El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, buscaba mantenerse en las elecciones de ayer en el cargo que ocupa desde 2014. Con 56 años, De Blasio centró su campaña en sus logros como alcalde, entre los que incluyó medidas adoptadas para reducir la desigualdad y la implementación de un año gratis de jardín de infantes para todos los niños de cuatro años.

De Blasio pertenece al ala más progresista del Partido Demócrata y cuenta con el apoyo de esa organización política, de los donantes y también de los sindicatos, después de ganar la interna demócrata con 75% de los votos. También ganó las elecciones pasadas con un gran apoyo, 73%, pero hoy no es tan popular: encuestas recientes muestran que más de la mitad de los neoyorquinos consideran que hace su trabajo mal o muy mal.

A pesar de esto, el alcalde llegó a las elecciones como favorito, algo que se atribuye en gran parte a que no se enfrentó un rival de peso: en estas elecciones el Partido Republicano no presentó a una figura conocida en todo el país, tal como suele hacerse en esta ciudad, sino a Nicole Malliotakis, una edila que en el legislativo local representa a Staten Island. Además, el voto conservador se divide entre Malliotakis y otro candidato, Richard Dietl, un ex policía que se hizo rico como detective privado y es conocido por sus frecuentes apariciones en televisión. Dietl intentó presentarse en las internas demócratas y en las republicanas pero no lo logró, por lo cual optó por presentarse como independiente. Tanto él como Malliotakis han enfocado sus campañas en criticar a De Blasio, a quien acusan de no haber cumplido con algunas de sus promesas de campaña, como la de disminuir el número de personas sin techo en la ciudad o la de promover programas para el acceso a la vivienda.

Otro punto de ataque a la gestión del alcalde ha sido el atentado de un terrorista uzbeco en Manhattan, el 31 de octubre, que causó la muerte de ocho personas. Al día siguiente, los tres candidatos con mejores posibilidades –había otros cuatro en carrera– tuvieron un debate en el que opositores acusaron a De Blasio de no haber adoptado las medidas necesarias para prevenir un ataque de este tipo.

La puerta la abrió el moderador, cuya primera pregunta fue si se deberían vigilar las mezquitas para prevenir nuevos ataques. De Blasio rechazó de plano esa idea y consideró que lo necesario es mejorar la relación entre las fuerzas de seguridad y las comunidades, para que sus integrantes denuncien actitudes sospechosas. Por su parte, Malliotakis opinó que hay que darle más recursos y elementos a la Policía de Nueva York para enfrentar la amenaza terrorista, y Dietl dijo que debería vigilarse “de cerca” a las comunidades musulmanas.