Mientras las autoridades brasileñas se preocupan por blindar Río de Janeiro para evitar posibles atentados terroristas durante los Juegos Olímpicos, que se inauguran mañana, quienes viven en las calles más pobres son víctimas de la violencia policial. Las cifras al respecto no paran de crecer: según Amnistía Internacional, de abril de 2015 a junio de 2016, el índice de homicidios cometidos por la Policía aumentó 103%.
Un evento deportivo de la magnitud de los Juegos Olímpicos eleva el riesgo de violaciones a los derechos humanos. En otras oportunidades, en encuentros de este tipo, que atraen la atención internacional, organizaciones civiles denunciaron que los abusos en el país anfitrión se suelen barrer bajo una alfombra tejida con premios y medallas. Hay varios casos para citar, pero tal vez sería más acertado recordar lo que pasó antes en Río, que también fue escenario de la Copa Mundial de la FIFA en 2014 y de los Juegos Panamericanos de 2007. Esas competencias terminaron empañadas por graves violaciones a los derechos humanos, una importante deuda pública, gastos injustificados y la construcción de infraestructuras muy caras que quedaron sin terminar. La escena podría repetirse esta vez.
En 2009, el Comité Olímpico quedó satisfecho con las promesas de “reforzar el tejido social”, invertir en seguridad pública y mantener un modelo económico “sólido”, y eligió a Río para organizar los Juegos Olímpicos. Desde entonces, más de 2.600 personas murieron en manos de la Policía, según un informe que Amnistía Internacional publicó el martes.
La violencia policial en la ciudad brasileña, en especial en favelas y en barrios situados entre el aeropuerto internacional de Río y las sedes olímpicas, ya había aumentado antes del Mundial de Fútbol, pero se intensificó en los últimos meses, de acuerdo con el informe. La organización señala que la Policía mató sólo en Río a 35 personas en abril, 40 en mayo y 49 en junio, citando datos del Instituto de Seguridad Pública. La conclusión más evidente es que, en Río, más de una persona muere por día en manos de policías.
“Brasil ya ha perdido los Juegos Olímpicos antes de empezar. El aumento de los homicidios cometidos por la Policía, aparentemente imparable, pone en serio compromiso cualquier posibilidad de un legado olímpico positivo en materia de seguridad pública”, dijo el director ejecutivo de Amnistía Internacional Brasil, Atila Roque, citado en el informe.
Roque instó a las autoridades brasileñas a actuar “con urgencia” para impedir que se sigan cometiendo violaciones a los derechos humanos y para que los casos lleguen a la Justicia. “Una sombra de muerte se ha instalado sobre Río de Janeiro, pero a las autoridades sólo parece preocuparles el buen aspecto del Parque Olímpico, agregó.
Para elaborar un mapeo de la violencia en Río, Amnistía Internacional lanzó el 5 de julio la aplicación Cross Fire que recopila la información facilitada por personas que viven en esta ciudad sobre tiroteos y violencia armada. Según el último informe, sólo en julio se denunciaron mediante la aplicación 756 tiroteos con 51 víctimas mortales. La organización explica que la mayoría de las notificaciones provienen de ciudades cercanas al aeropuerto y a sedes olímpicas. No es casual.
El documento publicado el martes destaca que la mayoría de las personas asesinadas desde 2009 son hombres jóvenes y negros, que residen en zonas pobres.