El presidente impuesto por el golpe parlamentario del año pasado recibe al dueño de uno de los frigoríficos más grandes del mundo fuera de agenda. El empresario le cuenta que está manteniendo a fuerza de plata el silencio del diputado que lideró ese proceso, preso por corrupto notorio. El presidente le dice que hay que mantener eso, ¿vio? La Policía Federal los estaba investigando, y el intermediario que Michel Temer puso a lidiar con estos asuntos, diputado, es filmado con una maleta con 500.000 reales.

En la misma conversa, el empresario, que se fue a Nueva York libre después de la delación, le cuenta que está intentando comprar gente en el Poder Judicial. Ante esto, el presidente debería ser –por lo menos– investigado. Pero es Brasil, y en este Brasil vale todo.

Esa farsa que es el Congreso de la “República” sigue dando espectáculos deplorables. En el plenario de ayer, un revival de la bizarra sesión que aprobó el impeachment, los diputados presididos por Rodrigo Maia –fiel aliado de Temer– desistieron de dar andamiento a las investigaciones sobre el presidente en el Supremo Tribunal Federal. Los mismos diputados que tiraron abajo a Dilma Rousseff en nombre de Dios, su familia y sus esposas, ahora blindan a Temer en nombre de la “estabilidad económica y la vuelta del pleno empleo, a favor de quien trabaja, lucha y produce en este país”.

El presidente cenó y almorzó esta semana con diputados y aliados de todo tipo. Mientras habla de “poner al país de nuevo en los trillos”, de austeridad económica, de ahorro y de parar con el gasto excesivo del Estado, está desangrando al país para asegurarse en el gobierno cueste lo que cueste. El 1º de agosto perdonó deudas a latifundistas, ayer, 2 de agosto, dio licencia a diez ministros que también son diputados para que lo apoyen en la votación. Después de votar vuelven.

No sé si consigo explicarlo. Pero todo esto se transmite en vivo, y ya está tan naturalizado que hasta parece que está bien, que es una cuestión de estrategia. Los reporteros de la Globo relatan paso a paso, en tiempo real, las artimañas del gobierno para mantenerse en el poder, mientras más de 90% de la población quiere que Temer sea investigado y lo rechaza. Un diputado dijo que se tatuó el nombre “Temer” en el hombro y lo defendió en la votación a los gritos, diciendo que no le va a dar dinero a Cuba.

El Congreso y el gobierno siguen siendo ese mundo paralelo dominado por los viejos señores, por las rancias oligarquías que no se cansan de jodernos la vida. Mientras tanto afuera, un país se cae a pedazos por cuenta de sus empresarios y políticos, los mismos que deciden su destino.