Es muy probable que la segunda ronda de las elecciones francesas sea más reñida de lo que se preveía hace dos semanas. En los últimos días, la distancia entre los dos candidatos se estrechó gracias al empuje que tuvo la líder del ultraderechista Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, frente a Emmanuel Macron, el candidato del movimiento ¡En Marcha!, que a pesar de mantener una importante ventaja no ha podido reactivar el llamado “frente republicano”.

Si algo es seguro en la actual campaña electoral francesa es que no se parece a ninguna de las anteriores. Esto no se debe sólo a que los candidatos que se enfrentarán este domingo en el balotaje pertenecen a partidos que nunca gobernaron Francia y no se identifican con el clásico dualismo ideológico de izquierda-derecha. Más bien, tiene que ver con que, por primera vez en la historia reciente del país, la extrema derecha tiene posibilidades reales de ganar.

Varios estudios publicados el fin de semana revelaron un rápido avance de Le Pen y, en contrapartida, una caída en el apoyo a Macron. Un sondeo del Instituto Odoxa publicado el viernes dio a la candidata de extrema derecha 41% de las preferencias y a su rival de centro, 59%. Una semana antes, él reunía 63% de la intención de voto y ella 37%.

Una de las razones centrales que explican el impulso de Le Pen es el poco éxito de Macron en la construcción de esa alianza de partidos de izquierda y derecha que en otras elecciones se ha formado para cerrarle el paso a la extrema derecha. Ese “frente republicano” frenó en 2002 una victoria del padre de Le Pen, Jean-Marie, al apoyar masivamente a Jacques Chirac en la segunda vuelta.

Pero Macron no está teniendo la misma suerte. Él mismo lo reconoció la semana pasada en un acto de campaña. “No hay un frente republicano”, dijo el candidato, cuya estrategia se basa principalmente en convencer a los votantes y los líderes de otros partidos de que el FN sigue siendo un partido de ultraderecha que no respeta los valores democráticos.

Los dos aspirantes a la presidencia de Francia reiteraron ayer sus propuestas en sus actos por el Día de los Trabajadores. En un multitudinario encuentro en París -que, según los organizadores, reunió a 12.000 personas-, el candidato de centro aseguró que, si es elegido el domingo, mantendrá la ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo, pero no legalizará los vientres de alquiler. A la vez, se presentó como un europeísta que quiere “transformar la Unión Europea [UE]” para que los franceses no quieran abandonar el bloque, y prometió mantener la política de la actual ministra de Ecología, la socialista Ségolène Royal, en materia medioambiental y de transición energética.

Por otro lado, Macron acusó a Le Pen de “sacar provecho del descontento y vivir de él”, además de ser “incapaz” de “responder a las dificultades de los franceses”. A su entender, lo que se juegan los franceses en la segunda vuelta es “la lucha entre una Francia patriótica, exigente, reformadora, eficaz y justa”, con “una Europa que proteja”, y “una Francia reaccionaria, nacionalista”, que, de la mano del FN, “sólo aporta como solución el repliegue y el odio”. El ex banquero también acusó a su rival de liderar “el partido de la anti Francia” porque lo que defiende es su “hundimiento ineludible”.

Por su parte, Le Pen presentó a Macron como “el adversario del pueblo” cuyo objetivo no es “servir a los intereses de los franceses, sino a los intereses del dinero”. En un acto multitudinario en Villepinte, al norte de París, la ultraderechista dijo: “El adversario del pueblo sigue siendo el mundo de las finanzas. Pero, esta vez, tiene un nombre, un rostro y un partido”. Agregó: “Todo en su proyecto atenta contra nuestro lema de libertad, igualdad y fraternidad”.

También aseguró que si Macron se convierte en el próximo presidente de Francia, el resultado será un país “en el que la inseguridad será general” y en el que “el terrorismo islamista será una plaga”. En cambio, si ella llegara al Elíseo, lideraría “un gobierno de unidad nacional”, “cambio” y “acción”, frente al de Macron, que consideró “de la continuidad”, “la palabra” y “la oligarquía”.

Antes del acto, en declaraciones a la radio Europe 1, Le Pen pidió a “todos los patriotas” de la derecha que se sumen a su plataforma. Se refería sobre todo a quienes apoyan al derechista eurófobo Nicolas Dupont-Aignan, quien, según anunció la candidata el sábado, será su primer ministro en caso de ganar la presidencia. Dupont-Aignan fue el sexto más votado en la primera vuelta de las elecciones.

La alianza con Dupont-Aignan llevó a la líder del FN a suavizar o postergar algunas de sus propuestas. Entre los seis puntos acordados, aparecen la decisión de postergar la salida del euro para 2018, cuando se celebren las elecciones europeas, y mantener la escolarización gratuita de los hijos de los inmigrantes, que Le Pen quería prohibir durante cierto período.

En una entrevista publicada por el diario Le Parisien el domingo, la candidata explicó detalladamente cómo sería el proceso de salida del euro. En este sentido, dijo que propondrá la cohabitación de dos divisas, una para compras “cotidianas” y otra para “las grandes empresas que comercian internacionalmente”. Esto muestra un cambio respecto de su propuesta original, que era eliminar el euro para volver al franco. Según opinó, el euro es “en gran parte responsable del desempleo” en Francia, porque no está “adaptado” a la economía francesa.

Acerca de la pertenencia a la UE, explicó que su idea es negociar con Bruselas la recuperación de las cuatro soberanías “esenciales” -el territorio, la ley, la economía y la moneda-, pero que, si fracasa la negociación, lo someterá a un referéndum.

Sin tomar partido

A diferencia de lo que pasó en el Día de los Trabajadores de 2002, cuando casi un millón y medio de personas respondieron al llamado de los sindicatos para manifestarse contra Jean-Marie Le Pen, la convocatoria de ayer tuvo menos respuesta. Además, el mensaje de unidad para las elecciones no fue claro esta vez: excepto la Confederación Francesa Democrática de Trabajo, los sindicatos no expresaron su apoyo explícito a Macron y se limitaron a rechazar al FN.

En la manifestación realizada en la Plaza de la República hubo choques entre manifestantes, que lanzaron piedras y bombas molotov, y las fuerzas de seguridad, que respondieron con gases lacrimógenos. Como resultado, seis personas fueron heridas y cinco arrestadas, informó el Ministerio del Interior.

De forma paralela a los actos sindicales, París y otras ciudades francesas fueron escenario de distintas protestas en rechazo a los dos candidatos en carrera, algo inédito en el país. La Policía confirmó que cerca de 18.000 personas salieron a las calles en distintos puntos del país para repudiar a Macron y a Le Pen.

En la capital, varios centenares de personas marcharon “contra el fascismo y el capitalismo”, en una movilización convocada por organizaciones anarquistas. El espíritu de la convocatoria se podría resumir con uno de los tantos eslóganes escritos en las pancartas: “Ni patria, ni patrón; ni Le Pen, ni Macron”.