El llamado “informe Chilcot” fue encargado en 2009, cuando las tropas británicas abandonaron Irak, por el gobierno de Gordon Brown, el sucesor de Blair. El objetivo era investigar cómo se decidió la intervención militar en 2003 y cómo se gestionó la situación tras el derrocamiento de Saddam Hussein, quien entonces presidía Irak.
El informe, que recopila información de 150 testigos y más de 150.000 documentos oficiales, fue entregado ayer al primer ministro británico, David Cameron, y está disponible en internet para que las familias de los fallecidos conozcan “la verdad de todo lo que sucedió”, explicó Chilcot. Los familiares insisten en que Blair envió a los soldados a una guerra “ilegal”, y ayer, tras una primera lectura del informe, anunciaron que estudiarán medidas legales contra “las partes implicadas” en la decisión. También dijeron que quieren que Blair “comparezca ante la Justicia”. El abogado que los representa adelantó que en las próximas semanas analizará el texto para ver si es posible imputar a responsables del gobierno, si puede demostrar que “actuaron de forma ilegal o abusaron de su poder”, según declaraciones que recoge la agencia Efe. Alrededor de 20 veteranos de guerra se sumaron al pedido.
Esa “verdad” a la que aludía Chilcot apunta a que la decisión que tomó Blair en 2003 fue un error. En primer lugar, porque “las circunstancias en las que se decidió que existía una base legal para la acción militar de Reino Unido en Irak no eran aceptables”, dice el documento. En este punto, el informe cita algunos defectos detectados en el proceso legal, haciendo especial hincapié en la recomendación del fiscal general Peter Goldsmith, presentada en una reunión del gabinete de Blair, que afirmaba que el uso de la fuerza en Irak era “legal”. “Había muy poco apetito por interrogar a lord Goldsmith, no hubo ningún debate acerca de la legalidad de sus propuestas”, dice el texto. El informe cuestiona, en segundo lugar, a los servicios de inteligencia británicos por “no haber profundizado en la posibilidad de que Irak no tuviera armas biológicas o químicas”, uno de los argumentos más fuertes que usó Blair para defender la intervención en el país, que resultó ser falso.
Otra de las conclusiones que se extraen de la investigación es que “no se habían agotado las alternativas pacíficas” cuando Reino Unido decidió sumarse a la ocupación en Irak, que estuvo liderada por Estados Unidos. El documento asegura que el día en que se produjo la votación parlamentaria para decidir si el país debía intervenir o no, “la acción militar no era la única opción existente”. También establece que los “éxitos estratégicos fueron muy limitados” y que, en este sentido, la situación en Irak en 2009 “no cumplía con ninguno de los objetivos descritos en enero de 2003”, ya que una “profunda división sectaria” amenazaba “la estabilidad y unidad del país”.
Unas horas después de que se presentó el informe, Blair reconoció que las evaluaciones de la inteligencia británica fueron “imprecisas” y que “el resultado acabó siendo más hostil, prolongado y sangriento” que lo que habían imaginado. Y, aunque expresó “pena, arrepentimiento y un pedido de disculpas” por eso, insistió en que tomó la decisión de “buena fe”, pensando en el “interés del país”. “El informe debería poner fin a las acusaciones de mala fe, mentiras o engaños”, dijo Blair, en referencia a los reclamos de los familiares de los soldados.
Por su parte, Cameron dijo que todos los legisladores y partidos que apoyaron la guerra contra Irak, incluido el suyo, tienen que asumir su “parte justa de responsabilidad”. También destacó que el informe no expone pruebas de “ilegalidad” o “engaño” por parte de Blair, y anunció que la semana que viene la Cámara de Diputados dedicará dos días para debatir sobre el contenido del texto.
En tanto, Jeremy Corbyn, el líder del Partido Laborista, al que pertenecen Blair y Brown, dijo que la ocupación en 2003 fue “ilegal” y se refirió a ella como un “acto de agresión militar lanzado bajo un pretexto falso”, en una declaración en Diputados. Corbyn votó en contra de la invasión de Irak en su momento e incluso llegó a presidir la coalición Paren la Guerra, formada por políticos y organizaciones civiles que condenaban el conflicto.