“La alianza entre Israel y Estados Unidos siempre fue fuerte, pero ahora, bajo el mandato de Trump, será más fuerte”, dijo Netanyahu ayer en la conferencia conjunta que dieron los dos gobernantes en Washington. La certeza del primer ministro israelí se basa en una amistad con Trump que data de épocas en las que el republicano ni siquiera se imaginaba en la Casa Blanca, pero también en las medidas que el mandatario estadounidense ha anunciado desde su campaña electoral. Especialmente, en aquellas referidas al conflicto que mantiene Israel con los palestinos, que dan la pauta de que el nuevo gobierno estadounidense apoya la postura israelí.

Trump dijo ayer que conseguir la paz en Medio Oriente es algo “muy importante” para él y que alentará a israelíes y palestinos a negociar directamente para lograr “un gran acuerdo de paz”. Para lograrlo, el presidente insistió en que las dos partes “tienen que hacer concesiones”.

La respuesta más sorprendente del mandatario estadounidense llegó cuando un periodista le preguntó si su administración respaldará la solución de dos estados, uno israelí y otro palestino, política que Estados Unidos ha defendido desde hace al menos dos décadas. “Estoy mirando una solución de dos estados y de un Estado; me gustará la que prefieran las dos partes”, respondió Trump, dejando abierta la posibilidad de que la resolución del conflicto no pase por la convivencia de dos estados. Pidió a los palestinos que se “deshagan del odio” que, según dijo, les inculcan “desde niños”, y a Israel, “cierta flexibilidad” para alcanzar la paz. Sin embargo, más allá de su promesa de colaborar con el proceso, Trump no propuso nuevas estrategias para desbloquear la situación.

Por su parte, Netanyahu dijo que no quiere asumir la “etiqueta” de la solución de dos estados, sino que lo que le importa es la “sustancia” del proceso de paz. Respecto de este proceso, aseguró que sus condiciones “no han cambiado” en los últimos ocho años: los palestinos “deben reconocer el Estado de Israel” y garantizar la seguridad de su pueblo.

El primer ministro israelí llegó a Washington en un momento en que es evidente la presión del ala nacionalista de su partido, Likud, de rechazar oficialmente la solución de los dos estados y avanzar hacia la anexión de territorios palestinos. El martes, el primer socio de gobierno y líder del partido ultranacionalista Hogar Judío, Naftalí Bennet, dijo en Facebook: “Las dos palabras -Estado palestino- son un desastre histórico”. Unas semanas antes, Netanyahu afirmó frente a los diputados de su partido que estaba dispuesto a dar a los palestinos “algo menos que un Estado”.

El martes, cuando el portavoz de la Casa Blanca había dado a entender que el gobierno podía “posicionarse o no” a favor de la solución de dos estados, el secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina, Saeb Erekat, dijo que “la única alternativa” a esa solución es “un solo Estado democrático, laico y con igualdad para judíos, musulmanes y cristianos en la Palestina histórica”.

En tanto, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, António Guterres, quiso enviar su mensaje y, luego de terminar su primera gira por Medio Oriente, aseguró que la solución de los dos estados es “la única alternativa” para resolver el histórico conflicto.

Por otra parte, Trump recomendó a Israel que se “contenga un poco” en la expansión de asentamientos en territorios palestinos ocupados, asunto que fue durante años uno de los mayores obstáculos a la paz entre palestinos e israelíes. El primer ministro israelí respondió, en su turno, que no considera que los asentamientos sean “el núcleo del conflicto” y prometió que luego conversaría del tema con Trump para no seguir “chocando”. A diferencia de lo que sucede habitualmente, los jefes de gobierno se reunieron después de la conferencia y no antes.

Amnistía Internacional pidió a Trump antes del encuentro, que se posicionara en contra de la construcción de asentamientos en territorio palestino. “El presidente debe saber que los asentamientos no son sólo ‘malos para la paz’ -como dijo en una entrevista la semana pasada-, sino que constituyen una violación flagrante de la ley internacional”, se lee en el documento firmado por Magdalena Mughrabi, directora regional de la organización para el Medio Oriente y el norte de África.

Sobre la embajada de Estados Unidos en Israel, el republicano dijo que le “encantaría” que se traslade de Tel Aviv a Jerusalén -ciudad reivindicada como capital tanto por los israelíes como por los palestinos-, aunque advirtió que está tratando el tema “con mucho cuidado”. El martes de noche, Netanyahu también se reunió con el secretario de Estado de Trump, Rex Tillerson.

En el resto del mundo

Además de referirse a la cuestión israelí-palestina, los dos gobernantes transmitieron su preocupación por el programa nuclear de Irán y se refirieron a la lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico.

El presidente estadounidense aseguró que el acuerdo internacional con Irán para contener el avance en materia nuclear, que fue firmado durante el gobierno de Barack Obama, es “el peor acuerdo” que vio en su vida. Al respecto, recordó que su administración ya impuso sanciones a Irán por el ensayo de un misil de medio alcance a fines de enero y prometió que “hará más” para evitar que el país tenga un arma nuclear. Por su parte, Netanyahu halagó a Trump por “liderar un importante esfuerzo” para deshacer el acuerdo nuclear con Irán, que consideró una vía para que Teherán obtenga un “arsenal nuclear”. Sin embargo, el presidente estadounidense no aclaró por el momento si su país se retirará de ese tratado, que restringe el desarrollo nuclear iraní para asegurarse de que se limita a fines civiles.

En la conferencia, Netanyahu destacó que la alianza entre Israel y Estados Unidos se basa en una serie de “valores e intereses en común” que actualmente se ven amenazados por el “terrorismo radical”. Se mostró confiado en que esta “oleada del islam radical” puede reducirse “bajo el mandato de Trump”. Agregó: “Al dar marcha atrás al islamismo radical, podemos aprovechar una oportunidad histórica porque, por primera vez en mi vida y en la vida de mi país, los países árabes en la región no ven a Israel como un enemigo, sino cada vez más como un aliado”. Según Netanyahu, ese “cambio en la región crea una oportunidad sin precedentes de fortalecer la seguridad e impulsar la paz”. El primer ministro le dijo a Trump: “Aprovechemos juntos este momento. Potenciemos la seguridad. Busquemos nuevas avenidas para la paz y llevemos la notable alianza entre Israel y Estados Unidos a alturas aun más elevadas”.