La Policía Militar brasileña presentó cargos contra 26 personas que participaron el domingo en la marcha contra el gobierno de Michel Temer y en reclamo de elecciones ya. La movilización fue convocada por el Frente Brasil Popular y otras agrupaciones de izquierda y fue la que, hasta ahora, reunió más gente en la avenida Paulista; según los organizadores, hubo 100.000 personas. Si bien la marcha fue pacífica, con gente de todas las edades, cuando terminó algunos manifestantes se enfrentaron con la Policía, que los dispersó con bombas de gas lacrimógeno y chorros de agua.
Hubo detenidos al cierre de la movilización, pero también antes: la Policía Militar arrestó a 26 personas en la tarde del domingo, antes de que comenzara, informó la cadena O Globo. Ese día no se informó a qué se debió, y los detenidos no pudieron acceder a sus abogados durante seis horas. Ayer la Policía informó que presentó cargos en contra de 26 personas, entre ellas diez menores de 18 años, por “delincuencia organizada”, porque tenían extintores y una barra de metal, entre otras cosas, como suero y gasa. El abogado defensor de cinco de los detenidos, Marcelo Feller, aseguró que la Policía los acusa de pretender cometer un delito, aunque este no se haya cometido, y que se trata de “prisiones políticas”. Agregó que “lo que está en juego aquí es la libertad de manifestación”.
Por su parte, el senador del Partido de los Trabajadores Lindbergh Farias, que estuvo en la movilización del domingo, opinó que “el objetivo de la Policía Militar es promover esta imagen de enfrentamiento para que la gente no salga a las calles a protestar, por miedo”. Además, dijo que recurrirá a la Organización de Estados Americanos para denunciar la actitud de la Policía.
Y siguen
Las marchas no se detienen en Brasil. Ayer miles de trabajadores rurales se movilizaron para protestar contra la destitución de Rousseff y contra la llegada de la derecha al gobierno. Además, exigieron la restitución del Ministerio de Desarrollo Agrario, que fue eliminado por Temer cuando asumió de forma interina.
Las marchas de los trabajadores rurales tuvieron lugar en cinco estados -Alagoas, Paraíba, Rio Grande do Sul, San Pablo y el Distrito Federal- y reunieron a unas 10.000 personas, según los organizadores. En la mayoría de las ciudades se ocuparon oficinas públicas y se instalaron campamentos que los manifestantes pretenden mantener hasta mañana. En el caso de Brasilia, fue ocupado el Ministerio de Planificación y el campamento se instaló frente al Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria.
Los principales reclamos de los trabajadores rurales recaen sobre el proyecto de reforma jubilatoria que está redactando el Ministerio de Planificación, que establecerá los 65 años como la edad mínima de jubilación en Brasil para todos los trabajadores. Actualmente los trabajadores brasileños pueden retirarse con 30 años de aportes en el caso de las mujeres y 35 en el de los hombres, pero los rurales no tienen esa exigencia -las mujeres pueden jubilarse a los 55 años y los hombres a los 60-, porque se considera que las actividades del campo generan un desgaste físico mayor. La iniciativa del Ministerio de Planificación no considera esta diferenciación. “La reforma propuesta traerá una pérdida de derechos para los trabajadores y trabajadoras del campo, que pasarán a ser igualados con los trabajadores urbanos”, manifestaron en un comunicado los movimientos campesinos que convocaron a las protestas.
Ante la seguidilla de movilizaciones, hay preocupación en el gobierno porque para mañana se convocó una protesta en los alrededores del lugar en el que se desarrollará la ceremonia para conmemorar la independencia de Brasil, en la que Temer deberá utilizar, por primera vez públicamente, la banda presidencial.