El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ordenó ayer a las fuerzas rusas desplegadas en Siria que comiencen a retirarse, con el argumento de que, después de una campaña militar de dos años y medio, Moscú y Damasco lograron su objetivo de vencer a las milicias del grupo yihadista Estado Islámico (EI).

“Las Fuerzas Armadas de Rusia junto con el Ejército sirio destruyeron a los grupos terroristas internacionales más potentes militarmente. Debido a esto he tomado una decisión: una parte significativa del contingente militar ruso que se encuentra en Siria regresa a casa”, dijo Putin durante una visita sorpresa a la base aérea rusa de Hmeimim, en la provincia siria de Latakia. Es la primera vez que Putin pisa suelo sirio desde que comenzó el conflicto, en marzo de 2011.

Rusia comenzó su intervención en Siria en setiembre de 2015 para apoyar a las fuerzas leales al presidente sirio, Bashar al Assad. Desde ese entonces, 15.158 sirios murieron por los bombardeos de la aviación rusa, de acuerdo con un recuento publicado ayer por el opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Londres. Los ataques aéreos rusos también causaron 4.732 bajas en las filas de EI y 4.098 de combatientes de milicias islamistas, entre las que figura, por ejemplo, la ex filial de Al Qaeda en Siria.

En marzo de 2016, Putin anunció la retirada de una parte de las fuerzas rusas luego de lograr sucesivas derrotas de los yihadistas. El miércoles, finalmente, confirmó la derrota de EI en Siria al ser destruidas sus últimas posiciones en ambos lados del río Éufrates. El presidente ruso aclaró ayer que “pueden quedar algunos focos de resistencia”, pero que, “a grandes rasgos, los combates en esta fase y en ese territorio han concluido con nuestra victoria y la derrota sobre los terroristas”.

En una conferencia de prensa posterior, Al Assad agradeció a su par ruso por la ayuda y aseguró que su pueblo siempre la recordará. “Lo que los militares rusos han hecho no será olvidado por el pueblo sirio después de que la sangre de sus mártires se mezclara con la de los mártires del Ejército Árabe Sirio en la lucha contra los terroristas”, manifestó en un comunicado divulgado por la presidencia.

También la Comisión Suprema para las Negociaciones, la principal coalición opositora siria, celebró la decisión de Putin. “Queremos una Siria segura para que su pueblo pueda volver a su casa; cualquier paso, cualquier procedimiento que contribuya a que Siria sea más pacífica, es bienvenido”, afirmó el portavoz de la alianza, Yehia Aridi.

Sin dar muchos detalles, Putin aseguró en Siria que, “bajo la égida” de la Organización de las Naciones Unidas [ONU], “ya se han creado las condiciones para un arreglo político”.

Más tarde, de visita en Ankara, aseguró haber abordado “el futuro de la estructura estatal” en el país árabe con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. En una conferencia conjunta que brindaron después de reunirse, los dos mandatarios anunciaron una próxima cumbre en la ciudad rusa de Sochi con ese fin. Según estimó el presidente ruso, esa conferencia se celebrará “a inicios del año que viene”.

Putin recordó que ya se había reunido con Erdogan en Sochi el 22 de noviembre, en una cumbre en la que participó también el presidente iraní, Hasan Rohaní, y prometió convertir la próxima reunión en esa ciudad en un “congreso internacional”.

En paralelo, representantes del gobierno sirio y de la oposición se reunieron ayer en Ginebra para ultimar los detalles de la octava ronda de negociaciones de paz auspiciadas por la ONU, prevista para jueves y viernes de la semana que viene en Astaná, la capital de Kazajistán. Según adelantó el Ministerio de Relaciones Exteriores de ese país, en esas conversaciones las dos partes planean crear un grupo de trabajo específico que se encargue de “la liberación de detenidos, la transferencia de cadáveres y la búsqueda de desaparecidos”.