El papa Francisco canonizó ayer a la madre Teresa de Calcuta y elogió su “defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada”. Aludía al trabajo con enfermos que desarrolló la monja albanesa y también a su posición acerca del aborto, al que ella calificó como “el mayor destructor de la paz” en 1979, cuando recibió el premio Nobel de esa categoría.
La figura de la ahora santa Teresa recibe elogios, pero también cada vez más críticas, a medida que se conoce más datos sobre su labor y sobre la organización que fundó, las Misioneras de la Caridad. El cubano-estadounidense Hemley González fue voluntario de esa organización en 2008 y aseguró que allí se lleva adelante “una violación sistemática a los derechos humanos [de los enfermos] y un escándalo financiero”, informó el diario español El País. Según su relato, las agujas hipodérmicas se reutilizan y a los enfermos no se los medica porque se considera que es Dios el que debe decidir si se curan. Existen denuncias de que esto sucedía también cuando la madre Teresa estaba al mando de la organización.
Uno de sus mayores críticos ha sido el doctor indio Aroup Chattarjee, autor de un libro sobre la religiosa, quien afirma que ella no dudó en recibir donaciones de dictadores y de empresarios corruptos para financiar su obra. También publicó un video en el que ella reconoce que convirtió al cristianismo a miles de enfermos antes de que murieran, a veces mientras estaban inconscientes, “para que San Pedro los deje entrar al cielo”.