Esta semana, el número de votos para frenar la implantación de las normas que ponen fin a la neutralidad de internet llegó a 40 y de esta manera se logró que la iniciativa pueda discutirse en la Cámara de Senadores. “Habrá una votación”, aseguró el senador del Partido Demócrata Edward Markley en una comparecencia en la que estuvo acompañado por el líder de esa organización política en la cámara alta, Chuck Schumer. De esta manera, los demócratas buscan revertir la decisión adoptada por la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de Estados Unidos el 14 de diciembre, que derogó las normas que aseguraban la regla de neutralidad en internet aprobada bajo el gobierno de Barack Obama, en 2015.
El concepto de la neutralidad surgido de la regulación impulsada en el gobierno de Obama implica la obligación, por parte de los proveedores de servicios de internet y de los gobiernos que los regulan, de tratar de manera igualitaria a los internautas independientemente de sus características. Esta normativa buscaba salvaguardar el precepto fundacional de internet que impide que las compañías de telecomunicaciones bloqueen contenidos y administren diferentes velocidades de tráfico según el perfil de cada internauta o según el bolsillo de cada consumidor.
Con la regulación, las empresas no podían dar tratamiento preferencial a su propio contenido en detrimento del de otros. Tampoco podían impedir ni limitar el acceso a contenidos, ni establecer contenidos de primera y de segunda clase.
Pero el 14 de diciembre del año pasado, la FCC anunció la derogación total de las normas de neutralidad de internet, con lo que se habilita el bloqueo de contenidos de tal manera que las empresas que ofrecen servicios podrían imponer sus normas para el acceso a algunos de ellos. A partir de esta derogación, podían ralentizar servicios para priorizar y dar ventajas a aquellos que paguen una cantidad adicional y de esta manera podría abrirse una brecha entre empresas y usuarios ricos y pobres.
De acuerdo con los activistas contrarios a la medida del gobierno de Donald Trump, sin leyes que protejan el principio de neutralidad, los ISP –proveedores de servicios de internet– tendrán libertad para limitar ciertos tipos de tráfico de internet. La preocupación también llega a las empresas pequeñas y a negocios alojados en la nube, ya que si la velocidad del tráfico dependiera del pago que se haga a los servidores, las compañías con un menor presupuesto pasarían a ocupar una posición desigual ante grandes firmas comerciales. Además, la posibilidad de que los proveedores de servicios de internet puedan bloquear o censurar contenidos reabre el debate sobre quién controla el flujo de la información; por lo tanto, lo que está en cuestión es bastante más que la libertad de negocios.
Liberales cuando quieren
Desde el gobierno republicano se justificó la medida que pone fin a la neutralidad de internet argumentando que las regulaciones restringen indebidamente el mundo empresarial. De acuerdo con el director de la FCC, Ajit Pai, las normas actuales han “deprimido la inversión y desalentado la innovación”. Para Pai, las regulaciones de la era Obama sólo lograron “deprimir la inversión en la construcción y expansión de redes de banda ancha, y desalentar la innovación”. Apelando a la ortodoxia liberal esgrimida en este caso por parte del ente regulador, consideró que el posible impacto de una desregulación “ha sido exagerado” por los opositores y que, por el contrario, ayudaría a mejorar la competencia y a limitar la intromisión del gobierno sobre el uso de internet.
El lunes, la FCC y la Comisión Federal del Comercio de Estados Unidos tomaron una decisión que buscaba disipar los temores de un posible juego sucio por parte de las grandes empresas y anunciaron la colaboración conjunta de ambos organismos para castigar el comportamiento injusto que pudieran tener.
Activistas, junto a más de 180 compañías de Estados Unidos –entre las que se encontraban las gigantes tecnológicas Google, Netflix, Amazon, Twitter, Reddit y Facebook, además de Airbnb, Snapchat, el sitio de crowdfunding Kickstarter, la empresa de ventas online Etsy, la aplicación de citas OkCupid y la página de pornografía PornHub– protestaron en julio del año pasado mostrando en su sitio de internet una variedad de mensajes para simular los efectos que tendría una eliminación de la neutralidad en internet. Luego, en noviembre, cuando se conoció el primer borrador de la FCC sobre los cambios a la neutralidad en la red, cientos de compañías volvieron a cargar contra la iniciativa y comentaron que eliminar la neutralidad beneficiará exclusivamente a proveedores de banda ancha como Verizon, Comcast y AT&T.
El 12 de diciembre, días antes de la decisión final de la FCC, una carta abierta firmada por varios pioneros de la red entre los que se encontraban “arquitectos” de la World Wide Web (www), como Vint Cerf y Sir Tim Berners-Lee, y Steve Wozniak, cofundador de Apple, estableció que la comisión “no sabe lo que está haciendo” y destacaba que “la orden propuesta por la FCC se basa en una comprensión defectuosa y objetivamente inexacta de la tecnología de internet”.
De a poco, la creciente opinión negativa que despierta la medida de poner fin a la neutralidad empieza a asustar a congresistas temerosos del precio político que pagarían los que estén en el lado equivocado de la historia. En el Senado estadounidense, los republicanos cuentan con una exigua mayoría de 51 a 49. De plegarse sólo unos senadores más, podría aplicarse la Ley de Revisión del Congreso, que permite agilizar un proceso legislativo para acabar con el plan aprobado entonces por la FCC.
Apoyados por la Unión de Libertades Civiles (ACLU, por su sigla en inglés), los fiscales generales de Nueva York y del distrito de Columbia decidieron interponer demandas contra la medida basándose en que esta significa una “erosión de la mayor plataforma de libertad de expresión que el mundo ha conocido jamás”.