Estados Unidos estrenó ayer un Congreso controlado por los republicanos, que empiezan la legislatura con una larga lista de promesas para cumplir. Tanto Trump como el vicepresidente electo, Mike Pence, aclararon en las últimas semanas que la idea es actuar con rapidez para aprobar las propuestas que anunciaron durante la campaña electoral. Entre las medidas prioritarias se encuentran la simplificación del código tributario, un recorte de las tasas de impuestos a las empresas y la derogación de la reforma de salud de Obama, conocida como Obamacare.

La cadena CNN informó ayer que los republicanos empezarán por este último punto, que consideran inviable y un obstáculo para el crecimiento del empleo, y que quieren revocar desde que se transformó en ley en 2010. El propio líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, prometió el lunes que la revocación sería lo primero en el orden del día, según informó el diario The New York Times. Sin embargo, no está claro cómo harán para proporcionar la cobertura médica a las 14 millones de personas que están inscritas en el programa.

Los legisladores demócratas advirtieron el lunes que darán batalla para defender la que consideran una de las iniciativas emblemáticas del gobierno de Obama. De hecho, el todavía presidente estadounidense tiene previsto reunirse hoy con ellos para discutir estrategias al respecto.

Por otro lado, los republicanos también planean la revocación de regulaciones ambientales aprobadas durante la era Obama y la confirmación de un nuevo juez de la Corte Suprema.

El comienzo de la nueva legislatura se vio empañado por la aprobación secreta, en la Cámara de Representantes, de una enmienda que deja sin poder a la oficina de ética que se encarga de investigar las acciones de los legisladores y es independiente. De esa manera, se buscaba dejar la tarea de vigilancia ética a los propios legisladores, mediante un Comité de Ética de la cámara baja. La medida, que se votó a última hora del lunes, no fue consultada con los titulares de las bancadas y se aprobó a pesar de que no contaba con el apoyo del líder de la cámara, el republicano Paul Ryan. Trump criticó el cambio ayer temprano en una serie de tuits en los que calificó la medida de “injusta”. Pero, especialmente, cuestionó a los legisladores de su partido por no concentrarse en temas más importantes como la reforma fiscal o de la salud.

La oficina de ética fue creada en 2008, cuando la demócrata Nancy Pelosi presidía la Cámara de Representantes, después de una serie de escándalos de corrupción por los que tres legisladores terminaron en la cárcel.

Ahora, como líder de la oposición, Pelosi acusó a los republicanos de estar eliminando el único órgano independiente encargado de supervisar las acciones de los congresistas. “Evidentemente, la ética es la primera víctima del nuevo Congreso republicano”, dijo en un comunicado.

Las críticas por parte del presidente electo, finalmente, obligaron a los congresistas a revertir la medida antes de que fuera votada por el plenario en una sesión que estaba prevista para la tarde de ayer. En una reunión a puertas cerradas, los líderes republicanos de la cámara baja, Paul Ryan y Kevin McCarthy, lograron que la iniciativa no fuera debatida en el Congreso. Después de ese encuentro, el legislador republicano Tom Cole dijo a la prensa: “La gente no quería esta historia el día de la inauguración”. ■