Desde hace tres meses, el gobierno de Mauricio Macri promueve una política de créditos hipotecarios subsidiados. Con estas medidas busca, por un lado, reactivar la construcción –un sector importante, debido a sus encadenamientos con varios ámbitos productivos– y, por otro, conquistar a la clase media de cara a las elecciones parlamentarias de octubre, en las que está en juego su modelo económico liberal.
Las promesas de una rápida recuperación de la economía, a partir de la quita de los reintegros a las exportaciones agrícolas, la normalización cambiaria y el ordenamiento macroeconómico, no se han cumplido con la rapidez que el gobierno esperaba. Aunque la situación fiscal y el alza de precios están lejos de controlarse (la inflación ronda el 20% anual), el Ejecutivo impulsa desde hace meses un plan de créditos hipotecarios subsidiados que combina iniciativas novedosas y alguna proveniente del gobierno de Cristina Fernández.
A comienzos de marzo, el gobierno anunció la nueva versión del Plan Procrear, que, entre otros cambios, elimina el sorteo como mecanismo de acceso y agrega la necesidad de contar con un ahorro previo equivalente a 10% del valor de la propiedad para acceder a esos planes. Por esta razón, los críticos entienden que la nueva versión excluye (todavía más) a un amplio sector de la población y se enfoca más en sectores medios. Para postularse a estos préstamos, ahora el ingreso del hogar deberá rondar entre dos y cuatro salarios mínimos, es decir, entre 23.000 y 45.000 pesos uruguayos. De parte del gobierno, se insiste en que se mejora la selección y se evitan sesgos poco deseados.
Por otro lado, el gobierno de Macri creó el plan UVA, por el cual se lanzaron nuevas líneas de crédito en pesos argentinos, ajustados por una unidad de medida, por medio de los tres principales bancos públicos: el Nación, el de la Provincia de Buenos Aires y el Banco Ciudad. Desde el sector inmobiliario, este plan fue recibido con optimismo en tanto es la primera herramienta de reactivación del mercado inmobiliario disponible después de años de inestabilidad macroeconómica parcialmente corregida. En este sentido, mantener la inflación en niveles de un dígito es clave para que las tasas de interés no cobren una gran variabilidad.
En lo que va del año, los montos de los créditos hipotecarios otorgados han crecido respecto de los del año pasado. En junio de 2017 sumaron 3.717 millones de pesos, seis veces más en términos nominales que los 558 que se habían asignado un año antes, en junio de 2016.
Estos planes generan a su vez el temor de que se genere una burbuja inmobiliaria, debido a la fuerte demanda de viviendas usadas que se ha visto en los últimos meses. De acuerdo con varios analistas del sector, esta burbuja se evitaría siempre y cuando los nuevos préstamos se enfocaran en la construcción de vivienda nueva, y esto depende de que la demanda de créditos siga fuerte y los bancos confíen en la estabilidad de precios para ofrecerlos.
El repunte de los préstamos en la economía argentina es general. El crédito dirigido al consumo de los hogares, mediante préstamos personales, tuvo un incremento de 39% anual en 2016, particularmente en el último trimestre de ese año.
Según el Banco Central de la República Argentina (BCRA), en febrero de 2017, el stock de créditos aceleró su ritmo de crecimiento interanual, que pasó de alrededor de 39% en enero a 42% en febrero. Por su parte, en 2016 el saldo de crédito total a empresas cayó 8,7% en términos reales, pero en la segunda mitad del año pasado se observó una mejora en su evolución real.
Este repunte coincide con las modificaciones impulsadas por el BCRA a fines de 2016 en la Línea de Financiamiento para la Producción y la Inclusión Financiera, por las cuales se redujo la tasa máxima de 22% a 17%, lo que determinó una ampliación de la cantidad de fondos a ser prestados a las empresas.
“Es algo histórico. Una revolución para el crédito hipotecario. Es hacer las cosas que hace mucho que no se hacían. Hay una enorme cantidad de argentinos que no tienen su casa propia, porque las múltiples inestabilidades que ha tenido la Argentina les impidió acceder a un crédito”, dijo el jefe de Estado argentino el día del relanzamiento del plan Procrear.
Desde que asumió, el gobierno liderado por Macri impulsó reformas de libre mercado que su base de apoyo electoral no ha sentido como mejoras en la vida diaria. La clase media urbana fue clave para el triunfo electoral de Macri en 2015, pero desde entonces no ha hecho otra cosa que sufrir los embates de la alta inflación, los fuerte aumentos de las tarifas de servicios públicos básicos y un incremento de la presión impositiva.
Ahora Macri necesita renovar su apoyo en las elecciones legislativas de octubre, y también pisar fuerte en las primaras de agosto. En las legislativas se elegirán 24 de los 72 senadores y la mitad de la Cámara de Diputados, pero además esa votación es considerada un plebiscito sobre su gestión.
Los candidatos al Senado por el oficialismo deberán enfrentar en la provincia de Buenos Aires, el distrito de mayor peso electoral, a la ex presidenta Cristina Fernández. Una eventual victoria de la ex mandataria supondría un golpe a la confianza en los planes del presidente y pondría en alerta a los inversores, que han visto con recelo las políticas kirchneristas de regulación estatal. Un buen resultado electoral en octubre le permitiría a Macri avanzar en cambios en el régimen laboral y en los sistemas impositivo y jubilatorio, entre otros de sus proyectos.