Por primera vez, el nombre de José Eduardo dos Santos no aparecía en las papeletas en las elecciones de Angola, el país que gobierna desde hace 38 años. En su lugar, el presidente designó a su delfín, el ministro de Defensa, João Lourenço, uno de los favoritos en una disputa electoral en la que los contendientes con más probabilidades representaban a los movimientos que se enfrentaron en una guerra civil que terminó en 2002.

Angola logró su independencia en 1975, después de 14 años de enfrentamientos entre el dominio portugués y guerrillas angoleñas que buscaban la autonomía. Pero tres meses antes de que se hiciera el traspaso formal de gobierno, previsto para noviembre de 1975, estalló una guerra de a tres entre el Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) y el Frente Nacional para la Liberación de Angola (FNLA). Cada uno de estos sectores tenía el respaldo de otros países: el MPLA de Cuba, UNITA de la Sudáfrica del apartheid y el FNLA de Zaire. El último de los tres fue el primero en ser derrotado, en 1976, y desde ese entonces los otros dos movimientos vivieron enfrentamientos y conversaciones de paz –con esporádicas elecciones– hasta 2002, cuando el líder de la UNITA, Jonás Savimbi, fue derrotado en combate.

En el ínterin hubo algunas elecciones aisladas. En todas ellas Dos Santos fue declarado ganador y la UNITA denunció irregularidades, incluso con protestas violentas. Ese tipo de movilizaciones empezaron de antemano en esta oportunidad; antes de las elecciones los dos principales partidos de la oposición advertían que el gobierno preparaba un fraude.

Los partidos opositores que participaron en estas elecciones fueron UNITA, cuyo candidato a la presidencia era Isaías Samakuva, y la Convergencia Amplia de Salvación de Angola-Coalición Electoral (CASA-CE), que tenía al frente de su lista a Abel Chivukuvuku.

Por su parte, el oficialismo fue a las elecciones liderado por el ministro de Defensa, Lourenço, y con el titular de la cartera de Administración y Territorio, Bornito de Sousa, como número dos. Lourenço, de 63 años y conocido también por el apodo JLo, es licenciado en Historia y general retirado del Ejército. Después de haber ocupado varios cargos en el partido y en las Fuerzas Armadas, se situó como uno de los favoritos en la interna del MPLA para quedarse con la candidatura, que fue definida por Dos Santos. Entre otras cosas, Lourenço fue presidente de la bancada del MPLA y secretario general del partido, así como alcalde de la ciudad de Benguela y gobernador de la provincia de Moxico.

En su juventud, Lourenço estuvo preso durante tres años, en la época en la que Angola era colonia portuguesa, por su actividad política, favorable a la independencia. Después de esa época de militancia juvenil, en la que fue enfermero de la guerrilla del MPLA, Lourenço fue enviado por la dirección del partido a la Unión Soviética a estudiar historia en una academia político-militar.

Perspectivas

Unos diez millones de angoleños participaban en las elecciones de ayer para elegir a 130 diputados que renovarán parcialmente el Parlamento. Actualmente, de los 220 diputados de la Asamblea Nacional, 175 son de la bancada oficialista.

Ante las dudas por la legitimidad de las elecciones, los opositores UNITA y CASA-CE anunciaron que harían controles paralelos, mientras distintas organizaciones civiles anunciaron sistemas de monitoreo o de recepción de denuncias de irregularidades. El día anterior a que se celebraran las elecciones, Lourenço convocó a las agencias internacionales de noticias a una conferencia de prensa en la que, según la alemana Deutsche Welle y Radio Francia Internacional, dio por sentado que ganaría en los comicios. Anoche, el presidente del Tribunal Constitucional de ese país, Rui Ferreira, pidió a todos los candidatos que “sepan recibir” los resultados de la votación “con respeto a la voluntad popular”.

Las elecciones se realizan mientras hay fuertes rumores sobre una supuesta enfermedad terminal de Dos Santos, que tiene 74 años y en los últimos meses ha viajado de forma reiterada a Portugal para recibir atención médica. Las acusaciones de falta de transparencia para informar sobre la salud del presidente fue uno de los dardos que la oposición utilizó contra el gobierno durante la campaña. Pero la mayoría de los ataques al oficialismo estuvieron vinculados a la difícil situación económica del país, que obtiene gran parte de sus ingresos de la exportación de petróleo, cuyo precio ha caído en los últimos años. Por su parte, Lourenço prometió combatir la corrupción, trabajar para la creación de un millón de puestos de trabajo y liderar un gobierno más inclusivo y participativo.