Las reuniones con presidentes suelen prepararse con anticipación, pero con Trump siempre hay lugar para las excepciones. Y también para las sorpresas, porque nadie hubiera imaginado, durante el último año, que el empresario elegiría México para su primera visita como candidato a un presidente extranjero. El martes de noche Trump anunció que viajaría a la capital mexicana, tan sólo unas horas después, para reunirse con el presidente Peña Nieto en respuesta a una invitación que el mandatario les envió el viernes a él y a su rival demócrata, Hillary Clinton.

Luego de reunirse en la residencia presidencial de Los Pinos, Trump y Peña Nieto dieron una conferencia de prensa. El mandatario mexicano dijo que tuvo una “conversación abierta y constructiva” con el candidato, que sirvió para “intercambiar opiniones y visiones sobre la relación bilateral”. También aclaró que hablaron sobre los ataques que Trump lanzó durante su campaña que, según dijo, “lastimaron a los mexicanos”. A pesar de todo, Peña Nieto dijo que está “seguro” del “interés genuino” de Trump por “construir una relación” que dé a ambas naciones “condiciones de mayor bienestar”.

El empresario, en su turno, describió como “fructífero” el encuentro, expresó su “gran respeto” al pueblo mexicano e insistió con la necesidad de construir un muro en la frontera que comparten “para poner un alto a la inmigración y al flujo de armas y de efectivo”, aunque aclaró que no discutieron sobre quién lo pagará. Más tarde, Peña Nieto tuiteó: “Al inicio de la conversación con Donald Trump dejé claro que México no pagará por el muro”.

La inesperada visita de Trump a México supone un giro rotundo en su campaña, que comenzó con insultos a los inmigrantes mexicanos, a quienes llamó “criminales” y “violadores”. En ese primer acto fue que anunció su plan de construir el muro en la frontera con México -y aseguró que lo pagarían los mexicanos-, una propuesta que se convirtió en el eje de su política migratoria. Desde ese momento, la lista de insultos hacia los mexicanos no hizo más que agrandarse, y a esto se sumó su voluntad de deportar a los 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven en Estados Unidos, de los cuales seis millones son mexicanos.

Hasta no hace mucho, Peña Nieto sostenía un discurso muy crítico hacia la política migratoria que defendía el empresario. En una entrevista que dio en marzo, dijo que su país “de ninguna manera” se haría cargo de pagar la construcción del famoso muro. En la misma ocasión, comparó la retórica de Trump con la de Adolf Hitler y Benito Mussolini, y afirmó que había dañado los lazos bilaterales. Pero el martes adoptó un tono diferente, más suave, cuando justificó en Twitter la visita de Trump: “Creo en el diálogo para promover los intereses de México en el mundo, y principalmente para proteger a los mexicanos donde quiera que estén”.

La decisión de invitar al candidato le costó a Peña Nieto las críticas de la oposición, que ayer manifestó su descontento en las redes sociales. “Enrique Peña Nieto comete un grave error político al dejarse utilizar y servir a los intereses electorales de Donald Trump”, manifestaron senadores del izquierdista Partido de la Revolución Democrática. El grupo transmitió su “repudio” a la visita de Trump, que “ha insultado y denigrado a los mexicanos” con “una campaña de odio” en contra del país y sus ciudadanos.

La candidata presidencial del conservador Partido Acción Nacional (PAN) para las elecciones de 2018, Margarita Zavala, se dirigió a Trump en Twitter: “Aunque lo hayan invitado, sepa que no es bienvenido. Los mexicanos tenemos dignidad y repudiamos su discurso de odio”. El presidente del PAN, Ricardo Anaya, recordó en otro mensaje que los mexicanos tienen “memoria y dignidad”, y agregó: “¿En qué cabeza cabe invitar a Donald Trump?”. El rechazo a la visita del multimillonario también se vio reflejado en las calles de Ciudad de México, en las que cientos de personas salieron a protestar con carteles que decían “Trump go home”, según informó el diario mexicano La Jornada.

Clinton, que según su equipo visitará a Peña Nieto “cuando sea el momento adecuado”, tampoco ignoró el viaje de Trump. “Hay que hacer algo más que tratar de compensar un año de insultos e insinuaciones al visitar a nuestros vecinos durante unas cuantas horas y después volar de vuelta a casa. No funciona así”, dijo la candidata demócrata en un acto en Ohio.

Estaba previsto que después del encuentro con Peña Nieto el empresario volviera a su país para dar un discurso sobre sus propuestas migratorias. Ese discurso, pospuesto en varias ocasiones, despertó expectativas debido a que, en algunos momentos de la semana pasada, Trump pareció dispuesto a suavizar sus duros planes migratorios e incluso a retractarse de su propuesta de deportar a los 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos.