Las nuevas sanciones aprobadas contra Corea del Norte promovidas por Estados Unidos en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fueron respondidas por el gobierno norcoreano con amenazas nucleares y acusaciones a Rusia y China. Además, ayer dejó caer la idea de atacar específicamente a Guam, la mayor isla del archipiélago de las Marianas, de soberanía estadounidense.

Después de las pruebas balísticas norcoreanas de julio, con misiles que cayeron en el mar de Japón, y ante la amenaza de que cohetes nucleares pudieran llegar a Alaska, el Consejo de Seguridad de ONU adoptó medidas contra el gobierno de Kim Jong-un. Fundamentalmente China y Estados Unidos –con la atenta mirada de Rusia– negociaron un texto que consiste en hacer efectivo un bloqueo todavía mayor a Corea del Norte y evitar que exporte carbón, hierro y plomo, así como pescados y mariscos, por un valor de 1.000 millones de dólares. Moscú, aunque aceptó las sanciones, no era favorable a castigar con esa virulencia a Pyongyang, ya que considera que las pruebas realizadas por el régimen no tienen la importancia que se les ha dado y que no dejan de ser ensayos con misiles de medio alcance, sin posibilidad de crear problemas a Estados Unidos.

Según el texto negociado, Corea del Norte no podrá vender al exterior directa o indirectamente porque los recursos que obtiene de ese modo son “utilizados para financiar programas ilícitos [...] fabricar armas nucleares y misiles balísticos en lugar de velar por el bienestar” de la población. Corea del Norte reaccionó ante esto. Por un lado, acusó a Rusia y China de “dejar atrás su credo, su conciencia y obligaciones” y manifestó que esos países “deberían sentir vergüenza ante la conciencia del mundo, reflexionar profundamente sobre sus errores ante la severa corte de la historia y de la humanidad y pagar caro por ello”, según informó la agencia de noticias estatal norcoreana KCNA. Calificó además de “acto terrorista” y de “documento ilegal” el texto resultante del Consejo de Seguridad. Por otro lado, amenazó a Estados Unidos con “acciones físicas” por estas sanciones y con “llevar a cabo una guerra sin cuartel” si Washington decidiera efectuar un ataque preventivo.

Pero la escalada de retórica bélica no terminó ahí. El presidente estadounidense, Donald Trump, hizo unas declaraciones todavía más duras en las que exhortó a Corea del Norte a dejar a un lado su tono agresivo: “Será mejor que Corea del Norte deje de amenazar a Estados Unidos [...] o se encontrará con el fuego y la furia y, francamente, un poder de una magnitud que jamás se ha visto antes en este mundo”. El ejército norcoreano no retrocedió y fue más allá diciendo que estaba preparando un posible ataque sobre la isla de Guam, donde Estados Unidos tiene una enorme base naval y aérea, junto a la isla japonesa de Okinawa.

El secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, volvió a ejercer de “policía bueno”: le restó importancia al duro tono utilizado por Trump el martes y dijo que no existe “ningún peligro inminente” y que “los estadounidenses pueden dormir tranquilos por la noche”. Del mismo modo, achacó la retórica apocalíptica del presidente a una cuestión de comunicación: se trataba de “enviar un mensaje contundente, en el lenguaje que Kim Jong-un entiende”.

Guam es fundamentalmente una base militar y un complejo turístico en el que viven 165.000 personas, de las cuales unas 6.000 son soldados. De hecho, de ahí es de donde salieron los aviones bombarderos B-1B que sobrevolaron la península coreana después del primer ensayo balístico de Kim. Es territorio no incorporado a Estados Unidos, pero es de soberanía estadounidense y sus habitantes tienen esa nacionalidad. Políticamente, tienen un gobernador nombrado por Washington y un delegado sin voto en la Cámara de Representantes. Se trata de un lugar estratégico para mantener la presencia militar estadounidense en Asia.

Las autoridades de Guam hicieron declaraciones que procuran sobre todo tranquilizar a su población, que se encuentra en medio de la escalada dialéctica. “Quiero reafirmar a la gente de Guam que en estos momentos no hay una amenaza a nuestra isla ni a las Marianas”, dijo el gobernador Eddie Calvo. Por su parte, Robert F Underwood, presidente de la Universidad de Guam y ex delegado de la isla en la Cámara de Representantes, intentó presentar el conflicto sin alarmismo. “Cada vez que hay ruido de sables en esa parte del mundo, Guam es siempre parte”, dijo al diario Washington Post. “Cuando sos de Guam y vivís en Guam, es desconcertante, pero no inusual”, agregó.

Las últimas frases de este diálogo las emitieron ayer el secretario de Defensa estadounidense, James Mattis, y el propio Trump en su cuenta de Twitter, que redobló la apuesta de amenazas y escribió: “Mi primera orden como presidente fue renovar y modernizar nuestro arsenal nuclear. Ahora es más fuerte que nunca”. Trump agregó: “Con suerte, nunca tendremos que usarlo, pero no llegará el día en que no seamos la nación más poderosa del mundo”. Por su parte, Mattis fue más lejos y le dijo a Kim: “Deje de plantear acciones que conducirían al fin de su régimen y a la destrucción de su pueblo”.