La Oficina Federal de Estadística de Alemania informó que la economía del país presentó un “fuerte” crecimiento en el tercer trimestre del año. En ese período, la actividad económica alemana avanzó 0,8% en relación con el trimestre anterior, lo que lleva a una previsión de crecimiento para todo este año de 2,3% –e incluso algo más–, por encima de la mayoría de los pronósticos.

En esta aceleración del crecimiento incidió una mejora en la coyuntura internacional, particularmente en la zona euro, que determinó un repunte en las exportaciones de Alemania. Las ventas externas de bienes y servicios alemanes crecieron 1,7% respecto del segundo trimestre, más que las importaciones, que subieron 0,9%. Pero también las inversiones registraron una evolución positiva en relación con el trimestre anterior, en particular las destinadas a equipamiento –maquinaria y equipos–, así como los vehículos, que subieron 1,5%. Por su parte, el consumo privado, que había sostenido el crecimiento durante 2015 y 2016, tuvo un ligero retroceso de 0,1%, y el gasto público se mantuvo en el mismo nivel que en el trimestre anterior.

El dato de crecimiento no es el único que habla del buen momento de la economía alemana. El DAX 30, el indicador que sintetiza las cotizaciones de las empresas en la bolsa de Frankfurt, se mueve desde octubre por encima de la barrera histórica de los 13.000 puntos. Por su parte, el mercado de trabajo alemán se acerca al pleno empleo, con una tasa de desocupación de 5,4%.

Sin embargo, un informe del Consejo de Expertos del Gobierno alemán, los llamados “cinco sabios”, advierte que la locomotora del crecimiento europeo se está recalentando. Para Christoph Schmidt, Peter Boefinger, Claudia Buch, Lars Feld y Volker Wieland, Alemania está creciendo por encima de su potencial y es necesario un “reajuste de la política económica” y de “reformas que favorezcan el crecimiento”.

Según estos asesores, cuyas opiniones son tenidas en cuenta por el Ejecutivo, los “ajustes” tendrían por objetivo los “retos del futuro”, entre los que se destacan los derivados de la globalización, el cambio demográfico y la digitalización. Para estos cinco economistas, debe evitarse transitar la solución del “discurso del reparto” que ha prevalecido hasta ahora.

Los cinco sabios del buen humor

A pesar de las cifras divulgadas a mediados de mes, los “cinco sabios” prevén que el consumo interno sea el que mantenga la dinámica de crecimiento en 2018 y que el sector exterior no aporte nada al crecimiento. En su opinión, la población con empleo seguirá creciendo en Alemania, y se marcarán nuevos récords que lleven el número de personas ocupadas a 45 millones en 2018. Además, la inflación alemana se acercará progresivamente al objetivo del Banco Central Europeo, por debajo de 2%.

Según los medios alemanes, al recibir el informe, la canciller Angela Merkel prefirió destacar que la economía de su país se encuentra en una situación “relativamente buena” y comentó que desde el punto de vista político “no es tan fácil” hacer reformas estructurales en momentos de bonanza, como piden los expertos. El bloque conservador que lidera Merkel está por estas horas negociando con los socialdemócratas un acuerdo para la formación de gobierno, tras el fracaso de los intentos de establecer una alianza con liberales y verdes. Los socialdemócratas del SPD son la última oportunidad de Merkel para asegurarse su cuarta legislatura, y eso lo sabe el presidente de ese partido, Ralf Stegner, que pidió que la Unión Cristianodemócrata de Merkel allane el camino a medidas que “creen confianza”, como una legislación laboral favorable a los trabajadores.

El crecimiento de la economía y la robustez de los indicadores macroeconómicos ocultan, entre otras cosas, que Alemania es uno de los países europeos con mayor desigualdad en la distribución de la riqueza. La brecha entre ricos y pobres, medida por la distribución de la riqueza, es más del doble que la brecha existente en distribución de los ingresos familiares disponibles, y una de las peores de la zona euro. Asimismo, según un informe correspondiente a 2015, del Instituto Alemán para la Investigación Económica, 1% de la población del país acumulaba un tercio del patrimonio total de Alemania, mientras que el 50% más pobre de la población participaba apenas de 2,5% de la riqueza total.

