Un camión bomba estalló en hora pico en Kabul, en las afueras de la Zona Verde, unas pocas manzanas que cuentan con las mayores condiciones de seguridad y en las que se concentran varias embajadas y organismos estatales. La explosión, que se produjo cerca de las embajadas de Alemania, Francia e Irán, causó la muerte de 90 personas y dejó a más de 450 heridas. Se trató del ataque más letal desde la invasión estadounidense en 2001. Las ventanas de la embajada de Alemania reventaron como consecuencia de la onda expansiva, y algunos de sus guardias se cuentan entre las víctimas fatales del ataque.

Según el Ministerio del Interior afgano y la misión de la OTAN en el país, el camión bomba no llegó a su objetivo, sino que fue interceptado antes, lo que obligó a los atacantes a actuar de manera improvisada. “Su objetivo se encontraba en otro sitio, podría haber sido peor”, dijo el viceministro del Interior para Asuntos de Seguridad, el general Murad Ali Murad. Por su parte, la OTAN emitió un comunicado en el que atribuyó a “la vigilancia y la valentía de las fuerzas de seguridad” el haber evitado que el camión bomba entrara a la Zona Verde.

Después del ataque, el presidente Ashraf Gani convocó a una reunión de emergencia y ordenó al Ministerio de Desarrollo Urbano y a la Alcaldía de Kabul la rápida reconstrucción de las áreas destruidas por la explosión, que causó grandes daños materiales en una de las principales avenidas de la capital afgana.

Gani lamentó el ataque y destacó que fue ejecutado en el comienzo del mes de Ramadán, sagrado para los musulmanes. La semana pasada, durante un discurso, el presidente había pedido expresamente que los grupos insurgentes no realizaran atentados durante el Ramadán. “Incluso en este mes de Ramadán, que es un mes de oración, virtud y bendiciones, los terroristas no tienen intención de parar de matar gente inocente”, dijo ayer en un comunicado.

Ningún grupo reivindicó el ataque, pero la principal agencia de inteligencia de Afganistán, el Directorio Nacional de Seguridad, responsabilizó al grupo talibán Red Haqqani y acusó al gobierno paquistaní de ser su cómplice. “El ataque bárbaro fue planeado por la Red Haqqani en Pakistán” y contó con la “dirección y cooperación directa de la Agencia de Espionaje de Pakistán”, denunció el organismo en un comunicado citado por la agencia de noticias Efe. El gobierno afgano acusa desde hace años a Pakistán de servir de refugio a los insurgentes del Talibán como parte de una “guerra encubierta” contra Afganistán.

Sin embargo, el Talibán negó estar detrás del ataque, mediante un comunicado firmado por su portavoz, Zabihullah Mujahid, en el que se subraya que no suelen llevar adelante “operaciones indiscriminadas que causan víctimas civiles”. El Talibán suele desvincularse de los atentados cuando estos dejan muchas víctimas civiles; los últimos dos atentados con bomba fueron reivindicados por el grupo yihadista Estado Islámico.