Ayer se confirmó que el cuerpo encontrado el jueves en una casa en obras en San Martín es el de Araceli Fulles, la joven de 22 años que había desaparecido el 2 de abril. El hallazgo se produjo mientras, a 12 cuadras, familiares, amigos y vecinos de la zona hacían una movilización reclamando por la aparición de la joven.

En la casa donde apareció el cuerpo reside Diego Badaracco, una de las últimas personas en ver a Araceli con vida. Badaracco declaró ante la Justicia varias veces y dijo que estuvo con Araceli el 2 de abril pero que no sabía adónde se había dirigido ella después de que se separaran. Por diversos indicios, los investigadores creen que Araceli murió en las horas siguientes a su desaparición, y que el cuerpo fue trasladado a esta vivienda en los últimos días con la intención de ocultarlo.

Hasta ayer Badaracco estaba prófugo, pero otros seis hombres fueron detenidos. Cuatro de ellos están acusados de ser cómplices del homicidio, porque se cree que estuvieron con Araceli y Badaracco antes de que se cometiera el crimen, y los otros dos de encubrimiento, porque se presume que alertaron a Badaracco de que la Policía estaba yendo a su casa.

El hallazgo del cuerpo no despejó los nubarrones que recaen sobre la investigación del caso. La familia, que mantenía la hipótesis de que la joven había sido secuestrada, ha criticado la actuación de la Policía y de la Justicia, a las que acusa de haber demorado varias gestiones. En particular, la mira está puesta en tres policías cercanos a Badaracco, uno de ellos hermano de dos de los detenidos. Estos tres policías fueron separados de sus funciones mientras se investiga si obstruyeron el avance de la investigación o incluso si encubrieron a Badaracco.