Desde la semana pasada Bolivia cuenta con un nuevo canciller, Fernando Huanacuni, que ya ocupaba cargos en el gobierno de Evo Morales pero cuya trayectoria está muy ligada a la espiritualidad indígena. Huanacuni llegó al Ejecutivo en 2008, cuando fue designado jefe de protocolo de la cancillería, que entonces estaba a cargo de David Choquehuanca.

Ese no fue su primer acercamiento al gobierno. Antes, en 2006 y 2007, había colaborado con el Ministerio de Educación y Culturas en la reforma educativa, en su calidad de especialista en filosofía y cosmovisiones ancestrales. Entre otras cosas, esta reforma incluye en el contenido curricular de la educación básica formación indígena y también permite que las comunidades cuenten con centros de enseñanza que respeten sus valores ancestrales -por ejemplo, sustituyendo la enseñanza del español por la de la lengua originaria-.

Pero su aporte fundamental al Ejecutivo de Morales fue su colaboración con la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo en el marco del programa Vivir Bien/Buen Vivir. Básicamente la tarea de Huanacuni fue la de sistematizar las visiones de los distintos pueblos ancestrales bolivianos acerca del buen vivir, un modelo que define como “relacionado con el equilibrio de la vida” y con vivir en armonía con la naturaleza.

Al igual que Choquehuanca, Huanacuni es aimara y se ha especializado en la cosmovisión ancestral, y es definido por los medios bolivianos como uno de los filósofos aimaras más reconocidos en la región. Su reconocimiento se debe en especial a que se lo considera uno de los iniciadores de la sistematización de la visión de los pueblos ancestrales sobre el buen vivir y por eso ha dado conferencias en distintos lugares del mundo presentando estas cosmovisiones desde 1983. En esas exposiciones, Huanacuni propone un cambio en la forma de vida hacia un modelo alternativo al sistema capitalista occidental y, dentro de Bolivia, es uno de los principales impulsores -pero no el único- de la inclusión de esta alternativa en la Constitución.

En sus conferencias Huanacuni insiste en que “la vida es un tejido en el que todos los seres se complementan”, y sostiene que todos los elementos están vivos, incluidas, por ejemplo, las casas, así como la tierra. Entre las cosas y los seres vivos hay “un servicio complementario permanente” que debe brindarse de forma pacífica y constructiva. “En la cosmovisión no se busca eliminar al otro porque estaríamos siendo contradictorios, [.] complementar es también reconocernos en nuestras identidades diversas, en nuestros conceptos, en nuestra cosmovisión universal”, afirma.

Huanacani también suele señalar en sus conferencias que la sociedad vive un proceso de individualización (ligado a la búsqueda de “riqueza, dinero y poder”) que implica una desensibilización y una desconexión con las comunidades y los otros seres vivos. Considera que ante esa realidad es necesaria una reconexión para mejorar la calidad de vida de todos. En 2010, Huanacuni publicó el libro Vivir bien/Buen vivir. Filosofía, políticas, estrategias y experiencias regionales.

Como parte de su desarrollo profesional en esta línea -también es licenciado en derecho-, Huanacuni viajó a Washington para matricularse en el Instituto Zambuling para la Transformación Humana, dirigido por el chileno Alfredo Sfeir Younis, que es lama y sacerdote maya. En Washington, Huanacuni se graduó como doctor en Transformación Humana, pero su carrera no culminó ahí: también hizo cursos de psicología del aprendizaje, en Chile, y de investigación y pedagogías interculturales, en Colombia. En su recorrido académico también fue docente, en Bolivia, del posgrado Construcción y Gestión de Currículos Comunitarios de la Universidad Mayor de San Andrés y de la carrera de derecho de la Universidad Mayor de San Simón, donde dictó cursos sobre pluralismo jurídico, enseñando acerca de la justicia de los pueblos ancestrales.

El ahora canciller parece haber sido siempre espiritualmente inquieto: en 1999 emprendió un viaje a China para conocer la religión budista más a fondo. Estuvo tres años en el país asiático, durante los cuales meditó periódicamente ante el templo Shaolin hasta que los monjes del lugar le permitieron ingresar. Allí se convirtió en sensei o maestro shaolin. Consultado por su experiencia por medios bolivianos, Huanacuni contó que los fundamentos del budismo son similares a los de los aimaras: “No existe la vanidad ni el individualismo, todo se basa en un respeto a la naturaleza y a las otras personas”, dijo.

En China también aprendió kung fu hasta convertirse en shifu o maestro, y cuando volvió a Bolivia instaló un instituto de artes marciales en La Paz. En octubre viajó a China liderando una delegación de su escuela, que participó en el Undécimo Festival Internacional de Shaolin Wushu y ganó tres medallas de oro, cuatro de plata y diez de bronce -tres de ellas fueron obtenidas por él-.

Huanacuni asumió el cargo de canciller de Bolivia con su cosmovisión muy presente. “Para nosotros es importante siempre recordarnos cuál es nuestra fuerza, de dónde viene esta fuerza. ¿Por qué decimos que el proceso de cambio [en Bolivia] es irreversible e incontenible? Porque lo es, están fluyendo las energías de la Pachamama”, dijo en el Ministerio de Relaciones Exteriores cuando asumió el cargo. “Bolivia va a tener que contar una historia antes y después de Evo Morales, porque estamos escribiendo las páginas de nuestra historia”, agregó.

Que Huanacuni presentara su cosmovisión en la ceremonia de asunción no puede ser una sorpresa, ya que esta aparece presente en distintas instancias de su carrera y su vida personal: mientras fue jefe de protocolo de la cancillería incorporó en los eventos oficiales gestos y tradiciones indígenas, y su casamiento con Cecilia Pinedo, en 2015, se celebró de acuerdo con las ceremonias aimaras. En la boda, informó el diario boliviano La Razón, hubo bendición para los novios, consejos de ancianos, bailes tradicionales y regalos característicos como una chuspa (una bolsa tejida) y un awayo (una prenda hecha con telar).

Es más que probable que desde su nuevo cargo Huanacuni impulse una política similar a la de su antecesor, pero haciendo mayor hincapié en una idea que ha defendido hasta el hartazgo al ser consultado sobre el conflicto con Chile por la salida al mar: la diplomacia entre los pueblos. El ahora canciller ha insistido en las negociaciones directas y en promover un intercambio en el que tanto Chile como Bolivia salgan ganando. En ese sentido, ha manifestado que “Chile necesita darle a Bolivia un paso hacia el mar” para construir su bienestar y que esta salida, para Bolivia, “es un derecho histórico, pero un derecho no se puede sustentar por la fuerza”.

Sin embargo, las autoridades chilenas que fueron consultadas por medios de su país consideraron que la llegada de Huanacuni a la cancillería no implicará un cambio en la política que impulsa Bolivia en el conflicto con Chile, que se está dirimiendo en la Corte Internacional de Justicia de La Haya. En Chile se considera que en este terreno Bolivia ha llevado adelante una política de Estado que es independiente de los cambios de integrantes del gabinete y que es supervisada directamente por el vicepresidente, Álvaro García Linera, y no tanto por quien ocupe la cancillería.