos una nueva clase económica con la creación de bancos de desarrollo económico y la lucha para retirar a la Minustah. El mensaje es trabajar para la estabilidad política, porque creemos que esta entrena la estabilidad económica. Hoy en Haití somos conscientes de que hemos perdido tres grandes revoluciones: la industrial, la agrícola y la de las nuevas tecnologías de la comunicación. Por eso hay que tener una nueva educación, que se base en la ciencia, la industria y la tecnología. Hoy, como pueblo, tenemos que sujetar nuestro destino en la mano. Ese es el fondo de nuestro mensaje electoral.

-¿Hay alguna perspectiva sobre cómo pueden quedar posicionados en las elecciones de octubre? ¿Tienen elementos para evaluar cómo les va a ir?

-Hoy no formamos parte del poder que gobierna en Haití, pero este poder no está en contra de nosotros. Sin embargo, no le damos un cheque en blanco. Por eso lo vigilamos de cerca, y los organismos que hacen los sondeos electorales están bajo nuestra lupa. Le hemos pedido a la máquina electoral que fabrica fraudes que haga cambios sustanciales. Los miembros que estaban en el consejo electoral en las elecciones pasadas ya no están. Identificamos a los agentes gubernamentales que estaban involucrados en los fraudes: jefe de Policía, fiscales, todos los que integraban el aparato fraudulento. Todo eso lo estamos mirando para asegurar que se toman medidas para que no se repita. Los ministerios que a veces daban dinero para orientar los votos también están bajo nuestra lupa. Nosotros reestructuramos todos los comités locales y departamentales que teníamos y nos preparamos para cuando se lance la campaña en agosto, a la que llegamos con mucha más fuerza que antes. Ponemos en marcha una máquina de comunicación y de movilización, y nos preparamos para hacer la gestión de la jornada electoral. Vamos a lanzar un proceso para buscar dinero, para apoyar la campaña.

-¿Cómo logran financiarse?

-[Antes de que Moïse responda, el rector hace una aclaración] En mi opinión, como miembro de la plataforma, el punto fuerte del candidato a la presidencia, y que no fue mencionado todavía, es su lucha feroz contra la corrupción en Haití, y quisiera destacarlo.

-[Continúa Moïse] Pienso que antes la gente que tenía dinero para comprar votos se quedaba con el poder. Hoy la plataforma se siente segura para luchar de manera limpia y ganar las elecciones. En época de campaña, he visto los esfuerzos de la diáspora haitiana, que envía dinero y otros artículos útiles para la campaña. En ocasiones, la gente de la clase media, la gente del barrio, ha puesto sus medios materiales para lanzar la campaña electoral sin el apoyo de la plataforma. Pienso que hoy, a pesar de esa realidad, reconocemos que hay dificultades para encontrar medios financieros para avanzar en las campañas, pero confiamos en que podemos avanzar. Es esa la fuerza del movimiento hoy: no ser un movimiento de dinero, sino de conciencia social. La gente en Haití quiere un cambio.