Las autoridades de Portugal todavía intentaban, ayer, controlar un incendio forestal que se inició el sábado en el municipio de Pedrógão Grande, en el centro del país, y provocó la muerte de 62 personas. El siniestro dejó además 54 heridos, muchos de ellos en estado de gravedad, por lo que es “muy posible” que la cifra de muertos aumente en las próximas horas, informó el primer ministro portugués, António Costa.

El epicentro del incendio fueron las carreteras nacionales que atraviesan este municipio, rodeadas de una espesa vegetación. El ministro de Asuntos Internos, João Gomes, dijo que la mayoría de las muertes fueron de personas atrapadas por las llamas en sus vehículos mientras huían.

El gobierno decretó tres días de luto nacional y ordenó el cierre de las escuelas del centro del país. A la vez, puso en marcha la evacuación de más de un centenar de personas ante el riesgo que corren algunas poblaciones cercanas a la zona del siniestro.

En las tareas de control del fuego y rescate trabajan 1.000 funcionarios portugueses, “todas las fuerzas disponibles”, de acuerdo con Costa. Además, para ayudar en las tareas de extinción, España envió cuatro aviones y Francia otros tres. La Unión Europea anunció que también proveería equipos aéreos.

La Policía descartó que el fuego haya sido provocado y dijo que probablemente se inició por la caída de un rayo sobre un árbol. Los fuertes vientos que soplaron el sábado, unidos a temperaturas superiores a los 40 grados y a tormentas eléctricas sin lluvia, fueron los causantes de la rápida propagación. Apenas llegó a Pedrógão Grande, Costa afirmó: “La dimensión de este incendio es tal que no tenemos recuerdo de una tragedia humana similar”.