Cada mes, tres millones de indios se suman a la búsqueda activa de empleo, de los cuales un millón son jóvenes que lo hacen por primera vez. De los 1.250 millones de habitantes, más de 300 millones sufren la miseria más absoluta. De la mano del crecimiento económico reciente, la clase media india creció en número, se ha incorporado al mercado de consumo y reclama seguir consumiendo. Cada minuto, 30 personas se mudan del campo a la ciudad. En 2040, su población habrá aumentado a 1.600 millones. Por eso, para India el crecimiento a altas tasas no es una opción.
El país ha crecido a un promedio anual de 7% en los últimos diez años, pero desde hace cuatro preocupan mucho las cifras del mercado de trabajo, ya que la desocupación ha venido aumentando desde 3,8% en el período 2012-2013 a 5% en 2015-2016. Aunque son tasas bajas para el nivel internacional, es notorio el estancamiento que se observa en la generación de empleo. El primer ministro, Narendra Modi, a pesar de disfrutar de la aprobación de los indios desde que asumió hace tres años, no ha sido capaz de realizar ninguna mejora en las condiciones del mercado laboral.
El triunfo de Modi en 2014 fue toda una revolución en el país, ya que terminó con la hegemonía del Partido del Congreso, la colectividad política de Nehru, Indira y Rajiv Gandhi, que estuvo en el poder en forma ininterrumpida desde la independencia del país, en la década de 1940. La apuesta de Modi fue muy ambiciosa: “Quiero que el siglo XXI sea indio, y eso tomará diez años, no mucho”, dijo en su primer discurso tras ganar las elecciones. Además del hastío que la gente siente respecto del partido del Congreso, Modi tiene una historia de vida que logró capitalizar a su favor. Pese a provenir de una familia humilde y ser vendedor de té en su infancia, llegó a graduarse en ciencias políticas en la Universidad de Delhi y luego obtuvo un máster en la universidad de su estado natal, Gujarat. Posteriormente, fue ministro jefe de Gujarat y logró transformar a ese estado del suroeste en un ejemplo de éxito económico.
Hace una semana el gobierno de Modi aprobó un plan masivo de recapitalización de la banca pública por un monto de 32.430 millones de dólares, en el entendido de que la falta de crédito es responsable del freno en la inversión. La fuerte caída en la tasa de expansión de la economía india la llevó a su menor nivel en tres años y la dejó muy por debajo de la necesaria para crear el número de empleos suficientes de forma de absorber la oferta de trabajadores.
El Fondo Monetario Internacional ha rebajado en dos instancias consecutivas a lo largo de este año las perspectivas de crecimiento de India para 2017. Según el organismo, el freno en el crecimiento se debe a “perturbaciones temporales” provocadas por un cambio monetario, la denominada desmonetización, que tuvo lugar en noviembre de 2016, y a la adopción de un nuevo impuesto sobre bienes y servicios. Con este nuevo impuesto, el gobierno de Modi busca unificar el mercado interno e incentivar a las empresas a pasar del sector informal al formal.
El gobierno ha intentado responder al freno aumentando el gasto público, pero en la medida que la menor recaudación tributaria que se produjo por la desaceleración ha puesto bajo presión a las finanzas públicas, es urgente la ayuda de la inversión privada. A su vez, la reactivación de la inversión privada requiere del crédito de los bancos estatales, que están sumergidos en una montaña de préstamos incobrables que afectan su capacidad de ofrecer nuevos préstamos.
El ministro de Finanzas, Arun Jaitley, dijo que el plan de recapitalización busca destrabar ese “cuello de botella”. “La decisión de recapitalizar a los bancos del sector público con 2,11 billones de rupias [unos 237.000 millones de dólares] abordará el problema de la hoja de balanza de los prestamistas y ayudará a impulsar el crecimiento”, declaró Jaitley en una conferencia de prensa ofrecida en Nueva Delhi.
Sin embargo, algunos analistas citados por el diario El Mundo, de España, indican que la necesidad real de los bancos indios, solamente para cubrir los créditos morosos y recuperar la capacidad de prestar, es de 65.000 millones de dólares de capital adicional desde hoy hasta marzo de 2019.
En sus tres años de gobierno, Modi logró asestar golpes de efecto, como la retirada repentina de todos los billetes de 500 y 1.000 rupias para luchar contra el dinero negro, contener la inflación a cerca de 5% y lanzar proyectos que, si bien todavía no se han implementado, han dejado un sello en la mente de la población. El principal de estos es un plan masivo de construcción de nueva infraestructura para el que se movilizaron recursos por un billón de dólares (un millón de millones). Según ese plan, entre 2014 y 2025 se construirán seis grandes puertos, 250 aeropuertos de diferentes tamaños y 100 nuevas ciudades inteligentes, así como 20 millones de viviendas al año.