El gobierno norcoreano sólo demoró un par de horas para confirmar que los temblores registrados ayer por decenas de estaciones sismológicas se debieron a un test “realizado con una bomba con un poder sin precedentes”, según anunció Ri Chun-hee, una de las voceras oficiales. La funcionaria explicó que el país había probado con “total éxito”, por orden directa de Kim Jong-un, un artefacto termonuclear diseñado para que pueda ser instalado en uno de sus misiles balísticos intercontinentales.

Expertos de Japón y Corea del Sur aseguraron que el ensayo fue al menos diez veces más potente que el último, realizado en setiembre de 2016. Una vez más, el líder norcoreano eligió demostrar el avance de sus capacidades armamentísticas y militares a pocos días de que se celebre un nuevo aniversario de la fundación del país.

También la Organización del Tratado de Prohibición Total de Pruebas Nucleares confirmó que detectó un “inusual evento sísmico” en Corea del Norte, con una magnitud “más fuerte que en las anteriores pruebas nucleares declaradas”. Según los datos de este organismo, que funciona de manera autónoma dentro de la órbita de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la magnitud del seísmo que provocó la prueba fue de 5,8 puntos en la escala de Richter.

Hasta ayer, ningún instituto independiente podía confirmar que la detonación haya sido una bomba de hidrógeno en vez de un artefacto atómico menos potente, como había afirmado Pyongyang, aunque los gobiernos de Japón y Corea del Sur afirmaron que no descartaban esa posibilidad.

El ensayo nuclear –el sexto que hace Corea del Norte y el tercero que tiene lugar en un año– se llevó a cabo en medio de una escalada de tensión en la región después de que, en julio, Pyongyang testeara dos misiles de alcance intercontinental que podrían alcanzar varios puntos de Estados Unidos.

El presidente estadounidense, Donald Trump, ha condenado las acciones de Kim Jong-un desde que llegó en enero a la Casa Blanca y no titubeó al adoptar una retórica belicista en sus respuestas. Los cruces de amenazas entre ambos gobernantes llegaron a su máximo punto a mediados de agosto, cuando el país asiático dijo que lanzaría cuatro proyectiles hacia aguas cercanas a la isla de Guam, donde Estados Unidos tiene dos bases militares.

La bomba de ayer no hizo más que echar leña al fuego. Trump se reunió de urgencia con su jefe de gabinete, John Kelly, el secretario de Defensa, James Mattis, y otros líderes militares, para analizar los pasos a seguir. Al término de ese encuentro, Mattis prometió que habrá una “gran respuesta militar” de Estados Unidos ante “cualquier amenaza” de Corea del Norte. El funcionario aclaró, además, que esa respuesta militar será “eficaz” y “aplastante”, pero no llegará a la “aniquilación” del país, si bien tiene “muchas opciones” para poder hacerlo.

Un rato antes, Trump había insinuado que no descartaba un ataque contra Corea del Norte, cuando al ser consultado sobre si es posible una respuesta militar, contestó: “Ya veremos”. Por otro lado, el presidente estadounidense dijo en Twitter que su administración está considerando suspender “todo el comercio con cualquier país que haga negocios con Corea del Norte”, a la que a la vez calificó de “nación paria”.

En paralelo, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, adelantó en una entrevista con la cadena Fox que planea elaborar un borrador con nuevas sanciones para Corea del Norte y ponerlo a disposición del presidente para que lo estudie.

También en términos de sanciones se expresaron Francia, Reino Unido, Corea del Sur y Japón, que convocaron una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU. Fuentes de esta organización confirmaron a diversos medios que el consejo se reunirá hoy mismo.

Hace menos de un mes, el máximo órgano de decisiones de la ONU aprobó por unanimidad una resolución con nuevas sanciones económicas contra Corea del Norte por sus ensayos nucleares y balísticos. Sin embargo, Pyongyang las ignoró. Por esa razón, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, la canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, coincidieron ayer por teléfono en que es necesario endurecer las sanciones de la Unión Europea. La primera ministra británica, Theresa May, también pidió “acciones más duras” contra el país asiático.

Fuera de Europa, Corea del Sur manifestó que impulsará medidas firmes para aislar todavía más a su vecino del norte y Japón sugirió que incluso podría imponer restricciones a su comercio de petróleo con Pyongyang.

En tanto, los presidentes de China, Xi Jinping, y Rusia, Vladimir Putin, aseguraron que “lidiarán” juntos con la situación, después de reunirse en la isla china de Xiamen. Ambos mandatarios coincidieron en la necesidad de “seguir con el objetivo de una península de Corea desnuclearizada”, defendieron la vía diplomática para reducir las tensiones e instaron a las partes involucradas en el conflicto a que inicien un diálogo de paz.