La explosión de un coche bomba en los alrededores de un edificio de la Policía en la provincia ecuatoriana de Esmeraldas, cercana a la frontera con Colombia, dejó ayer 28 heridos y daños materiales tanto en la comisaría como en 37 casas contiguas.

El presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, dijo en Twitter que se trató de “un acto terrorista ligado a bandas de narcotraficantes”, y advirtió: “No vamos a permitir que nos amedrenten”. Unas horas después, declaró el estado de excepción en los cantones San Lorenzo y Eloy Alfaro para proteger a sus habitantes.

El fiscal general de Ecuador, Carlos Baca, explicó en una conferencia de prensa que la medida de excepción –que, entre otras cosas, suspende los derechos a la inviolabilidad de domicilio y de correspondencia, así como las libertades de tránsito y reunión– durará 60 días.

Por otro lado, Baca sostuvo que este tipo de atentado se produce “como represalia a las acciones que el Estado ha llevado adelante en los últimos años en el control de la frontera y de las actividades ilícitas, como el narcotráfico”. Aseguró que la respuesta será “frontal, clara y sin ningún temor”. En la misma conferencia, el ministro del Interior ecuatoriano, César Navas, informó que todos los heridos ya fueron dados de alta y adelantó que las autoridades de Colombia están colaborando con la investigación sobre lo sucedido. También reveló que, en los últimos días, la Policía ecuatoriana incautó más de siete toneladas y media de sustancias químicas y casi una tonelada de drogas, además de arrestar a siete personas “vinculadas al narcotráfico”.