Los musulmanes que acuden a rezar a la Explanada de las Mezquitas, en Jerusalén Este, se negaron a entrar a ese lugar ayer debido a los controles de seguridad que les impuso Israel. Las tensiones entre israelíes y palestinos, constantes allí, en la zona árabe de la ciudad, crecieron el viernes. Ese día tres personas armadas atacaron a policías de frontera israelíes cerca de la explanada y mataron a dos funcionarios, dos drusos de 22 y 30 años. También murieron tiroteados los tres atacantes, uno de ellos después de escapar y entrar al patio de la Explanada de las Mezquitas. Los tres eran jóvenes árabes israelíes, originarios de la región de Haifa.

El ataque fue condenado por distintos países y organizaciones internacionales. La Unión Europea manifestó que esa acción, además de un atentado contra la vida de personas, fue una “profanación de este lugar sagrado” para el cristianismo, el judaísmo y el islam. Por su parte, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, le manifestó al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, su rechazo al ataque, según la agencia de noticias Wafa. Pero el gobierno de Abbas también rechazó la reacción de las autoridades israelíes, que decidieron cerrar la zona de culto. Por primera vez desde 1990, los musulmanes no pudieron entrar a la Explanada de las Mezquitas para el rezo de los viernes, informaron el diario israelí Haaretz y la agencia de noticias Efe.

En otra ocasión, en 2014, Israel también impidió el rezo en ese lugar debido al intento de asesinato del rabino Yehuda Glick, que promovía un cambio de régimen en Jerusalén Este, cuyos sitios sagrados están custodiados por Jordania, y al que si bien los judíos pueden acceder, el rezo está reservado para los musulmanes. Con ese antecedente, que generó fuertes tensiones, las autoridades israelíes aclararon que la medida de cerrar la explanada respondía a razones de seguridad, y no a intenciones de cambiar ese régimen.

En su conversación telefónica con Netanyahu, Abbas le pidió que no cerrara el acceso a la Explanada de las Mezquitas, donde se encuentra la mezquita de Al Aqsa, uno de los principales templos del islam. De todos modos, la decisión se aplicó. “Cerrar la mezquita de Al Aqsa e impedir que los fieles realicen sus oraciones de viernes es una peligrosa, condenable y rechazada escalada”, dijo Osama al Qaqasmeh, un portavoz de Al Fatah, el partido de Abbas, que gobierna Cisjordania, y llamó a los palestinos a ir a ese lugar para manifestar su rechazo a la medida. También Hazem Qasem, un portavoz de Hamas, que gobierna la franja de Gaza, advirtió que “la decisión de Netanyahu de cerrar la mezquita de Al Aqsa ante miles de fieles e impedirles realizar sus oraciones de viernes muestra que es torpe”, y agregó que “cada acción israelí contra la mezquita será enfrentada con fuerza”.

El gobierno de Jordania expresó que Israel debía “reabrir de inmediato al culto la mezquita de Al Aqsa y abstenerse de tomar cualquier medida unilateral que conduzca a cambiar el estatus histórico de Jerusalén”. A su vez, la Liga Árabe advirtió el sábado que cerrar la emblemática mezquita de Al Aqsa puede ser motivo de nuevos conflictos y aumentar la violencia en la zona.

Sin embargo, la explanada estuvo cerrada dos días, hasta que el domingo el gobierno israelí anunció que sería reabierta pero con nuevas medidas de seguridad, que incluyen un detector de metales por el que hay que pasar necesariamente para entrar. El gran muftí de Jerusalén, Mohamed Husein, una autoridad religiosa y jurídica cuyas decisiones pueden equivaler a leyes, llamó a no ingresar al lugar en esas condiciones. En respuesta, los fieles rezaron fuera de la Explanada de las Mezquitas, para manifestar su rechazo a las medidas israelíes.

Los palestinos consideran que someterse a los nuevos controles equivale a reconocerle a Israel una autoridad que no le corresponde en esa zona, en la medida en que se trata de un país ocupante. El gobierno palestino pidió en un comunicado “una intervención internacional urgente, árabe e islámica, para frenar las medidas de la ocupación [israelí] y rechazarlas”, y manifestó que “estos procedimientos por parte de la ocupación son nulos y se consideran una violación de la santidad de la Mezquita de Al Aqsa”.