Ayer el ministro de Relaciones Exteriores de Corea del Norte, Ri Yong-Ho, aseguró que Estados Unidos le declaró “la guerra” a su país, por lo que este está en “todo su derecho” de disponer “contramedidas” para defenderse. El funcionario dijo que esa declaración surgió en dos ocasiones. La primera tuvo lugar el martes 19, en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cuando el presidente estadounidense, Donald Trump, afirmó: “Estados Unidos tiene gran fuerza y paciencia, pero si se ve obligado a defenderse a sí mismo y a sus aliados, no tendremos más remedio que destruir totalmente a Corea del Norte”. De acuerdo con Ri, el mandatario estadounidense reiteró y ratificó la amenaza el sábado, cuando escribió en Twitter que el líder norcoreano, Kim Jongun, “no va a durar mucho más”.

El ministro norcoreano también se refirió al sobrevuelo de cazas y bombarderos estadounidenses cerca de las costas de Corea del Norte, el sábado, en una medida que el Pentágono calificó de un “mensaje claro” hacia el régimen de Pyongyang. En concreto, advirtió que las medidas que puede aplicar su país para defenderse incluyen “el derecho a derribar los bombarderos estratégicos de Estados Unidos”, aunque no estén dentro del espacio aéreo norcoreano.

Washington respondió enseguida. “No hemos declarado la guerra a Corea del Norte, y francamente, sugerir eso es absurdo”, dijo ayer la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, en una conferencia de prensa en la que insistió en que el único objetivo de su gobierno es la “desnuclearización” del país que lidera Kim. La vocera agregó, además, que “nunca es apropiado que un país dispare contra las aeronaves de otro país cuando se encuentran sobre aguas internacionales”.

Por otro lado, Ri informó el sábado, durante su participación en los debates de la Asamblea General de la ONU, que Corea del Norte está en la “fase final” para completar el desarrollo de su arsenal nuclear, si bien aclaró que esa siempre será la “última opción” a la que recurrir. A la vez, dijo que su país sólo busca “establecer un equilibrio de poder con Estados Unidos” y que, por eso, cualquier intervención militar que disponga será “únicamente” contra este país o sus aliados. En respuesta, la Casa Blanca incluyó a Corea del Norte en un grupo de ocho países con restricciones para que sus ciudadanos viajen a Estados Unidos, una sanción que se suma a otras que pesan sobre la nación asiática, tanto por parte de Washington como de la ONU.