El retroceso del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en sus principales bastiones de Irak y Siria –Mosul y Al Raqa, respectivamente–, no implica el fin del “califato” proclamado hace tres años, como algunos han supuesto en los últimos días. Los yihadistas todavía controlan varias zonas en estos dos países y tienen influencia en el accionar de grupos radicales en Asia y África. Para sobrevivir, EI tuvo que cambiar sus tácticas.

Después de tres años de ocupación y casi nueve meses de combates entre EI y las fuerzas iraquíes, Mosul –la principal ciudad en manos de este grupo en el país– quedó fuera de su control. Esto fue anunciado ayer por el primer ministro de Irak, Haidar al Abadi, en un comunicado “histórico” difundido por todos los canales del país. “Desde el Mosul libre y liberado anunciamos el fin del falso califato y la victoria para todos los iraquíes”, aseguró Al Abadi, que también lidera las Fuerzas Armadas. “Con nuestras filas unidas luchamos contra los de Estado Islámico a lo largo de los años e hicimos fracasar todos sus planes. Ahora, Irak está más unido que nunca”, agregó el primer ministro, que se refirió al grupo yihadista como “Estadito” Islámico “depravado y asesino”.

Por último, puso la mirada en el futuro. En ese sentido, afirmó que su gobierno tiene, de ahora en más, “la misión de estabilizar, reconstruir y limpiar las células” de los yihadistas que quedan aún en zonas del casco antiguo de Mosul, una ciudad que quedó reducida a escombros. Para eso, pidió a los iraquíes que “se unan” y se preparen para “el regreso de los desplazados, para ofrecer los servicios y la construcción de las zonas” que las tropas “liberaron”.

Unos minutos después, EI anunció una contraofensiva en varios comunicados difundidos por Telegram, aunque su autenticidad no había sido verificada ayer. En los textos, los yihadistas aseguraron que “soldados del califato” atacaron “posiciones del Ejército apóstata y sus milicias en la zona de Al Maidan”, en el centro histórico, que el gobierno iraquí “liberó” el domingo. Esos ataques causaron, según EI, la muerte de “varios apóstatas”. Finalmente, el grupo aseguró que los yihadistas “todavía siguen en Mosul realizando hazañas hasta conseguir una de las mejores cosas: la victoria o el martirio”.

Mientras tanto, en Siria, EI resiste para no perder su autoproclamada capital, Al Raqa, ubicada al norte del país. Allí, las llamadas Fuerzas de Siria Democrática (FSD) y sus aliados llevan adelante desde el 6 de junio una ofensiva militar con el apoyo de la coalición internacional liderada por Estados Unidos, que llegó a enviar soldados especiales sobre el terreno. Si bien se prevé que, gracias a la ayuda extra, las FSD logren derrotar a EI, fuentes locales informaron que su avance disminuyó en la última semana. De hecho, Mohamed Jaled Shaker, portavoz de las Fuerzas de Élite Siria (integrada por milicianos árabes) que colaboran con las FSD, dijo ayer a la agencia de noticias Efe que la ofensiva ha tenido un “ligero progreso” en el sur de la ciudad, pero que en el resto de los frentes “se ha ralentizado” porque, entre otras dificultades, “todavía quedan muchos civiles atrapados dentro”.

Un alto el fuego rige en el sur de Siria desde el domingo, después de que lo acordaran Estados Unidos, Rusia y Jordania para facilitar la entrada de ayuda humanitaria al país. De todos modos, la tregua no comprende a EI, y ayer las autoridades sirias informaron a la agencia de noticias oficial SANA que sus fuerzas iniciaron una ofensiva militar en Al Sueida, una de las cuatro provincias donde rige ese cese el fuego, y mataron a un “gran número de terroristas” de ese grupo armado.

No hay tal derrota

Aunque muchos dicen que EI tiene “los días contados” –uno de ellos es el propio presidente estadounidense, Donald Trump, que ayer dijo que la “victoria” iraquí en Mosul era un “golpe decisivo”–, el grupo islamista radical vive y lucha. Literalmente.

En Irak todavía controla tres zonas importantes. La primera es Tel Afar, la única ciudad que hoy sigue en manos de los yihadistas en el norte del país. También dominan Hawija, una ciudad más chica que arrebataron a la mayoría kurda que vive allí, y Al Qaim, ubicada sobre el río Éufrates y en la frontera con Siria. En todos los casos, la ocupación empezó en 2014 y obligó a miles de civiles a desplazarse.

En tanto, en Siria, los yihadistas siguen controlando un vasto territorio que rodea la ciudad de Deir al Zur –hoy en manos del gobierno del presidente Bashar al Assad– y en general toda la zona que rodea al río Éufrates, desde la frontera con Irak hasta Al Raqa. A su vez, están presentes en algunas regiones aisladas del centro de Siria y pequeñas zonas al oeste –fronterizas con Líbano– y al suroeste.

Además, desde que EI proclamó su califato, grupos radicales de otros países se han declarado sus seguidores y han impulsado operaciones en su nombre, algo que ayuda a expandir su influencia. Un ejemplo es el grupo yihadista Maute, que opera en Filipinas y que desde el 23 de mayo mantiene ocupada la ciudad de Marawi. Ese día, los combatientes de Maute se levantaron en armas e incendiaron una comisaría, un colegio, una cárcel y una iglesia, mientras recorrían las calles con banderas de EI. Unas horas después, el presidente filipino, Rodrigo Duterte, ordenó “liberar” la ciudad. Desde ese entonces, murieron 507 personas, según informó ayer la portavoz del gobierno, Marie Banaag. La mayoría eran yihadistas. La vocera agregó que cerca de 260.000 personas tuvieron que abandonar sus casas.

Estos hechos muestran, para algunos analistas, que EI está lejos de extinguirse. Como mucho, sólo está cambiando la estrategia, al haber perdido el dominio en territorios claves. El experto británico en seguridad internacional Paul Rogers dijo esta semana a la cadena BBC que hay tres escenarios posibles (y aclaró que podrían darse al mismo tiempo). El primero es que el grupo “adquirirá un papel de fuerza guerrillera, tanto en Irak como en Siria, y seguirá su guerra sin aferrarse a un territorio” concreto. El segundo es que “seguirá propagando su mensaje alrededor del mundo”, algo que, a su entender, ya está “teniendo éxito” en el sureste de Asia y en el norte de África. Por último, Rogers aseguró que EI “continuará con su objetivo de llevar la guerra hacia el campo enemigo, principalmente a Reino Unido, Francia, Estados Unidos, Alemania y otros”.

En el mismo sentido, Ali Soufan, ex agente del FBI y autor del libro Anatomía del terror: de la muerte de Bin Laden al auge de Estado Islámico, dijo al diario estadounidense The New York Times que, ante la creciente amenaza, los yihadistas “buscarán un conducto alternativo de violencia”.

El cambio de estrategia implica también la renovación de sus tácticas ofensivas. Analistas y militares han notado en los últimos meses que los yihadistas recurren a prácticas cada vez más violentas y sangrientas. La agencia Efe informó que, por ejemplo, en los últimos días los combatientes de EI multiplicaron los ataques suicidas con explosivos, sobre todo los que llevan adelante “mujeres bomba”, que llegaron a ser 34 en los primeros tres días de julio.