La segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas, celebrada ayer, resultó en una abrumadora mayoría parlamentaria para La República en Marcha (LRM), el partido del presidente, Emmanuel Macron, y ratificó la caída de los partidos tradicionales, que se alternaron en el poder en las últimas décadas.
El mismo día que ganó las elecciones presidenciales, a principios de mayo, Macron prometió concentrarse en las legislativas para obtener una mayoría parlamentaria que le permitiera poner en marcha su plan de reformas económicas y sociales. Lo que pasó ayer superó sus expectativas: su partido tendrá la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional francesa.
Los macronistas –junto con sus aliados del Movimiento Demócrata– se quedaron con 348 escaños, muy por encima de los 289 que se necesitan para alcanzar la mayoría absoluta, según datos oficiales con 97% de los votos escrutados. La abrumadora victoria de LRM sólo se vio empañada por la elevada tasa de abstención, que fue de 57%, la más alta de Francia desde 1958. Las razones de este fenómeno son varias: algunos lo relacionan con el cansancio de los ciudadanos después de un año de muchas elecciones seguidas –primarias, dos vueltas de presidenciales y otras dos de legislativas–, otros con un desinterés general y con la adhesión poco masiva que genera la figura de Macron.
Bastante más lejos de LRM, el partido de derecha Los Republicanos se consolidó como segunda fuerza al obtener 113 diputados. El coordinador de su campaña, François Baroin, dijo ayer que su partido se convirtió en la “principal fuerza opositora” y anunció una “oposición firme” a las políticas del presidente de centro.
Tampoco le fue bien al cada vez más decadente Partido Socialista (PS), que hasta ayer controlaba la mayoría en la Asamblea Nacional y ahora se queda con 30 diputados en conjunto con los ecologistas. La reacción más inmediata fue la del líder del partido, Jean-Christophe Cambadélis, quien anunció su dimisión apenas surgieron los primeros resultados. “La izquierda tiene que cambiar forma y fondo, ideas y organizaciones, abrir un nuevo ciclo”, aseguró, antes de aclarar que acompañará al partido en ese proceso, pero desde otro lugar.
En tanto, La Francia Insumisa, del líder de izquierda Jean-Luc Mélenchon, podrá formar su grupo parlamentario propio, ya que obtuvo 17 escaños, dos más de los necesarios para hacerlo. Tras conocer los primeros números, Mélenchon dijo que la poca participación era una “buena noticia”, porque demostraba que el pueblo francés “entró en una huelga general cívica”. “Ahora hay que pasar de la abstención a la ofensiva”, agregó. “Informo al nuevo poder: ni un metro de terreno social se cederá sin lucha”, advirtió, antes de exigir a Macron que sus reformas sean sometidas a referéndum.
Quienes no lograron formar su grupo parlamentario fueron los ultraderechistas del Frente Nacional, aunque pasaron de dos a ocho escaños. La líder de este partido, Marine Le Pen, fue elegida por primera vez diputada en la Asamblea Nacional francesa, después de años de ser parte del Parlamento Europeo. Le Pen aseguró que su partido es “la única fuerza de resistencia a la disolución del modelo francés”, porque las demás “ya han mostrado su disposición a trabajar” con el presidente y sus “proyectos de gobierno dictados desde Bruselas”. La dirigente aseguró que dará batalla en temas como el aumento de impuestos, la política migratoria y los tratados comerciales internacionales. Agregó que las ideas de Macron “son minoritarias en el país” y “los franceses no las apoyarán”.
También entró por primera vez a la Asamblea Nacional el movimiento nacionalista corso, que obtuvo tres de los cuatro escaños que estaban en juego en la isla francesa de Córcega.
La nueva victoria de Macron, que ganó la presidencia gracias a un discurso que desafiaba al clásico dualismo izquierda-derecha, ratificó la derrota de los partidos tradicionales franceses y cambió la cara de la política francesa. Los resultados indican que cerca de 60% de los escaños serán renovados: la Asamblea Nacional de Macron tendrá más jóvenes, más mujeres, más integrantes de la sociedad civil, más empresarios y menos políticos de carrera.