El economista Pedro Pablo Kuczynski asumió ayer como presidente y dijo que llegaba para hacer de Perú un “país más moderno”. El nuevo gobernante sabe que el Congreso está dominado por una mayoría fujimorista y que para aprobar reformas necesitará acordar con Fuerza Popular, el partido de su ex contrincante electoral Keiko Fujimori. “No puedo hacerlo solo, necesito la ayuda de este Congreso emblemático de la democracia”, dijo Kuczynski en el primer mensaje a los ciudadanos.

Sin embargo, cuando Kuczynski ingresó al hemiciclo para recibir la banda presidencial, fue recibido por un contrapunto de coros que adelantan la división del sistema político peruano. Sus seguidores comenzaron a gritar: “Sube, sube, PPK”, el cántico de su campaña, pero fueron silenciados por un contundente “¡Fuerza Popular!”, coreado por un más nutrido grupo opositor fujimorista. Luego todo se calmó gracias a la intervención de la presidenta del Congreso, Luz Salgado, de Fuerza Popular, que advirtió que aplicaría el reglamento si el griterío continuaba.

Tras jurar “por Dios, por la patria y por todos los peruanos”, Kuczynski puso énfasis en la necesidad de modernizar el país mediante la educación de calidad. Destacó que el deporte y las artes serán prioridad en el sistema educativo escolar, a la par de las ciencias, las humanidades y los idiomas: “los extranjeros”, pero también el quechua y el aymara. “Un pueblo educado no se equivoca. Un país de ciudadanos educados defiende sus ideales, respeta a otros y busca la paz”, sintetizó. Destacó la necesidad de que las universidades cuenten con acreditación y que los profesionales sean competitivos en el mundo laboral. “Maestros, cuento con ustedes. Sin ustedes este sueño no es posible, pero con ustedes todo lo es”, dijo.

Kuczynski anunció una reforma en la seguridad ciudadana, pero dijo que eso no implicaba un golpe a la institución policial. Al cerrar este punto hizo su primera referencia al final de su mandato: “En el año 2021, viviremos en un país seguro”, aseveró. “Quiero compartir con ustedes mi deseo de vivir en ciudades menos enrejadas, menos enjauladas, con más espacios públicos y parques, que unan a los ciudadanos en un ambiente libre y seguro. Tenemos un buen plan y un excelente equipo para ejecutarlo”, apuntó.

Kuczynski remarcó que su compromiso con la salud pública “es total” y recordó que su padre, un médico nacido en Alemania, dedicó su vida a recorrer la zona de Iquitos atendiendo a pacientes pobres. Dijo que para 2021 espera eliminar la anemia -que afecta a 47% de los niños menores de cinco años y a 30% de las mujeres en edad fértil-, así como reducir los índices de mortalidad infantil. Según UNICEF, en Perú, de cada 1.000 niños nacidos vivos, mueren 20 antes de cumplir un año de edad.

Anunció que, para 2021, espera que todo el país cuente con acceso al agua potable y saneamiento “las 24 horas del día”, pero aclaró que estas políticas “toman tiempo”. Defendió la “igualdad de oportunidades para ambos géneros” y pidió respeto a la dignidad de la mujer y a sus derechos, en particular a “ganar el mismo salario si el trabajo es el mismo”.

“Quiero una revolución social para mi país, anhelo que en cinco años el Perú sea un país moderno, más justo, más equitativo y más solidario. Las desigualdades entre los más pobres y los más ricos deben resolverse levantando el ingreso de los más pobres”, dijo, y mencionó que para 2021 reducirá a la mitad la informalidad laboral, que abarca a dos tercios de los trabajadores peruanos. Kuczynski aseguró que en su gobierno se eliminarán “los múltiples obstáculos a la inversión privada”, para que se generen empleos, y prometió destrabar en los próximos seis meses los proyectos energéticos y mineros que están “atascados por problemas burocráticos”.

Dedicó varios minutos a la lucha contra la corrupción. “Ser un país moderno significa ser un país honesto y no corrupto”, dijo, y destacó que si alguno de sus colaboradores cayera en la “indignidad” de la corrupción, debería “enfrentar a la Justicia”. En este punto, sostuvo que los órganos judiciales deben ser reformados y que se necesitan autoridades especialmente dedicadas a luchar contra la corrupción “con independencia y autonomía”. Distintos análisis destacaron que el discurso de Kuczynski fue menos “técnico” que de costumbre y que buscó ser más comprensible, y resaltaron su “tono conciliador”.