Los dos principales partidos británicos, el Conservador y el Laborista, compiten hoy en unas elecciones legislativas que, según muestran las encuestas, se presentan disputadas. Un sondeo difundido ayer por la encuestadora Opinium otorgó la victoria a los conservadores con 43% de los votos, frente a 36% de los laboristas, pero otras publicadas en los últimos días indicaban que la distancia entre los dos grandes partidos se acortó casi hasta el empate.

La actual primera ministra británica y líder conservadora, Theresa May, llamó a las elecciones anticipadas a mediados de abril con el fin de aumentar su mayoría parlamentaria y fortalecer su mandato antes del inicio de las negociaciones del brexit. Aunque los sondeos prevén que May obtendrá la mayoría, la realidad es que si no supera los 12 escaños de ventaja que ganó en 2015 su predecesor, David Cameron, su apuesta electoral se verá como un fracaso y su liderazgo será puesto en cuestión tanto dentro del Partido Conservador como en las negociaciones con la Unión Europea.

En tanto, el líder laborista, Jeremy Corbyn, vería respaldado su proyecto –ubicado en el ala más izquierdista de su partido– si logra aumentar el porcentaje de voto por encima de 30,4% o de los 229 escaños que obtuvieron los laboristas en las elecciones de 2015. El inesperado avance de Corbyn en las últimas semanas sugiere que los conservadores podrían reducir su mayoría, lo que desembocaría en un Parlamento bloqueado y obligaría a los pactos parlamentarios.

El brexit fue el centro de la campaña y de los dos programas electorales. El plan conservador insiste en que prefiere salir de la negociación sin acuerdo a salir con uno que no sea aceptable, pero no aclara qué sería un acuerdo inaceptable. También omite otros temas, como el fin de la jurisdicción del Tribunal Europeo de Justicia, la duración del período transitorio y la fecha límite para el final de la libre circulación de personas. Por su lado, el programa laborista descarta salir de las negociaciones sin acuerdo y pone el énfasis en “retener los beneficios del mercado común”, algo que se opone diametralmente al “brexit es brexit” por el que aboga la primera ministra.

En su acto de cierre de campaña, en Londres, May prometió ayer “reencender” el espíritu de Reino Unido, mediante un buen acuerdo de brexit, si se queda en el poder, y alertó sobre el “caos” que supondría un gobierno dirigido por Corbyn.

“Se trata de en quién confía la gente para tener un liderazgo fuerte y estable a fin de obtener el mejor acuerdo para Reino Unido en Europa y quién tiene la voluntad y, fundamentalmente, el plan, para lograr el brexit”, dijo. La gobernante agregó: “Denme su respaldo en las urnas para luchar por Reino Unido en Bruselas [...] Si hacemos esas negociaciones de la manera incorrecta, las consecuencias serán terribles”.

Por su parte, Corbyn, que eligió la ciudad escocesa de Glasgow para cerrar su campaña, dijo que “esta generación se ha visto perjudicada por la austeridad surgida de la crisis bancaria” de 2008 y el manifiesto laborista “ofrece algo muy diferente para el futuro”, la opción entre “el miedo y la esperanza”. También defendió la importancia de mejorar los servicios públicos, en especial el Servicio Nacional de Salud.