La reforma de salud del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que proponía derogar y reemplazar la ley aprobada en 2010 por su antecesor, Barack Obama, ya no tiene chances de progresar en el Senado. La propuesta tenía los votos en contra de los 48 senadores demócratas y de los republicanos Susan Collins y Rand Paul, pero aun con ese panorama ajustado podía ser aprobada. Sin embargo, el lunes de noche, la situación se revirtió cuando otros dos senadores republicanos, Mike Lee y Jerry Moran, anunciaron que tampoco la respaldarían. Lee argumentó: “No acaba con todos los impuestos del Obamacare, y no reduce los costos a la clase media ni da el suficiente espacio libre frente a las costosas regulaciones de Obama”. Como consecuencia, los republicanos se quedaron por debajo de los 50 votos que necesitaban para sacar adelante la iniciativa.

De esta manera, el plan de Trump para derribar al Obamacare cayó antes de llegar a ser votado por el Senado. Esa votación estaba prevista para esta semana, pero se pospuso el lunes debido a la ausencia del republicano John McCain, que tuvo que someterse a una cirugía en un ojo.

Una primera versión del proyecto –que el propio Trump calificó de “cruel”– ya había sido rechazada en junio por los senadores. La segunda versión fue escrita a puertas cerradas por un grupo de 13 legisladores bajo la tutela del líder de la bancada republicana del Senado, Mitch McConnell, quien ayer reconoció en un comunicado que era “evidente” que “el esfuerzo para derogar y reemplazar inmediatamente el fracaso del Obamacare no tendrá éxito”. Por eso, anunció que en los próximos días presentaría ante el Senado una medida para revocar directamente la ley aprobada por Obama, sin reemplazarla.

Si los republicanos se decantan por esta opción –que ellos mismos rechazaron hace algunos meses, porque implicaba el “caos” en las compañías de seguros–, la nueva ley de salud empezaría a implementarse recién en dos años, para que la transición sea “suave”, agregó Mc-Connell. A última hora de ayer, tres senadoras republicanas –Shelley Moore Capito, Lisa Murkowski y la propia Collins– adelantaron que no apoyarán esta medida.

El presidente estadounidense manifestó en Twitter: “Los republicanos deberían simplemente derogar el fallido Obamacare y trabajar desde cero en un nuevo plan de salud”, escribió. En un tuit anterior, Trump culpó del fracaso de su reforma a “todos los demócratas” y a “algunos republicanos”, aunque aclaró que “la mayoría” de los legisladores de su partido “estuvieron leales, fantásticos y trabajaron muy duro”.

Por su parte, McCain instó a un cambio de rumbo y abogó por acercarse a los demócratas. “El Congreso ahora debe regresar al orden regular, celebrar audiencias, recibir datos de los miembros de ambos partidos” y aprobar un proyecto de ley que “finalmente brinde a los estadounidenses acceso a una salud de calidad y asequible”, dijo en un comunicado.

Cualquiera de las dos opciones supondría el inicio de una nueva negociación con la oposición, algo que los demócratas no rechazan del todo. En este sentido, el líder de la bancada demócrata en el Senado, Chuck Schumer, dijo ayer que “este segundo fracaso del Trumpcare es una prueba clara de que el núcleo de esta ley es inasumible”, y aseguró que, “antes que volver a empezar el mismo fracasado proceso”, los republicanos deberían “ponerse a trabajar con los demócratas en reducir los costos de los seguros, dar estabilidad a los mercados y mejorar el sistema de salud”.

El plan que fracasó esta semana contemplaba fuertes recortes al Medicaid, el programa que provee servicio médico a los más pobres, una idea a la que se oponían los republicanos más moderados. Además, proporcionaba cerca de 70.000 millones de dólares adicionales para que los estados ayudaran a reducir las primas de los seguros médicos y en general a mantener los costos bajos. También se incluía una enmienda que permitía a las aseguradoras ofrecer planes que no cumplieran con todas las regulaciones del Obamacare, incluida la que prohíbe cobrar más a quienes tienen enfermedades preexistentes.

Trump busca sacar adelante su reforma sanitaria en el Congreso desde marzo, en un intento de cumplir una de sus grandes promesas electorales. La nueva derrota –sumada a todas las anteriores– pone en duda la capacidad de Trump de llevar adelante su agenda política y tira abajo su autodenominación como “el mejor negociador del mundo”. Él se mantiene optimista. Ayer, en Twitter, escribió: “¡Volveremos!”.