Casi 20 millones de ciudadanos estaban llamados a votar ayer para elegir gobernador en el estado de México; gobernador, diputados y alcaldes en Coahuila y Nayarit; y sólo alcaldías en Veracruz.

Estas elecciones son consideradas un termómetro de cara a las presidenciales de 2018, especialmente por el papel que juega en esa instancia el estado de México, el más poblado del país y con el mayor padrón electoral. Allí, las encuestas preveían una pulseada difícil entre el candidato del PRI, Alfredo del Mazo, y la aspirante del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Delfina Gómez. Es la primera vez que el PRI tiene posibilidades de perder en este estado, que gobierna desde la fundación del partido, en 1929.

Una derrota de Del Mazo en uno de los principales bastiones del oficialismo pondría en mayor riesgo la continuidad del PRI en el gobierno nacional, que ya está en duda porque el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, termina su mandato con históricos niveles de impopularidad. Si gana la candidata de Morena, el partido creado hace tan sólo tres años por el líder izquierdista Andrés Manuel López Obrador obtendría su primer gobierno en un estado. Esto impulsaría la candidatura de este dirigente, que aspira por tercera vez a la presidencia de México.

Los resultados todavía no habían sido anunciados al cierre de esta edición, pero en la recta final de la campaña las encuestas preveían una competencia reñida entre la candidata de Morena y el oficialista, por lo que ningún experto se animó a predecir de quién sería el triunfo.

Nadie en el PRI vio venir el ascenso de Gómez en los sondeos. Todos confiaban en que Del Mazo era capaz de garantizar la continuidad en el estado de México: tiene el nombre, la trayectoria y un apoyo bastante heterogéneo. Su abuelo y su padre fueron gobernadores en este estado y, como si eso no alcanzara, es primo del mismísimo Peña Nieto. Estos vínculos no le impidieron hacer su propia carrera política: Del Mazo fue alcalde del municipio de Huixquilucan, diputado nacional y director del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos de México. Tiene apoyo por todos lados. A esto se suma el hecho de que el PRI se presentó a estas elecciones en coalición con otras tres organizaciones políticas –Partido Verde, Nueva Alianza y Encuentro Social–, lo que pudo haber ayudado a la hora de conquistar votos. Lo que sí le jugó en contra en la campaña fueron los escándalos de corrupción que involucran a varios dirigentes “priistas” y que el partido intentó esquivar sin éxito.

Precisamente sobre la lucha contra la corrupción erigió su campaña la candidata de Morena, quien, al contrario de su oponente, tiene poca experiencia política. Gómez es maestra de primaria. Comenzó trabajando en varias escuelas públicas de pueblos chicos, hasta que se convirtió en directora de un colegio privado, Columbia School. En 2002 pasó a ser directora del centro escolar público Nezahualcóyotl, en el centro de Texcoco, su ciudad natal. En ese puesto permaneció durante años, hasta que en 2012 entró al mundo de la política. Ese año, gracias al impulso de dirigentes locales del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Gómez se convirtió en alcaldesa de Texcoco, al ganarle por 10.000 votos al PRI. Unos años después, llegó a diputada nacional.

En esa época, ya había abandonado el PRD, convencida del mensaje de cambio que transmitía López Obrador en Morena. Quienes se oponen a Gómez la atacaron por su falta de experiencia y en muchas ocasiones la calificaron de títere de López Obrador. También pusieron en duda su capacidad para gobernar un estado que abarca a 13% de la población del país. “Una mujer es la que va a poner al PRI en su lugar”, dijo ella en un acto de campaña.

Gane quien gane, el próximo gobernador asumirá el liderazgo de un estado que enfrenta serios problemas, como la alta tasa de desempleo, la pobreza y la grave crisis de inseguridad, ya que es el estado con mayor número de secuestros y homicidios. En particular, de feminicidios. También deberá limpiar la estructura burocrática local de la corrupción que está enraizada desde hace décadas.

Durante la jornada electoral se denunciaron irregularidades e incidentes, como la colocación de cabezas de cerdo en varios centros de votación y sedes de Morena. Este partido también denunció una campaña masiva de compra de votos y otras estrategias de propaganda contra su candidata mediante folletos y mensajes de texto por celular. Además, Morena denunció ante la Fiscalía General de Justicia del estado de México la desaparición de uno de sus militantes en el municipio de Metepec y el secuestro del representante de Morena en el de Atlacomulco, según informó el diario mexicano La Jornada. Los dos casos fueron reconocidos por el secretario general de gobierno del estado, José Manzur Quiroga, en declaraciones que hizo a la prensa después de votar.

Los demás

La oposición mexicana también intentó romper con la hegemonía histórica del PRI en el estado de Coahuila, donde el candidato del conservador Partido Acción Nacional (PAN), Guillermo Anaya, le pisaba los talones al oficialista, Miguel Ángel Riquelme, según las últimas encuestas. En este estado –donde abundan los escándalos de corrupción de miembros del PRI– se elegían además 25 diputados y 38 alcaldes.

Por su parte, los votantes del estado de Nayarit debían elegir 30 diputados, 20 alcaldes y el gobernador. En este caso, la oposición se unió para enfrentar al PRI, repitiendo una fórmula que le dio buenos resultados en las elecciones de 1999. Todo parecía indicar que lo lograrían otra vez, ya que las últimas encuestas mostraban a Antonio Echevarría García, el candidato de esta coalición encabezada por el PAN y el PRD, muy por delante del aspirante del PRI, Manuel Humberto Cota.

El clima electoral fue especialmente tenso en Veracruz, que votó en medio de una escalada de violencia relacionada con el narcotráfico. Sólo en la semana previa a las elecciones hubo 35 asesinatos en este estado, que ayer votaba para renovar sus 212 alcaldías.