La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó ayer la resolución presentada por países árabes que exige a Estados Unidos que dé marcha atrás en su decisión de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel y de trasladar su embajada a esa ciudad. La misma resolución había pasado el lunes por el Consejo de Seguridad de la ONU, donde Estados Unidos la había vetado.

Los países árabes, en particular Egipto, que presentó la resolución, pretendían que el Consejo de Seguridad adoptara una medida similar a la que en 1980 condenó la aprobación, en Israel, de la Ley de Jerusalén, que anexionaba Jerusalén Este a su territorio. En ese entonces y ahora, Jerusalén está dividida en Oeste y Este, la primera bajo gobierno israelí y la segunda bajo control de Jordania, porque Palestina todavía no es un Estado. En su resolución de 1980, el Consejo de Seguridad resolvió que los efectos legales de cualquier decisión que alterara ese estatus serían “nulos y carentes de valor”, por lo que debían “dejarse sin efecto inmediatamente”. Tanto el Consejo de Seguridad como la comunidad internacional han considerado que cualquier modificación del estatus de Jerusalén deberá resolverse en negociaciones entre Israel y Palestina.

El gobierno de Donald Trump intentó frustrar también en la Asamblea General el proyecto de resolución aprobado ayer. El jueves, el presidente estadounidense advirtió que podría retirarles la ayuda financiera a los países que votaran a favor de la iniciativa. “Toman nuestro dinero y luego votan en nuestra contra. Estaremos observando esos votos. ¡Que voten en nuestra contra, ahorraremos mucho dinero!”, dijo Trump. Esta advertencia estaba dirigida sobre todo a países árabes como Egipto y Jordania, que reciben asistencia militar de Washington. “Llaman a Estados Unidos la cuna de la democracia... La cuna de la democracia intenta comprar con dólares la voluntad del mundo”, dijo ayer el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, según citó la agencia de noticias Efe.

La resolución aprobada no menciona directamente a Estados Unidos, pero sí establece que las decisiones de los países miembro de la ONU “que pretendan haber modificado el carácter, el estatuto o la composición demográfica de la Ciudad Santa de Jerusalén, no tienen efecto jurídico alguno, son nulos y sin valor y deben revocarse” en cumplimiento de “las resoluciones del Consejo de Seguridad”. El texto de la resolución es contundente, pero puede no tener ningún efecto en la realidad, ya que las resoluciones de la Asamblea General de la ONU no son vinculantes, como sí lo son las del Consejo de Seguridad.

Aun así, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, celebró la aprobación de esta resolución como una victoria. “Esta decisión reitera que la causa justa de los palestinos goza del apoyo del derecho internacional”, dijo su portavoz, antes de agregar que continuará con los esfuerzos internacionales para “crear un Estado palestino con Jerusalén Este como capital”.

Por su parte, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, celebró las cifras de la votación: hubo 128 votos a favor, nueve en contra –entre ellos los de Guatemala y Honduras– y 35 abstenciones –entre las que se cuentan la de Argentina, Colombia, México y Paraguay–, cuando normalmente las resoluciones sobre Palestina tienen un respaldo más amplio. “En Israel rechazamos esta decisión de la ONU y reaccionamos con satisfacción ante el número importante de países que no han votado en favor de ella”, dijo Netanyahu en un comunicado.