La cancillería rusa adelantó que Tillerson y Lavrov centrarían el encuentro de hoy en la lucha contra el terrorismo, la no proliferación de armas de destrucción masiva y la solución de conflictos regionales. Este último punto incluye la situación en Siria, un asunto que en los últimos días tensionó la relación entre Rusia y Estados Unidos. Los dos países mantienen posturas opuestas desde que empezó el conflicto sirio, en 2011, pero las denuncias cruzadas sobre el uso de armas químicas en la región agravó la división, por los señalamientos que surgieron de uno y otro lado.
El jefe de la diplomacia estadounidense viajó ayer a Rusia desde Italia, donde se reunió durante dos días con los ministros de Relaciones Exteriores del Grupo de los Siete (G7), integrado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido. Uno de los fines del encuentro era llegar a una posición común con respecto a Siria, que se convirtió en prioridad internacional desde el ataque químico de la semana pasada en Jan Shijun, que dejó más de 80 muertos.
Antes de subirse al avión, Tillerson -el primer alto funcionario de Estados Unidos que visita Rusia desde que Trump llegó a la Casa Blanca- puso en duda que la alianza con Al Assad e Irán sirva a los intereses de Rusia. “¿Es esa una alianza a largo plazo que sirve a los intereses de Rusia, o preferiría unirse a Estados Unidos, junto con otros países occidentales y de Medio Oriente, para resolver la crisis en Siria?”, se preguntó. “Para nosotros está claro que el reinado de la familia Al Assad está llegando a su fin”, agregó Tillerson. Finalmente, concluyó: “Queremos crear un futuro para Siria que sea estable y seguro. Y Rusia puede formar parte de ese futuro y desempeñar un papel importante”, o seguir aliado a Al Assad, a quien Tillerson describió como un socio “no confiable”.
Después de un extenso debate sobre los pasos a seguir en Siria, los ministros del G7, reunidos en Italia, apoyaron fomentar una solución “política y no militar”, con la participación de Rusia y de Irán. Esto aparece en una declaración conjunta en la que, además, los siete países hacen un llamado “a todas las partes, en particular al régimen [de Al Assad] y a sus defensores, incluidos Rusia e Irán”, para que permitan el acceso de la ayuda humanitaria “a la gente que la necesita”. A la vez, el G7 rechazó una propuesta británica que buscaba imponer nuevas sanciones contra Moscú. Está previsto que hoy Tillerson traslade todo esto a Lavrov.
Sin embargo, no hay mucha expectativa de que la respuesta del ruso sea positiva. Ayer, el Kremlin dejó claro que no va a ceder a las presiones anunciadas por Washington sobre el apoyo ruso al gobierno sirio y reiteró que pedirá a Tillerson explicaciones sobre el bombardeo de Estados Unidos a una base aérea siria, lanzado en respuesta al ataque químico en Jan Shijun. En Italia, Tillerson defendió que esa acción militar “era una cuestión de interés de seguridad nacional” y se llevó adelante “en respuesta directa a la barbarie del régimen de Al Assad”.
También el presidente ruso, Vladimir Putin, advirtió que no dará su brazo a torcer ante los pedidos de los “países occidentales”. En cambio, aseguró que según los datos que tiene su gobierno, estos preparan nuevas “provocaciones” relacionadas con ataques químicos en Siria para culpar a Al Assad. “Se proponen colocar algún tipo de sustancia y culpar de su uso a las autoridades sirias”, alertó el mandatario, antes de informar su intención de denunciar estos hechos ante la Organización de las Naciones Unidas.
A pesar de todo, la cancillería rusa expresó ayer su deseo de que la visita de Tillerson sea “productiva” y manifestó su voluntad de normalizar las relaciones con Estados Unidos, siempre y cuando se haga desde “un plano de igualdad” y “sin renunciar a sus legítimos intereses”. En el mismo mensaje, culpó a la administración de Barack Obama de que las relaciones entre los dos países “atraviesen su momento más complicado desde el in de la Guerra Fría”.