“El Senado se reúne para adoptar una de las más graves decisiones que la Constitución le encomienda, como es la posible destitución de una presidenta”, dijo ayer Ricardo Lewandowski, el presidente del Supremo Tribunal Federal, cuando inauguró la sesión, unos minutos antes de las 10.00. Aunque se esperaba un extenso debate de 20 horas, los senadores acordaron interrumpir el proceso a las 23.00 y retomarlo hoy a las 9.00.

Lewandowski, que dirigió la sesión como garante constitucional del proceso, hizo énfasis en la “delicada incumbencia” del caso e insistió en que los senadores deberán actuar como “jueces”, con “plena independencia”, según sus “propias conciencias y las normas constitucionales” y despojados de “pasiones políticas”.

En una instancia previa al comienzo de la sesión, senadores que apoyan a Rousseff exigieron la “suspensión” del juicio político, tomando como base una denuncia publicada por la revista Veja, que implica al presidente interino, Michel Temer, en supuestas prácticas ilegales de financiación de campañas. El empresario Marcelo Odebrecht, condenado a 19 años de cárcel en el marco del caso Petrobras, pactó un acuerdo de cooperación judicial con miras a una reducción de pena y acusó a Temer de haber recibido dinero “en negro”. La revista publicó que Odebrecht confesó que en 2014 se reunió con Temer y pactó una “donación” para campañas de más de tres millones de dólares. Ese dinero, según la versión de Veja, tenía origen en la red de corrupción que operó en Petrobras, un asunto del cual estaría al tanto Temer, que aspira a completar el mandato de Rousseff hasta enero de 2019.

El senador del Partido de los Trabajadores Lindbergh Farias dijo que “no es posible” proseguir el juicio contra la mandataria si su eventual destitución sirve para darle “poder e inmunidad” a “alguien sospechoso de corrupción”, y exigió la suspensión del proceso hasta que se esclarezca la situación de Temer. El pedido fue rechazado por Lewandowski, quien aclaró que las sospechas contra Temer “son ajenas” a lo que el Senado discute y no pueden “confundirse” con el juicio político al que responde la presidenta, acusada de haber violado las leyes de responsabilidad fiscal y de presupuesto al maquillar los gastos para disimular el déficit.

Descartada la suspensión de este proceso, el primero en dirigirse al plenario fue el senador Antônio Anastasia, el instructor del juicio político, y leyó el informe que él elaboró y que fue aprobado la semana pasada por la Comisión Especial de Impeachment. Este informe respalda la destitución de Rousseff y será votado hoy. El senador también planteó las posibles apelaciones que puede presentar la defensa de la mandataria. A continuación, la agenda preveía que cada senador expusiera su posición en un plazo de diez minutos. Según los medios brasileños, se anotaron para hablar unos 50 senadores de los 81 que componen la cámara. Finalmente, la acusación y la defensa tendrían media hora para dirigirse al plenario.

La votación que lleva adelante el Senado hoy es la primera de las dos que pueden alejar definitivamente a Rousseff del poder. Para que quede habilitada la segunda, que es la etapa definitiva del proceso, tiene que votar hoy a favor del informe de Anastasia la mayoría simple de la cámara, es decir, 41 senadores. El equipo de Temer, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), esperaba ayer conseguir 60 votos a favor, según informó el diario Folha de São Paulo. Para lograrlo, el gobierno interino intentaba conseguir los votos de senadores del PMDB que en mayo se opusieron a la apertura del proceso o se abstuvieron de votar. Los más cercanos a Temer dijeron a Folha que los votos de la oposición no serían más de 18. En el Senado, sin embargo, los defensores de Rousseff apostaban a que podían llegar a 22, un número que, de todas formas, también es insuficiente. Anoche no se sabía qué iba a votar el presidente del Senado, Renan Calheiros, que en más de una ocasión afirmó que no se iba a pronunciar en ninguna etapa del proceso para preservar la neutralidad que requiere su cargo.

En tanto, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva viajó ayer a Brasilia para reunirse con Rousseff y terminar la última versión de la carta que la presidenta suspendida pretendía entregar a los senadores antes de la votación. El punto central de ese texto, según los medios brasileños, es el pedido de que se convoque a un plebiscito acerca de la realización de nuevas elecciones en Brasil. Allegados de Rousseff dijeron a Folha que, aunque la mandataria es consciente de su desventaja en la votación de hoy, quería enviar la carta como “gesto político”.