En la noche del domingo ya se sabía que la victoria electoral en Alemania era de la canciller, Angela Merkel, pero las mayores movilizaciones no tuvieron como objetivo celebrarla, sino repudiar el crecimiento de Alternativa para Alemania (AfD), con el que la ultraderecha pudo ingresar al Parlamento por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial.
Las encuestas de intención de voto ya adelantaban un escenario en el que AfD entraba al Parlamento alemán, pero no la caída que sufrieron los partidos tradicionales y, por lo tanto, tampoco la dimensión del crecimiento de AfD. Con respecto a las elecciones anteriores, celebradas en 2013, la Unión Cristianodemócrata de Merkel perdió 8,5% de los votos y el Partido Socialdemócrata (SPD), 5,2%, mientras que AfD creció 7,9% para alcanzar 12,6% de los votos. También aumentaron su votación los liberales (FDP por sus iniciales en alemán), que en las elecciones anteriores tuvieron una muy mala votación después de gobernar en alianza con Merkel, y que el domingo lograron 5,9% más que en 2013.
Pero el crecimiento de AfD no fue suficiente para mantener su unidad. Antes de que comenzara la campaña electoral, el partido mostró sus primeras fisuras entre una postura más radical, defendida por Alexander Gauland, y otra algo más moderada, representada por Frauke Petry. Las fisuras se habían hecho más que visibles en mayo, cuando en un congreso del partido Petry fue destronada como líder y tuvo que asumir un coliderazgo con Gauland, a quien se considera responsable por la radicalización y el crecimiento electoral de AfD.
Ayer, en la primera conferencia de la dirección del partido desde que se conoce el resultado de las elecciones, Petry anunció que asumirá su banca, pero no se integrará al grupo parlamentario de AfD. La decisión, que adoptó por las diferencias que mantiene con Gauland, fue una sorpresa para sus compañeros, que la vieron retirarse de la conferencia después de hacer uso de la palabra. Una de las integrantes de la dirección del partido, Alice Weidel, dijo que el “escándalo” protagonizado por su compañera “supera lo irresponsable”, y agregó: “Le exijo que abandone su puesto de portavoz y que deje el partido para prevenir daños mayores”.
Todavía se desconoce qué harán quienes integran la corriente liderada por Petry, quien tampoco dijo si continuará dentro del partido. Todo indica que lo dejará, especialmente una publicación que hizo ayer en la red social Facebook, en la que manifestó que la radicalización de AfD la llevó a alejarse porque teme una “persecución” y “desacreditación” de los integrantes más moderados del partido, que son los vinculados a su corriente. Petry es una de las figuras más carismáticas de AfD y fue electa en Sajonia con una de las votaciones más grandes que obtuvo la ultraderecha en todo el país: 35,5% de los votos.
Además del anuncio de Petry, en la primera conferencia de AfD después de las elecciones se comunicó también que la primera acción del partido en el Parlamento consistirá en pedir que se instale una comisión que investigue la actuación de Merkel durante la crisis de refugiados, hace dos años.
El camino de la alianza
En su propia comparecencia ante los medios, Merkel no se refirió a la situación de AfD, sino que se mostró confiada en que logrará conformar un nuevo gobierno antes de fin de año. Para esto, la canciller alemana buscará una alianza. Ante la negativa del SPD de renovar la actual coalición de gobierno, la opción que le queda a la gobernante es volver a aliarse con los liberales del FDP y con Los Verdes. De esa manera alcanzaría la mayoría necesaria en el Parlamento para renovar su mandato. Sin embargo, esta alianza tendría que superar obstáculos, entre otras cosas porque los liberales representan los intereses de los sectores empresariales, mientras que los verdes suelen pedir un freno a las empresas para que respeten al medioambiente.