Al menos 57 personas fueron detenidas en Egipto por su orientación sexual en una campaña de represión que comenzó hace casi tres semanas, según denunció la organización civil Iniciativa Egipcia para los Derechos Personales (EIPR, por su sigla en inglés). Esta y otras organizaciones locales e internacionales denunciaron además que los detenidos se enfrentan a todo tipo de abusos y no tienen garantías de un juicio justo.

La ola de detenciones empezó el 22 de setiembre, durante un concierto de la banda libanesa de pop Mashrou’ Leila en El Cairo. Allí, varias personas fueron arrestadas por ondear la bandera con los colores del arcoíris, símbolo de la diversidad sexual, bajo las acusaciones de “practicar el libertinaje” o de “promover las desviaciones sexuales”.

Desde ese día, han sido detenidas 57 personas en varias ciudades egipcias bajo las mismas acusaciones, según indicó la semana pasada la EIPR en un comunicado. De esos detenidos, al menos una treintena ya fueron procesados. La gran mayoría “no tiene relación” con lo ocurrido en el recital, algo que “en sí no constituye ningún delito”, aclaró la organización.

La homosexualidad no está prohibida de forma expresa en la legislación egipcia. Sin embargo, se inician frecuentes procesos por acusaciones de “prácticas inmorales” y de “prostitución”. Activistas que defienden los derechos LGTB aseguran que la persecución empeoró claramente desde la llegada al poder del presidente Abdelfatah al Sisi, tras el golpe de Estado que protagonizó en julio de 2013.

La EIPR aseguró que la campaña que las fuerzas de seguridad llevan adelante desde hace semanas contra los integrantes de la comunidad LGBT “no tiene precedentes”. Además, denunció “la ausencia de garantías de un juicio justo de los detenidos”, así como el hecho de que no se les permita ponerse en contacto con sus familias o con abogados. También advirtió que están expuestos a “cualquier tipo de abuso dentro de los lugares en los que se encuentran retenidos”.

Respecto de eso último, Amnistía Internacional aseguró tener pruebas de que al menos seis de los detenidos en estas últimas semanas fueron sometidos a “exploraciones anales forzosas” que, según consideró la organización, “no son justificables en ninguna circunstancia” y “equivalen a la tortura”.

La directora de Campañas de Amnistía Internacional para el Norte de África, Najia Bounaim, dijo la semana pasada que “la magnitud de las últimas detenciones pone de manifiesto que la homofobia está peligrosamente arraigada en el país”. A la vez, exigió “poner fin a esta despiadada campaña represiva con urgencia y poner en libertad inmediata e incondicional a todas las personas detenidas”, en lugar de “intensificar las detenciones y practicar exploraciones anales”.

Las fuerzas de seguridad egipcias han redoblado sus esfuerzos para “cazar” homosexuales en las redes sociales, mediante falsas aplicaciones de celular y concertando citas, haciéndose pasar por gays, contó a la agencia de noticias Efe Dalia Abdelhamid, integrante de la EIPR. Informó a la vez que desde octubre de 2013 hasta marzo de 2017 se registraron 289 detenciones de personas por su orientación sexual.

La otra cara de la campaña es la que lleva adelante el Estado en los medios de comunicación, difundiendo “discursos de odio e instigación contra los homosexuales”, de acuerdo con la EIPR. Esto se vio especialmente reforzado el 30 de setiembre, una semana después del concierto del grupo libanés, cuando el Consejo Supremo para la Regulación de los Medios de Egipto ordenó prohibir “la promoción o la difusión de lemas homosexuales”, así como la aparición de homosexuales en los medios. La organización Human Rights Watch condenó la medida en un comunicado y manifestó que “dada la masiva campaña de arrestos y el clima de miedo, informar de manera objetiva sobre este asunto y dar voz a la comunidad LGTB es más importante que nunca”.

Todas las voces que se han pronunciado coinciden en que considerar un “delito” el hecho de flamear una bandera es “completamente absurdo”. Pero para Abdelhamid, la actual ola de arrestos no tiene “una razón sola”. Más bien, se basa en la homofobia que, sostiene, está “fuertemente enraizada” en la sociedad y que las fuerzas de seguridad utilizan para promocionarse como “los defensores de la religión, los valores y las costumbres” del país.