Según un estudio recientemente publicado por la Fundación Bertelsmann, 21% de los niños que viven en Alemania están en situación de pobreza permanente. “La pobreza infantil en Alemania constituye una especie de estado permanente. Quien es pobre una vez sigue siendo pobre durante mucho tiempo. Muy pocas familias pueden escapar de la pobreza”, destacó en una entrevista con la agencia de noticias DPA Jörg Dräger, el presidente de la fundación. En Alemania se considera que un niño o adolescente está en riesgo de pobreza cuando vive en un hogar con ingresos inferiores a 60% de los ingresos medios de los hogares del país, o cuando ese hogar recibe ayudas para la subsistencia básica por parte del Estado. Para una persona soltera, el límite que señala la pobreza se sitúa en unos 950 dólares netos, mientras que para una pareja con dos hijos serían unos 1.990 dólares.

La situación de pobreza es especialmente preocupante entre los menores de 18 años llegados a Alemania en el marco de la crisis de refugiados. Entre 2015 y 2016, Alemania recibió a 1,5 millones de personas, la mayoría sirios que huían de la enquistada guerra civil. “La pobreza infantil de los niños que no tienen orígenes relacionados con la inmigración se ha reducido mínimamente, pero, al mismo tiempo, ahora ha llegado a Alemania, incluso antes de 2015, una cantidad masiva de menores inmigrantes, que se han terminado contando entre las personas afectadas por la pobreza”, comentaba Eric Seils, investigador de la Fundación Hans Böckler, dependiente de la Federación Alemana de Sindicatos.

Por su parte, la organización BAG Wohnungslosenhilfe indicaba que 2016 terminó con 860.000 personas sin vivienda propia, 150% más de las que se registraron tan sólo dos años antes. Casi un millón de personas no tienen vivienda fija en Alemania, es decir, carecen de residencia permanente y duermen en alojamientos temporales. De ellas, 440.000 son refugiados. Según Wohnungslosenhilfe, en 2018 la cifra habrá aumentado a 1,2 millones.

Miniderechos

En el ámbito laboral, la flexibilización del mercado de trabajo, promovida desde hace 15 años, se ha traducido en la creación de 7,5 millones de minijobs, trabajos por los que se puede recibir un máximo de 450 euros, exentos de impuestos y cotizaciones. Los minijobs representan 19% de los empleos asalariados. Estos trabajos no pueden superar las 50 horas mensuales, ya que se ajustan al salario mínimo interprofesional de 8,84 euros por hora. Por su estructuración, si bien un minijob da derecho a licencia por enfermedad y vacaciones pagas, en la práctica, en la mayoría de los casos esto no se aplica. En 2016, sólo 44% de los conocidos como minijobbers cobraron estando de vacaciones.

Si bien la idea original era facilitar la entrada al mundo laboral de desocupados de larga duración, limitar el trabajo en negro y facilitar el empleo a tiempo parcial de estudiantes que necesitaran pagarse la educación, la realidad es que para muchos trabajadores alemanes los minijobs son hoy su principal fuente de ingresos. Además, la mayoría de las personas que recurren a estos trabajos son los ciudadanos más vulnerables, fundamentalmente mujeres.

Pero los trabajadores con minijobs no son los únicos precarios. Los Solo-Selbständige, trabajadores autónomos o por cuenta propia, no tienen ningún tipo de contrato a tiempo parcial. Hay 2,3 millones de estos trabajadores en Alemania, con unos ingresos medios por debajo del salario mínimo. Muchos de ellos prefieren prescindir de cotizar en la seguridad social para poder llegar a fin de mes, por lo que sus posibilidades de contar al final de la vida laboral con una jubilación mínima son pocas.