Tanto Pakistán como Afganistán sufrieron ayer ataques atribuidos al Talibán, uno en Kabul (Afganistán) y otro en Lahore (Pakistán). En Kabul, la capital afgana, murieron 31 personas y otras 40 sufrieron heridas cuando explotó un auto y causó daños a un ómnibus en el que viajaban funcionarios del Ministerio de Minas y Petróleo. En Pakistán, los explosivos fueron colocados en una moto, que se acercó a un lugar en el que se concentraban policías y dejó 25 muertos y 40 heridos.

En el caso de Kabul, el ataque fue reivindicado por la llamada Red Haqqani, una agrupación vinculada con el Talibán que reclama el final de la invasión occidental en Afganistán. El gobierno afgano también acusó al servicio secreto paquistaní de estar detrás de la preparación de los terroristas, lo que fue negado por Islamabad. En Pakistán, diez de los muertos eran policías y todo parece indicar que estos eran el objetivo del atentado, que también fue reivindicado por talibanes.

António Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, dijo que “atacar deliberadamente a civiles constituye una grave violación de los derechos humanos y la ley humanitaria internacional”.