A la cita en la ciudad china de Hangzhou concurrieron, entre otros, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, el de Rusia, Vladimir Putin, el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, la primera ministra de Reino Unido, Theresa May, la canciller de Alemania, Angela Merkel, el presidente de Francia, François Hollande, el primer ministro de India, Narendra Modi, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, además de Michel Temer, de Brasil, y Mauricio Macri, de Argentina. Finalmente llegaron a la idea común de luchar contra el proteccionismo y eliminar los obstáculos que traban el comercio y la inversión entre países. De acuerdo con la declaración final, los gobiernos deben esforzarse por explicar las bondades del proceso de globalización a sus ciudadanos, cada vez más escépticos acerca de los beneficios del comercio y, por ende, propensos a apoyar los cierres de fronteras y las trabas al intercambio. “Vamos a apoyar los mecanismos multilaterales de comercio y nos opondremos al proteccionismo para revertir la disminución del comercio mundial”, aseguró el presidente chino, Xi Jinping, en su declaración final.

El anfitrión tuvo un papel destacado en la cumbre. Entre otras cosas, dijo que la economía global está “en una encrucijada clave”, porque no sólo está golpeada por la debilidad de la demanda internacional, sino que también está afectada por la volatilidad del mercado financiero y el bajo volumen de las inversiones. “Los elementos que impulsaron el crecimiento en la ronda previa de avance tecnológico están disipándose gradualmente, mientras que una nueva ronda de revolución industrial y tecnológica aún no ha cobrado impulso”, dijo. Para Xi, líder del país cuyo comercio es el más dinámico, la economía global está amenazada por un creciente proteccionismo y aumentan los riesgos de un “alto apalancamiento”. Sus palabras fueron interpretadas como una advertencia tras las conversaciones bilaterales con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Esas charlas no fueron bien valoradas por los chinos, pero el presidente estadounidense las describió como “extremadamente productivas”.

Obama, que llegó a China en medio de enormes medidas de seguridad que impidieron que los periodistas pudieran observar su arribo, sostuvo conversaciones a lo largo de cuatro horas con Xi. El mandatario estadounidense eligió ese tema y no el lento crecimiento económico en una charla posterior con periodistas. Obama instó a China a que cumpla “con sus obligaciones” en relación con el tratado marítimo internacional en el Mar de China Meridional. Una corte de arbitraje en La Haya determinó en julio que China no tiene un título histórico sobre dichas aguas y que había violado el derecho de Filipinas, que presentó el caso en virtud de la Convención de la ONU sobre Derecho Marítimo. China rechazó el dictamen, aseguró que “seguirá salvaguardando firmemente su soberanía y derechos marítimos en el Mar de China Meridional”, y acusó a Estados Unidos de provocar los problemas.

Obama, que quiere dejar su impronta a cinco meses del fin de su mandato y ha elegido para eso las relaciones políticas y comerciales con los países del Lejano Oriente, remarcó los compromisos de Washington con sus aliados regionales. Además, aseguró a Theresa May, la primera ministra británica, que no cambiará su opinión respecto de que el brexit fue un error y que, por ende, Londres no podrá dejar de lado a los demás países de la Unión Europea para lograr antes un acuerdo bilateral con Washington.

Tanto Estados Unidos como los europeos apoyaron la preocupación china de relanzar el libre comercio, pero hicieron hincapié en que el intercambio de mercancías sea “justo”, una advertencia velada a China por los subsidios a sectores como el siderúrgico.

Sobre el bidet

A pesar de las promesas que los líderes de estos países han hecho en cumbres anteriores, en la práctica, enfrentados a la realidad en materia comercial, terminaron adoptando medidas proteccionistas. Según la Organización Mundial del Comercio, desde la última cumbre en Turquía, en noviembre de 2015, los integrantes del grupo han aplicado 145 nuevas medidas de restricción al comercio, el nivel más alto desde que el organismo empezó a elaborar este informe, en 2009.

Lo que sí hubo en la cumbre fue un “consenso” de que para combatir el auge de los discursos proteccionistas es necesario un “crecimiento inclusivo”. La presidenta del FMI, Christine Lagarde, admitió que “el crecimiento ha sido muy bajo durante mucho tiempo y ha beneficiado a muy pocos”. En el comunicado final, los principales énfasis estuvieron en la lucha contra las desigualdades económicas y sociales, y los esfuerzos para evitar la evasión fiscal por parte del principal agente de la globalización: las grandes multinacionales. “Nuestro crecimiento tiene que ser inclusivo para que sea fuerte, sostenible y equilibrado”, señala el texto que destaca la necesidad de que los beneficios de la globalización “sean ampliamente compartidos”. “Es un tema que ya no puede ser dejado de lado”, destacó por su parte la canciller alemana, Angela Merkel.

Nuevamente, el trasfondo son las elecciones en Estados Unidos, donde el candidato republicano, Donald Trump, en contra de la tradición de su partido, es quien mejor encarna la defensa del proteccionismo. Pero hay signos parecidos en Francia, que pedirá formalmente a fin de mes que se suspendan las negociaciones del tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos, y también los hay en Alemania, donde el ministro de economía dio por fracasadas dichas negociaciones.

La declaración del G20 destacaba el acuerdo -que se alcanzó al menos en las palabras- en utilizar “todas las herramientas posibles” para reactivar las economías utilizando políticas monetarias y fiscales expansivas y la puesta en marcha de reformas estructurales. Sin embargo, hace tan sólo una semana, la presidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos, Janet Yellen, fue clara al decir que ve argumentos cada vez más fuertes para subir las tasas de interés, lo que podría frenar el mínimo atisbo de crecimiento global. La declaración también pide depender menos de los banqueros centrales y más de las reformas, aunque no se aclara de qué manera.

Nuevamente queda claro que las palabras no son acompañadas de una acción coordinada. Un informe reciente del FMI muestra que los integrantes del G20 apenas han llevado a la práctica la mitad de las promesas de la cumbre de Brisbane de 2014. ¿Será por esa falta de decisiones concretas que en medios como La Nación, de Argentina, la noticia más leída sobre la cumbre era que Juliana Awada, esposa del presidente Mauricio Macri, había desplegado allí “su estilo y elegancia”?