El presidente de Argentina fue a Mar del Plata para presentar el Plan Nacional de Hábitat, un proyecto que tiene como objetivo la urbanización de barrios irregulares. Lo acompañaban la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, y dirigentes locales. El discurso de Macri fue interrumpido varias veces por abucheos y silbidos, que una vez terminado el acto se transformaron en insultos directos contra el mandatario. Todo esto a pesar de que, unos minutos antes, él había hecho un llamado a “poner la energía en construir y no en agredir”. Cuando la comitiva presidencial se retiraba del lugar, los autos oficiales recibieron golpes y pedradas, lo cual decidió a la Justicia argentina a abrir una investigación judicial por atentado contra la autoridad.

El fiscal Juan Pablo Lódola inició de oficio la causa e intentará determinar quiénes apedrearon los autos, según confirmaron fuentes judiciales al portal de noticias de Mar del Plata 0223. Lódola pidió un informe a los funcionarios encargados del operativo de seguridad para custodiar a Macri y a Vidal, y las autoridades ya analizan las imágenes de las cámaras de seguridad del lugar. Ayer, el fiscal general de Mar del Plata, Daniel Adler, dijo que la fiscalía tiene que “recibir las declaraciones testimoniales y terminar de ver las filmaciones” para determinar qué fue lo que pasó. En declaraciones a las radios Colonia y La Red, Adler consideró “serio y grave” el incidente porque “afecta la convivencia democrática y la tolerancia”. Además, dijo que el ataque con piedras constituye una “agresión penal”.

La ministra de Seguridad argentina, Patricia Bullrich, anunció que Macri comenzará a utilizar en los próximos días una camioneta blindada, aunque negó que esto tenga que ver con la agresión sufrida en Mar del Plata. “El presidente no tenía auto blindado, ahora va a tener; esto ya se había decidido hace tiempo”, dijo Bullrich. La ministra agregó que “la lectura política” de lo sucedido es que “hay un grupo ligado al kirchnerismo” que actúa en relación “con esta posición cada vez más radical de la ex presidenta [Cristina Fernández], que hace un permanente reemplazo del lenguaje de la democracia”. En este sentido, Bullrich afirmó que “a cada lugar que va el presidente hay un grupo que organizadamente lo sigue para evitar que pueda realizar actos”.

En tanto, el jefe de gabinete argentino, Marcos Peña, dijo el domingo que los abucheos y las pedradas contra la comitiva presidencial fueron “hechos aislados” que merecen el “repudio de toda la dirigencia política”. En diálogo con la radio Mitre, Peña también señaló que varios de los “sectores” que estaban presentes durante la agresión “militan desde hace años en el kirchnerismo”, y cuestionó a la oposición por no referirse al ataque.

Al día siguiente, la oposición rompió el silencio. El titular del Frente para la Victoria en el Senado, Miguel Ángel Pichetto, emitió un comunicado “en repudio” a la acción de “grupos radicalizados” que “no representan en modo alguno al peronismo”. Pichetto señala en el texto que el derecho a la protesta es “esencial” en democracia y que, aunque en la actualidad “hay motivos para ejercerlo”, no debe hacerse mediante la “violencia”.

Por otro lado, el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, dijo que “una alternativa política no se construye tirando piedras, sino con propuestas para resolver los problemas de la gente”.

De costado

La presencia de Macri en el barrio marplatense Belisario Roldán también provocó que un grupo de vecinos y miembros de la organización social Votamos Luchar fuera reprimido por la Policía con golpes, gases y balas de goma, según informó el diario Página 12. Ezequiel Francomano, miembro de la agrupación, dijo a 0223 que la violencia empezó cuando intentaban dirigirse al predio en el que estaba el mandatario, para “hacer escuchar la voz de los más humildes”, que no pueden “afrontar el ajuste feroz”. También aseguró que “algunos compañeros” fueron heridos y que los funcionarios policiales dispararon a metros de donde también había “mujeres con bebés”.

En el acto se hicieron presentes distintos organismos de derechos humanos que, con una bandera argentina gigante repleta de fotos de desaparecidos, rechazaron las declaraciones de Macri, quien aseguró “no tener idea” de cuántas personas desaparecieron durante la dictadura.